Avi Loeb vuelve a agitar el debate: las “anomalías” de 3I/ATLAS que, según él, no encajan con un simple cometa
El astrofísico Avi Loeb, conocido por sus hipótesis heterodoxas sobre objetos interestelares, ha enumerado en los últimos días una serie de “anomalías” en el comportamiento y las características de 3I/ATLAS que, a su juicio, no encajan bien con la explicación estándar de un cometa natural. Entre ellas cita la presencia de siete chorros de material, una anti-cola persistente, una masa y tamaño supuestamente inusuales, una proporción anómala de hierro-níquel, una polarización negativa extrema, luz reflejada dominada por el azul y cierto grado de aceleración no gravitacional. Sobre esa base, Loeb vuelve a plantear —sin afirmarlo como hecho— la posibilidad de un origen artificial o tecnológico para el objeto, una hipótesis que la mayoría de expertos sigue considerando altamente especulativa.
Aunque el propio Loeb matiza que no ha llegado a ninguna conclusión definitiva, su postura contrasta con la prudencia de la comunidad científica, que insiste en que todos esos rasgos deben interpretarse primero en el marco de la física de cometas y asteroides antes de invocar explicaciones extraordinarias.
Chorros, anti-cola y estructura del objeto
Uno de los puntos que Loeb destaca es la presencia de siete chorros de material saliendo de 3I/ATLAS, con un chorro principal apuntando hacia el Sol y extendiéndose, según sus cálculos, millones de kilómetros. A su juicio, para sostener esa actividad de forma consistente, el objeto debería tener una masa de millones de toneladas, algo que —siempre según su interpretación— no se correspondería con el brillo y la morfología observados en imágenes recientes.
Loeb añade que ATLAS sigue apareciendo como un solo objeto, aunque plantea que podría tratarse de múltiples fragmentos “pegados”, susceptibles de separarse por efecto de la gravedad solar. Subraya además que el objeto sería rico en carbono y compuestos relacionados, en particular monóxido de carbono, y considera “peculiar” que no muestre una fragmentación intensa ni una perturbación masiva al aproximarse al Sol, como cabría esperar en un núcleo poco cohesionado.
En ese contexto, sugiere que algunas de estas características podrían ser compatibles con algún tipo de propulsión o control artificial, aunque sin aportar pruebas directas que respalden ese salto interpretativo.
La anti-cola “anómala” y la falta de literatura especializada
Otro de los elementos que Loeb señala es la presencia de una anti-cola —una estructura de polvo que, por perspectiva, parece apuntar en sentido contrario al de la cola convencional— observada desde el Telescopio Nórdico.
Según su relato:
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La anti-cola sería persistente, a diferencia de lo que suele verse en otros cometas.
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No muchos cometas presentan este fenómeno, y menos aún de forma sostenida.
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Apenas se habría publicado un artículo que menciona la necesidad de investigarla sin ofrecer una explicación física convincente.
Loeb interpreta este conjunto de hechos como una muestra de que 3I/ATLAS no encaja bien en los modelos habituales de cometas y que la aparente falta de atención en la literatura podría reflejar, en su opinión, una reticencia a explorar hipótesis más audaces, incluida la artificialidad.
Tamaño, trayectoria y “afinación” orbital
En su lista de argumentos, Loeb sostiene que 3I/ATLAS podría tener un tamaño del orden de 10 kilómetros o más, una cifra que considera inusualmente grande para el tercer objeto interestelar detectado en nuestro vecindario, dado lo escaso de este tipo de hallazgos.
También califica de “muy anómala” la masa estimada y recuerda que existen pocos datos observacionales sobre cuerpos interestelares de ese rango de tamaño, lo que hace difícil compararlo con una población de referencia.
En el plano dinámico, subraya que:
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La órbita del objeto se alinea dentro de unos 5° del plano de la eclíptica, donde se encuentran las órbitas planetarias.
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Su trayectoria y tiempo de llegada estarían “bien ajustados” para pasar relativamente cerca de tres planetas.
Para Loeb, esta coincidencia geométrica alimenta la sospecha de una trayectoria “afinada”, aunque la dinámica de objetos interestelares permite también interpretar estas alineaciones como resultado de selección observacional y pura estadística, tal y como apuntan otros expertos.
Composición, polarización y color: ¿firma natural o industrial?
En materia de composición, Loeb menciona la posible existencia de una proporción sesgada de hierro-níquel, que él vincula a escenarios de producción industrial de níquel. A su juicio, una proporción de este tipo sería difícil de generar en procesos naturales conocidos, o al menos no encajaría fácilmente en las expectativas científicas actuales.
También llama la atención sobre una polarización negativa extrema en la luz dispersada, algo que interpreta como indicador de una gran cantidad de polvo alrededor del objeto. El problema, según su razonamiento, es que esto chocaría con la coloración azulada observada:
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Un objeto frío y muy polvoriento debería reflejar más bien luz rojiza, no azul.
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La luz azul sugiere temperaturas más altas o propiedades superficiales distintas.
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Si realmente hubiera tanto polvo, eso tendería a enrojecer la emisión, no a desplazarla hacia el azul.
Loeb considera que esta combinación —polarización que apunta a mucho polvo, pero color que apuntaría a lo contrario— constituye una contradicción relevante. De nuevo, plantea que podría ser compatible con algún tipo de actividad artificial o de propulsión no convencional, aunque sin descartarse aún explicaciones físicas más prosaicas.
Aceleración no gravitacional y el recuerdo de ‘Oumuamua
Finalmente, el astrofísico indica que 3I/ATLAS mostraría signos de aceleración no gravitacional, es decir, variaciones en su movimiento que no se explican solo por la gravedad de los cuerpos celestes. Para justificar esa aceleración mediante procesos cometarios estándar, calcula que, por ahora, alrededor de un 15% de la masa del objeto debería estar sublimándose —evaporándose—, una cifra que considera difícil de sostener sin evidencias claras de una intensa actividad.
Loeb recuerda el precedente de ʻOumuamua, el primer objeto interestelar detectado, sobre el que ya planteó hipótesis similares de posible origen artificial, precisamente a raíz de una aceleración no gravitacional y una morfología poco habitual.
En el caso de 3I/ATLAS, admite que el porcentaje de masa sublimada podría revisarse a la baja a medida que se obtengan nuevos datos y mejoren los modelos, pero insiste en que el comportamiento actual merece una mirada más abierta que la que, según él, está mostrando parte de la comunidad.
Un debate entre curiosidad legítima y rigor científico
El propio resumen de estas posiciones reconoce que Loeb no ha declarado en ningún momento que 3I/ATLAS sea artificial, sino que se limita a insistir en la posibilidad de que lo sea y a subrayar la falta de curiosidad que, a su juicio, existe en el sector espacial respecto a la vida inteligente extraterrestre.
Para muchos astrofísicos, sin embargo, el enfoque sigue siendo problemático. La crítica habitual no es que se planteen hipótesis audaces, sino que se les dé visibilidad pública antes de que existan datos robustos y revisados por pares que descarten explicaciones naturales. El consenso sigue siendo que:
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3I/ATLAS debe analizarse primero como un objeto natural, probablemente con procesos físicos complejos aún mal entendidos.
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Las “anomalías” enumeradas pueden deberse a lagunas en los modelos, a sesgos de observación o a incertidumbres en las medidas.
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Invocar un origen artificial requiere un listón de evidencia mucho más alto del que hoy está disponible.
Mientras se esperan observaciones más precisas y estudios detallados, el caso de 3I/ATLAS se sitúa en un punto intermedio: por un lado, alimenta el interés de quienes consideran legítimo explorar la hipótesis tecnológica; por otro, refuerza, para la mayoría de la comunidad, la necesidad de mantener el rigor metodológico y evitar conclusiones precipitadas.
En ese equilibrio entre imaginación y prudencia se jugará el desenlace del debate: si 3I/ATLAS acaba integrándose sin más en el catálogo de cometas peculiares o si, por el contrario, se convierte en el primer candidato serio a objeto de posible origen artificial respaldado por datos sólidos. De momento, lo único seguro es que el expediente sigue abierto.


