Lavrov carga contra Europa y celebra el fin del “mundo del dólar”: la nueva hoja de ruta de Moscú
El ministro ruso Serguéi Lavrov arremete contra Europa y Occidente en un discurso donde reafirma el apoyo internacional a Moscú, critica las políticas occidentales en Ucrania y defiende la transición hacia un sistema global multipolar.
En su último discurso, Serguéi Lavrov no dejó títere con cabeza. El ministro de Exteriores ruso apuntó directamente a Alemania por su papel en el rearmamento de Ucrania y señaló a Finlandia por una supuesta rusofobia histórica, pese a décadas de cooperación previa.
Según su relato, Europa habría renunciado a cualquier papel de mediador para convertirse en parte activa del conflicto, empujando a Kiev a prolongar la guerra “a costa de su propia población”.
En la narrativa de Moscú, Bruselas no solo habría fallado en sus compromisos diplomáticos, sino que habría dinamitado acuerdos que, a ojos del Kremlin, podrían haber estabilizado la región. El mensaje es claro: Europa ya no es socio fiable, sino un actor alineado con una estrategia de confrontación.
Occidente en declive y Trump como figura “diferente”
Lavrov volvió sobre una de las ideas favoritas del discurso oficial ruso: Occidente está en declive. Lo presentó como un proceso casi inevitable, agravado por decisiones políticas que, según él, priorizan la ideología sobre los intereses reales de sus propios pueblos.
En este marco, el ministro ruso introdujo un matiz llamativo: elogió a Donald Trump como un político “distinto” dentro de ese Occidente en decadencia, asegurando que el expresidente estadounidense entendía mejor las raíces del conflicto en Ucrania. Con ello buscó subrayar las fracturas internas en el bloque occidental, dejando entrever que no todos sus líderes comparten la misma visión sobre cómo tratar a Rusia.
El mundo multipolar y el desgaste del dólar como “arma política”
Uno de los ejes centrales del mensaje de Lavrov fue la defensa de un mundo multipolar, donde el dólar deje de ser el instrumento hegemónico del sistema financiero internacional.
Denunció que la moneda estadounidense se utiliza como una “arma política” mediante sanciones y restricciones financieras, y presentó como alternativa el creciente interés de países de África, Asia y América Latina por buscar otros mecanismos de pago y financiación.
Para Moscú, este giro forma parte de una rebelión silenciosa contra el neocolonialismo económico, en la que Rusia se presenta como socio dispuesto a impulsar nuevos equilibrios, aunque el coste sea una confrontación más abierta con Washington y Bruselas.
Rusia se mueve en la ONU: sanciones, colonialismo y ciberdelincuencia
Lavrov no se limitó a la retórica: vinculó su discurso a iniciativas concretas en el terreno diplomático. Recordó la reciente proclamación en la ONU de un Día contra las sanciones unilaterales, impulsado por Rusia y sus aliados, como un golpe simbólico a la política de castigos económicos de Occidente.
Además, destacó la próxima votación para establecer un Día Internacional contra el Colonialismo, claramente orientado a reforzar el relato de que el “viejo orden” occidental sigue operando con lógicas de dominación.
Otro punto clave fue la mención a la primera convención internacional contra la ciberdelincuencia, promovida desde Hanói con fuerte protagonismo ruso. Con ello, Moscú intenta proyectarse como actor imprescindible en la arquitectura de la seguridad digital global, un terreno donde también choca con los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea.
Un mensaje al mundo: Moscú no se repliega, se reubica
El discurso de Lavrov funciona como un aviso: Rusia no piensa replegarse, sino reubicarse en un orden internacional que considera en plena remodelación.
Sus críticas a Europa, sus guiños a Trump y su defensa de un mundo multipolar son piezas de una misma estrategia: presentarse como alternativa al liderazgo occidental, especialmente ante aquellos países que se sienten marginados por el sistema actual.
La gran incógnita es si esta apuesta le dará a Moscú más aliados reales o solo más tensión diplomática. Por ahora, algo es evidente: Rusia quiere dejar claro que no acepta volver al papel de actor secundario en la escena global.
