Marc Vidal y José Vizner van a por tu dinero

La gran amenaza que esconden las élites: Marc Vidal y José Vizner alertan, corre y protege tu dinero antes que sea demasiado

La gran amenaza que te ocultan las élites es un fenómeno de manipulación económica y control financiero para limitar tu libertad. Descubre cómo proteger tu dinero y evitar la pérdida de poder adquisitivo.
Marc Vidal
Temas clave:
  •     Libertad de expresión y control social: La conversación gira en torno a cómo la tecnología, especialmente la inteligencia artificial y las redes sociales, está siendo utilizada para controlar el mensaje y al mensajero. Se plantea la preocupación por la "policía por encima" del control social y la posible deriva hacia un estado distópico si la sociedad no toma conciencia.
  •     Desinformación y crítica individual: Se debate sobre la desinformación, señalando que el problema reside en el que escucha y no en el que emite la información incorrecta. Se enfatiza la importancia de la crítica individual, el esfuerzo por informarse y la capacidad de discernir entre la información veraz y la que no lo es.
  •     Estado fallido y sistema político: Se cuestiona la eficacia de las administraciones públicas y la gestión política, describiendo un escenario de "estado fallido" o "disfuncional" en varios aspectos (sanidad, educación, infraestructuras). Se critica la ineficiencia, el gasto público desmedido y la falta de soluciones reales por parte de una clase política que parece más interesada en el conflicto que en la resolución de problemas.
  •     Conflicto generacional y pensiones: Se aborda la problemática de las pensiones y la deuda, planteando la posibilidad de un choque generacional. Se argumenta que las generaciones actuales han vivido de un endeudamiento que las futuras deberán asumir, y se sugiere la necesidad de transitar hacia un modelo de cotización individual, como la "mochila austriaca", para garantizar la sostenibilidad del sistema.
  •     Autocensura y el "rebaño" social: Se menciona el concepto de autocensura como una de las mayores preocupaciones en relación con la libertad de expresión, donde el miedo a las consecuencias lleva a las personas a no expresarse libremente. Se plantea que las herramientas de control social buscan convertir a los individuos en un "rebaño" dócil y manejable, con la falsa sensación de ser individuales.

La libertad de expresión, pilar fundamental de cualquier sociedad democrática, se encuentra hoy en el punto de mira. En una era definida por la omnipresencia de la tecnología, asistimos a una metamorfosis del concepto de libertad, donde el control social, lejos de ser una quimera distópica, se materializa a través de herramientas cada vez más sofisticadas. La pregunta ya no es si el miedo a hablar existe, sino hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra autonomía individual en aras de una ilusoria seguridad.

La voluntad de control: un patrón histórico reinventado

La ambición por controlar el mensaje y al mensajero no es nueva. Desde los monarcas absolutos y los señores feudales hasta la Iglesia, los poderes fácticos siempre han buscado moldear la narrativa. Sin embargo, la irrupción de la era digital ha dotado a esta voluntad de control de una dimensión sin precedentes. La inteligencia artificial, las redes sociales y la interconectividad global han transformado la comunicación en un arma de doble filo, ofreciendo a la vez la posibilidad de una expresión ilimitada y la capacidad de un monitoreo exhaustivo.

Marc Vidal, CEO de Allrework, subraya la paradoja: "De repente, cualquier persona tiene la capacidad de comunicar, de comunicar a muchísima gente... y se incorporan factores como la inteligencia artificial, que aún le da una potencia muy superior a la capacidad de comunicar". Esta democratización de la palabra, sin embargo, ha generado una reacción por parte de las élites, que han encontrado en la tecnología un nuevo campo de juego para "cazar" y "controlar" el discurso.

Desinformación: el problema del que escucha

Uno de los términos más recurrentes en este debate es la "desinformación". Sin embargo, la verdadera preocupación no reside tanto en la emisión de información errónea como en la pasividad del receptor. Como bien apunta Vidal, "el problema de la desinformación es un problema del que escucha". La capacidad crítica individual se diluye en un océano de datos, donde la gente tiende a "tragarse lo primero que le llega".

Esta falta de discernimiento convierte a la sociedad en un terreno fértil para la manipulación. Las herramientas de control se justifican bajo pretextos loables, como la protección de los menores o la lucha contra la delincuencia. El "chat control", una iniciativa que permite el acceso a todos los mensajes, fotografías y comunicaciones bajo una orden administrativa, es un ejemplo alarmante. La justificación de proteger a los niños es un "caballo de Troya" que abre la puerta a la vigilancia masiva, "considerándonos a todos delincuentes porque hay unos cuantos delincuentes".

El estado fallido y la docilidad social

La crítica a la gestión pública y la percepción de un "estado fallido" se entrelazan con la amenaza al control social. Los fallos recurrentes en servicios esenciales, la ineficiencia, el gasto desmedido y la falta de planificación en situaciones de crisis (como los incendios o los apagones) evidencian una administración que no logra garantizar la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos. La pregunta es: ¿es un fallo puntual o una disfunción sistémica?

En este contexto de ineficacia estatal, la sociedad se vuelve más dócil y susceptible a la narrativa dominante. La comodidad y la búsqueda de seguridad se convierten en los principales motores, sacrificando la libertad individual en el altar de una protección ilusoria. "No hay nada más inseguro que perder la libertad", advierte Vidal, ya que en ese momento "estás a expensas de quien manda".

La autocensura, impulsada por el temor a las repercusiones, se convierte en un mecanismo de control interno aún más pernicioso. "Hay gente que está buscando cómo hacer daño", sentencia Vidal, refiriéndose a aquellos que retuercen las palabras y amplifican cualquier discrepancia para su propio beneficio. La capacidad de discernir y la valentía de expresar opiniones disidentes se ven mermadas, dando lugar a una sociedad acrítica y manipulable.

El choque generacional: una deuda con el futuro

La sostenibilidad del modelo de pensiones es otro de los temas candentes que anticipa un posible "choque generacional". La deuda acumulada por las generaciones pasadas, que han disfrutado de un estado del bienestar financiado por futuros pasivos, se cierne como una amenaza sobre los jóvenes. La propuesta de Bayrou en Francia, que instaba a las generaciones mayores a empezar a devolver parte de esa deuda, revela la magnitud del problema.

El dilema es complejo: mantener un sistema insostenible o reformarlo con medidas impopulares. La solución, según Vidal, pasa por una "transición larga" hacia un modelo donde la cotización sea individual, como la "mochila austriaca". Sin embargo, la falta de voluntad política para abordar este problema, sumada a la ineficiencia de los países europeos, solo agrava la situación. Alemania, Francia y España se encuentran en una encrucijada, con la producción disminuyendo y la deuda aumentando, lo que aboca a un inevitable ajuste de cuentas.

La batalla por la conciencia individual

El futuro que se vislumbra, si no se produce un cambio de rumbo, es el de una sociedad distópica, donde el control se ejercerá a través de la vigilancia digital y la manipulación de la información. La imposición de herramientas como las CBDC (monedas digitales de banco central) y los pasaportes digitales, que prometen "viajes más placenteros y rápidos", son en realidad mecanismos para "rastrear" y "controlar" cada aspecto de nuestra vida.

Frente a esta amenaza, la clave reside en la conciencia individual. "Yo no creo en la acción grupal", afirma Vidal, "creo en la acción individual". La resistencia no pasa por la creación de nuevos partidos o movimientos, sino por el empoderamiento de cada ciudadano. Es fundamental leer, informarse de diversas fuentes, ser crítico y cuestionar la versión oficial. No se trata de "organizar un partido nuevo" sino de "insistir" en que no se acepten las herramientas de control, que se rechace la monitorización de las comunicaciones y se defienda el uso del efectivo.

En última instancia, la lucha es por la autonomía del individuo. No debemos caer en la trampa de un mensaje que busca la homogeneización bajo la apariencia de la diversidad. La verdadera diversidad reside en la capacidad de pensar por uno mismo, de ser crítico y de no conformarse con la versión teledirigida de la realidad. El futuro no está escrito, y la posibilidad de revertir esta tendencia hacia el control total reside en la voluntad de cada persona para despertar y defender su libertad. La era digital nos ha dado la voz, pero también la responsabilidad de usarla con sabiduría y valentía.

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