Enigma cósmico: el cometa 3I/ATLAS sobrevive al Sol y podría estar conectado con la misteriosa señal WOW! captada hace casi 50 años
El cometa 3I/ATLAS, procedente del espacio interestelar, ha sorprendido a la comunidad científica al sobrevivir a una intensa tormenta solar sin fragmentarse, un comportamiento inusual que ha reavivado especulaciones sobre su origen. Su trayectoria y características espectrales podrían coincidir con la dirección de la legendaria señal WOW! captada en 1977, lo que ha vuelto a encender el debate sobre una posible conexión con inteligencia extraterrestre.
El universo vuelve a ofrecer un misterio fascinante. El cometa interestelar 3I/ATLAS, recientemente renombrado tras su confirmación como visitante de fuera del Sistema Solar, ha logrado sobrevivir a una tormenta solar de alta intensidad, algo extremadamente raro para un objeto de su tipo. Su núcleo, estimado entre 1 y 5 kilómetros de diámetro, continúa avanzando hacia el interior del Sistema Solar y, según los cálculos actuales, será visible a simple vista desde la Tierra el 19 de diciembre de 2025.
Lo que más ha sorprendido a los astrónomos no es solo su resistencia física, sino las similitudes orbitales y espectrales que algunos investigadores han encontrado entre el 3I/ATLAS y la señal WOW!, aquella misteriosa transmisión de 72 segundos captada en 1977 por el radiotelescopio Big Ear, en Ohio. La señal, registrada con una intensidad fuera de lo común y nunca repetida, fue considerada por décadas como una posible evidencia de una comunicación extraterrestre inteligente.
Los nuevos análisis, realizados por equipos de astrofísicos independientes, apuntan a que la dirección y la velocidad del cometa 3I/ATLAS podrían coincidir con la procedencia de la señal WOW!, lo que ha encendido la imaginación de científicos y entusiastas del espacio. Aunque no existen pruebas concluyentes, la coincidencia ha llevado a reexaminar los datos originales de 1977 con técnicas modernas de inteligencia artificial y correlación de espectros.
El Centro de Estudios de Objetos Interestelares de la NASA ha reconocido el interés del fenómeno, pero insiste en mantener una postura prudente: “Por el momento, no hay evidencia que relacione al 3I/ATLAS con una fuente tecnológica. Es un cometa natural, aunque inusualmente estable”, señaló uno de sus portavoces. Sin embargo, incluso los más escépticos admiten que el hallazgo podría abrir nuevas vías para investigar la composición y el comportamiento de cuerpos interestelares, especialmente tras el paso de Oumuamua y Borisov en la última década.
El debate llega en un momento de renovado auge de la exploración espacial, impulsado tanto por agencias gubernamentales como por el sector privado. Compañías tecnológicas y aeroespaciales —entre ellas Open, que recientemente alcanzó récords históricos de inversión— están aumentando su apuesta por el análisis de señales cósmicas y la inteligencia artificial aplicada a la astronomía. Este cruce entre ciencia, capital y curiosidad ha convertido la búsqueda de vida inteligente en una nueva frontera de competencia global.
Para la comunidad científica, el 3I/ATLAS representa una oportunidad única para estudiar un fragmento del espacio exterior y entender mejor los procesos que ocurren más allá del sistema solar. Para el público, en cambio, el misterio revive una de las historias más enigmáticas de la astronomía moderna: la idea de que quizá aquella señal de hace casi cincuenta años no fue un error, sino un saludo perdido en el cosmos.