Un salto al vacío… casi literal: el paracaidista que quedó colgado del avión a 4.500 metros en Australia
Un paracaidista en Queensland, Australia, sobrevive milagrosamente tras quedar colgado del estabilizador de un avión durante un salto. La ATSB revela el informe oficial que descarta la carga como causa directa y detalla cómo se desarrolló este increíble suceso.
En la inmensidad de Australia, donde los deportes aéreos forman parte del paisaje cotidiano, un salto aparentemente rutinario terminó convirtiéndose en una escena digna de superproducción de Hollywood. Un paracaidista quedó literalmente colgado del estabilizador de un avión en pleno vuelo, a unos 4.500 metros de altura, y solo su sangre fría —y un pequeño cuchillo— marcaron la diferencia entre la vida y la muerte. El incidente fue investigado por la Autoridad de Seguridad del Transporte de Australia (ATSB) y difundido por AP News, junto con las impactantes imágenes.
El instante en que todo salió mal
El salto formaba parte de un ejercicio de formación en Queensland, con 17 paracaidistas a bordo de un Cessna Caravan que había despegado desde Tully Airport. Cuando el grupo se disponía a salir del avión para realizar una figura en el aire, algo falló de forma dramática.
Según el informe de la ATSB, el paracaídas de reserva de uno de los saltadores se activó de forma prematura y el tirador (ripcord) quedó enganchado en una parte del ala, lo que hizo que la campana se desplegara y lo lanzara hacia atrás contra la aeronave. En cuestión de segundos, el deportista golpeó la cámara de otro paracaidista —que ya estaba grabando el salto— y terminó con las piernas chocando contra el estabilizador horizontal de la cola.
El resultado: el paracaídas de reserva quedó enredado en la parte trasera del avión… y el paracaidista, colgando peligrosamente a miles de metros de altura.
Un cuchillo, once cortes y una segunda oportunidad
Mientras el avión seguía avanzando, el deportista quedó suspendido en el aire, sujeto por las líneas del paracaídas de reserva. En vez de entrar en pánico, recurrió al único recurso disponible: el hook knife, un pequeño cuchillo curvo que muchos paracaidistas llevan en su equipo para emergencias.
Con calma y precisión sorprendentes, cortó 11 líneas del paracaídas enredado hasta liberarse del avión. Cayó al vacío con parte de la tela rasgada aún enganchada, pero logró desplegar su paracaídas principal, que se abrió correctamente pese a enredarse parcialmente con restos del sistema de reserva. Milagrosamente, aterrizó con solo heridas leves en las piernas.
Mientras tanto, la mayoría de los otros paracaidistas ya habían saltado. El piloto se quedó con solo dos personas a bordo y con parte del paracaídas aún colgando de la cola, lo que complicaba el control de la aeronave. Emitió una llamada de mayday y se preparó incluso para abandonar el avión con un paracaídas de emergencia, pero los controladores de tráfico aéreo en Brisbane confirmaron que tenía suficiente control para intentar el aterrizaje. Finalmente, consiguió posarlo sin incidentes en Tully.
El informe de la ATSB apuntó que, aunque hubo ciertas irregularidades en la carga del avión, estas no fueron la causa directa del accidente. Lo que sí deja claro el caso es la importancia de la formación, los protocolos de seguridad… y detalles que muchos considerarían menores, como llevar un cuchillo de emergencia.
Como subrayó el propio organismo de seguridad, portar un hook knife —aunque no sea obligatorio— puede ser literalmente la diferencia entre la vida y la muerte cuando un paracaídas de reserva se despliega de forma imprevista y se engancha en la aeronave.
Las impactantes imágenes del paracaidista colgado del estabilizador han dado la vuelta al mundo, recordándonos que en los deportes extremos no existe la rutina absoluta: cada salto, cada maniobra y cada decisión pueden cambiarlo todo en cuestión de segundos.