Tensiones tecnológicas entre gigantes: se agita la relación entre China y Japón

China rechaza la inclusión de empresas en la lista de exportaciones de Japón

Beijing reaccionó con firmeza este lunes ante la decisión del Gobierno japonés de incorporar varias compañías chinas en su lista actualizada de control de exportaciones bajo la figura de “usuario final”. Aunque China celebró la remoción de dos empresas del listado, el tono general del mensaje diplomático fue de advertencia: insta a Tokio a cesar esa práctica y advierte sobre el riesgo para los intereses comerciales bilaterales.

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China rechaza la inclusión de empresas en la lista de exportaciones de Japón EPA/ROMAN PILIPEY

China expresó públicamente su “firme oposición” a la incorporación de empresas chinas en la renovada lista japonesa de end-users para exportaciones estratégicas, al acusar a Japón de actuar “sin base fáctica” y de exponer los intereses de empresas de ambos países a consecuencias graves. En un comunicado, el Ministerio de Comercio del gigante asiático urgió a las autoridades de Tokio a “dejar de inmediato” esa práctica considerada injusta.

Al mismo tiempo, Beijing asumió un matiz conciliador al reconocer que Japón eliminó dos firmas chinas del listado, calificando esa medida como “en línea con los intereses comunes de ambas partes”. En ese sentido, instó a Tokio a reforzar los canales de comunicación para lograr que más empresas sean retiradas del control.

Este episodio forma parte de una disputa más amplia en el terreno de la tecnología avanzada, especialmente en semiconductores y equipos de alto rendimiento. Japón ha venido reforzando sus normativas de control sobre exportaciones de componentes y equipamientos clave hacia China, especialmente aquellos que tienen usos duales —civiles y militares—, lo que ha generado fuertes críticas desde Beijing.

La tensión no es nueva: Japón ha delineado controles para chips avanzados, sistemas cuánticos y herramientas de litografía, y en febrero propuso ampliar sus restricciones para incluir equipos esenciales para la fabricación de semiconductores. China, por su parte, ha considerado esas medidas como una presión desproporcionada que puede perturbar las cadenas globales de suministro e inhibir la cooperación tecnológica entre empresas de ambas naciones.

Para empresas del sector tecnológico global, este choque no es solo simbólico: repercute directamente en decisiones estratégicas de inversión, en alianzas para investigación y desarrollo, y en la confianza de quienes operan en intercambios transnacionales con Asia. Los actores industriales observan con cautela los siguientes pasos diplomáticos porque un endurecimiento o escalada podría generar altibajos en los flujos de comercio tecnológico.

Frente a este telón de fondo, la publicación del comunicado chino no solo es una respuesta formal, sino una señal política clara: la disconformidad existe, y el margen de negociación se invoca para evitar que la relación tecnológico-comercial quede atrapada en endurecimientos crecientes. El futuro del enfrentamiento depende de hasta qué punto Japón esté dispuesto a suavizar su postura —o, en cambio, a endurecerla— y de si China responde con medidas recíprocas más severas.

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