El uso excesivo de la tecnología en la educación está dañando la capacidad de los niños para expresarse y entender la realidad, mientras las grandes empresas tecnológicas, como Netflix, enganchan a los jóvenes con recursos ilimitados.

¿Estamos sacrificando la educación por la tecnología? El peligro del ChatGPT en las aulas y la pérdida de recursos léxicos

La profesora María Montessori dijo: "Nunca hagas para un niño lo que él puede hacer por sí solo", y en la era del ChatGPT, ¿estamos realmente permitiendo que los niños aprendan de manera autónoma? La tecnología en las aulas, lejos de ser una herramienta educativa, se está convirtiendo en un negocio que engancha a los estudiantes, mientras los recursos léxicos y la capacidad crítica se desvanecen.

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La tecnología ha irrumpido con fuerza en las aulas, pero no necesariamente para bien. Hoy en día, los profesores recurren al ChatGPT para planificar sus clases, y los estudiantes usan la herramienta para hacer sus deberes, lo que plantea la pregunta: ¿dónde queda el aprendizaje real? María Montessori, una de las educadoras más influyentes, estaría en desacuerdo con este enfoque. Su filosofía educativa se basa en el autonomía del niño y en la importancia de que los estudiantes desarrollen habilidades por sí mismos. Sin embargo, con el uso generalizado de herramientas como el ChatGPT, nos estamos alejando cada vez más de ese principio fundamental.

El “matrimonio de conveniencia” entre las empresas tecnológicas y la educación nueva está convirtiendo las aulas en plataformas comerciales. ¿El objetivo? Captar la atención de los estudiantes para mantenerlos enganchados a sus productos, en lo que parece una guerra entre padres y gigantes como Netflix, que cuentan con recursos ilimitados para mantener a los jóvenes frente a las pantallas. Las redes sociales y el contenido digital no solo absorben el tiempo de los estudiantes, sino que les alejan de la lectura profunda y de la adquisición de recursos léxicos. ¿Qué futuro nos espera cuando los niños ya no tienen las herramientas para expresarse adecuadamente?

El uso desmedido de la tecnología no solo está afectando la capacidad de los niños para aprender y desarrollar pensamiento crítico, sino que también está minando su capacidad de expresión emocional. En lugar de fomentar la educación emocional, muchos sistemas educativos actuales parecen centrarse en la idea de que los jóvenes no saben identificar sus emociones. Sin embargo, la realidad es otra: lo que realmente necesitan es aprender a identificar la realidad y expresar lo que sienten con palabras precisas, un aspecto que se ha ido perdiendo con la digitalización del aprendizaje.

El resultado de no saber expresar lo que sentimos no es solo la confusión emocional, sino que puede llevar a manifestaciones físicas de frustración, desde gritos hasta actos de violencia. La incapacidad de comunicar adecuadamente nuestros sentimientos se conecta directamente con comportamientos destructivos, y eso es algo que no podemos permitirnos. En este contexto, la palabra adquiere una relevancia crucial en la democracia. Sin el dominio del lenguaje, nos enfrentamos al peligro de perder lo más valioso que tenemos: la capacidad de comunicarnos de forma crítica y constructiva.

La lectura se ha convertido en una actividad marginal en comparación con el consumo de contenido digital superficial. Sin embargo, no todo lo que se lee nos hace mejores personas. La educación debe ser selectiva, crítica y profunda, no una simple absorción pasiva de datos de redes sociales. Lo que leemos debe enseñarnos a cuestionar y a comprender el mundo que nos rodea, no solo a seguir las tendencias impuestas por algoritmos.

Es un momento crucial para la sociedad civil: si no somos capaces de detener esta influencia externa que invade la educación, corremos el riesgo de que nuestras futuras generaciones se conviertan en consumidores de información, no en creadores y pensadores críticos. La lucha por el control de los jóvenes es más intensa que nunca, y los intereses comerciales están claramente por encima del bienestar educativo.

La victoria en esta batalla dependerá de nuestra capacidad para mantener un equilibrio entre la tecnología y el pensamiento humano, entre la innovación y la preservación de nuestra capacidad crítica. Necesitamos recuperar el control de nuestras aulas antes de que la tecnología lo haga por nosotros, y para ello debemos reforzar el valor de la palabra, la lectura profunda y la expresión emocional genuina.

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