Cuenta atrás 3I/ATLAS

3I/ATLAS se acerca a la Tierra el 19 de diciembre: emergencia global en alerta roja

El 19 de diciembre 2025, el objeto interestelar 3I/ATLAS pasará cerca de la Tierra generando atención mundial. La NASA y ESA advierten sobre su aceleración anómala y la ausencia de actividad cometaria.

Imagen oficial del objeto interestelar 3I/ATLAS captada y difundida por NASA y ESA, mostrando el visitante interestelar antes de su aproximación a la Tierra.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
3I/ATLAS captada y difundida por NASA y ESA, mostrando el visitante interestelar antes de su aproximación a la Tierra.

La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han encendido todas las alarmas científicas con los últimos datos de 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar confirmado que nos visita. Lo que parecía otro “paso fugaz” por el vecindario solar se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los astrofísicos.

Los equipos del Jet Propulsion Laboratory (JPL) han detectado que 3I/ATLAS presenta una aceleración no gravitacional: su trayectoria se desvía de lo que dictarían únicamente las fuerzas de la gravedad conocidas.

En cometas “normales”, este tipo de comportamiento se explica por la desgasificación: al acercarse al Sol, expulsan chorros de gas y polvo que actúan como un pequeño motor, empujando al objeto y alterando su órbita. El problema es que en 3I/ATLAS no se observa la típica cola ni actividad cometaria evidente que justifique esa aceleración.

Resultado: los modelos clásicos no alcanzan y los científicos se enfrentan a un enigma incómodo. ¿Qué está impulsando realmente a este objeto? ¿Hay procesos físicos que aún no comprendemos actuando en él?

¿Objeto natural… o algo más?

Cuando la ciencia no tiene todas las piezas del puzle, las hipótesis se multiplican. La mayoría de los investigadores trabajan dentro del marco más conservador: 3I/ATLAS sería un objeto natural con un mecanismo de desgasificación muy tenue, poco visible o con una composición aún no bien caracterizada.

Sin embargo, como ya ocurrió con ‘Oumuamua en 2017, también surgen propuestas más atrevidas. Algunos físicos teóricos se preguntan si fenómenos como este podrían ser compatibles con estructuras artificiales avanzadas, velas de luz o ingenios tecnológicos de civilizaciones lejanas.

No se trata de afirmar que 3I/ATLAS sea “una nave”, sino de reconocer que su comportamiento entra en esa zona gris donde la Física conocida no lo explica todo, y donde es legítimo —y científicamente sano— contemplar hipótesis alternativas mientras llegan más datos.

 

Ciencia en modo máximo: la ventana 2025–2026

3I/ATLAS es solo el tercer visitante interestelar detectado, después de ‘Oumuamua y 2I/Borisov, y eso lo convierte en una oportunidad científica única. NASA, ESA, el Observatorio Europeo Austral y varias redes de telescopios han coordinado una campaña de observación intensiva entre noviembre de 2025 y enero de 2026.

Es una carrera contra el tiempo: cuando el objeto se aleje de nuevo hacia el espacio interestelar, la señal se debilitará hasta volverse prácticamente imposible de estudiar con el detalle actual. En estos meses se juegan:

  • Medir con precisión su aceleración y posibles cambios.

  • Caracterizar su composición y cualquier rastro de desgasificación.

  • Afinar su curva de luz para detectar patrones periódicos o anomalías.

Lo que se aprenda de 3I/ATLAS puede redefinir cómo entendemos los objetos que vagan entre estrellas… y qué debemos buscar cuando el próximo visitante cruce nuestra puerta cósmica.

Cuando el espacio también es geopolítica

Detrás de telescopios y gráficos orbitales hay algo más que ciencia pura. La cooperación en torno a 3I/ATLAS llega impulsada por un nuevo pacto estratégico entre Estados Unidos y Reino Unido, escenificado en una cena donde coincidieron figuras políticas y tecnológicas de primer nivel, incluido Donald Trump.

La exploración espacial y la inteligencia artificial se han convertido en ejes de poder global, y proyectos como este sirven también para medir músculo tecnológico, capacidad de coordinación internacional y liderazgo científico. Incluso la forma en que estudiamos un objeto interestelar puede inclinar la balanza en la competición por dominar las próximas décadas de innovación.

3I/ATLAS es, al mismo tiempo, un misterio científico y un recordatorio político: quien domine los datos, la tecnología y el espacio tendrá una voz decisiva en el tablero mundial.

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