Trump rompe con su aliada Marjorie Taylor Greene y le retira su apoyo político
El presidente Donald Trump ha retirado su respaldo a una de sus aliadas más combativas en el Congreso, la representante Marjorie Taylor Greene, marcando una ruptura significativa en el bloque trumpista del Partido Republicano. A través de un mensaje en Truth Social, Trump anunció que deja de apoyar y de respaldar a la congresista por sus críticas recientes a su agenda y advirtió de que podría apoyar a un candidato rival en las primarias del próximo año en su distrito de Georgia. Greene, que hasta ahora había evitado atacar directamente al presidente, respondió acusándole de haber «mentido» sobre ella y vinculó el desencuentro a su ofensiva para forzar la publicación de los archivos del caso Jeffrey Epstein.
La ruptura llega tras semanas de fricción pública, en las que Greene ha cuestionado la gestión económica, comercial y de política exterior de la Casa Blanca y se ha alineado con los demócratas en iniciativas sensibles, como la desclasificación completa de los documentos del Departamento de Justicia sobre Epstein.
Un apoyo retirado en público
Trump hizo público el giro en su relación con Greene en un mensaje en el que afirmó estar retirando su «apoyo y respaldo» a la congresista. Según relató, el conflicto se intensificó después de mostrarle una encuesta interna que sugería que Greene tendría pocas opciones de ganar unas elecciones a gobernadora o senadora sin su respaldo, apoyo que no estaba dispuesto a concederle.
El presidente criticó que, en su opinión, la congresista se limita a «quejarse» y sugirió que los votantes conservadores de su distrito podrían considerar un rival en las primarias, al que él mismo estaría dispuesto a apoyar. El mensaje supone una señal directa a la base republicana de que el vínculo político entre ambos ha quedado, al menos por ahora, roto.
Greene responde y menciona el caso Epstein
La congresista, que durante años se ha destacado como una de las defensoras más vehementes de Trump en la Cámara de Representantes, respondió a través de X (antes Twitter) acusando al presidente de haberla «atacado» y de haber «mentido» sobre ella. Greene vinculó el cambio de postura de la Casa Blanca con su campaña para forzar la publicación de los archivos sobre Jeffrey Epstein en manos del Gobierno.
Greene calificó de «asombroso» el esfuerzo que, a su juicio, estaría haciendo Trump para impedir la desclasificación de los documentos, y afirmó que el presidente estaría intentando intimidar a otros republicanos antes de una votación clave de la próxima semana sobre la publicación íntegra de los archivos del Departamento de Justicia. Trump ha restado importancia al furor en torno al caso Epstein, al que ha descrito como un «engaño» promovido por los demócratas.
Presión en el Congreso por los archivos de Epstein
El último choque se produce en un contexto de creciente presión en el Congreso para que el Gobierno revele toda la información que posee sobre el caso Epstein. El miércoles, Greene fue una de los cuatro republicanos que se unieron a los demócratas en la firma de una moción para forzar una votación sobre la publicación completa de los documentos.
Ese movimiento la situó en una posición incómoda dentro de su propio partido y la alineó, de forma puntual, con la oposición demócrata, reforzando la impresión en la Casa Blanca de que la congresista se está desmarcando del núcleo duro trumpista. Para Greene, sin embargo, se trata de una cuestión de transparencia y de credibilidad institucional.
Críticas a tarifas, política exterior e inflación
Más allá de Epstein, la ruptura refleja un desacuerdo más amplio sobre la agenda política y económica de Trump. En las últimas semanas, Greene ha calificado el despliegue de nuevos aranceles comerciales como «accidentado» y ha criticado el enfoque de la Casa Blanca en política exterior, reclamando que el presidente priorice los asuntos internos frente a las crisis internacionales.
La congresista también ha discrepado de la narrativa oficial sobre la inflación, cuestionando la idea de que esté bajo control y exigiendo al Partido Republicano un plan concreto para afrontar el aumento de los costes sanitarios. Estas críticas han alimentado la percepción de que Greene busca marcar un perfil propio dentro del campo conservador, incluso a costa de distanciarse del presidente.
Una voz disidente en el ala dura republicana
Greene mantiene posiciones que la sitúan en un lugar singular dentro del propio trumpismo. Este año se convirtió en la primera legisladora republicana en referirse públicamente a la crisis humanitaria en Gaza como un genocidio, una formulación que choca con el discurso predominante en su partido y que generó controversia entre sus propios aliados.
Al mismo tiempo, ha negado estar construyendo una plataforma para una eventual candidatura presidencial en 2028 y asegura que sigue concentrada en la representación de su distrito en el noroeste de Georgia. No obstante, sus movimientos recientes —desde las críticas económicas hasta el pulso por los archivos de Epstein— han alimentado las especulaciones sobre sus ambiciones futuras.
Consecuencias para las primarias republicanas
La retirada del respaldo de Trump coloca a Greene en una situación delicada de cara a las próximas elecciones de mitad de mandato. En un partido donde el aval del presidente continúa siendo un factor decisivo en muchas primarias, la amenaza explícita de apoyar a un candidato alternativo en su distrito añade presión a la congresista y podría animar a rivales internos a dar el paso.
El choque también envía un mensaje al resto de legisladores republicanos: el alineamiento con la agenda de la Casa Blanca sigue siendo condición casi indispensable para conservar el favor del presidente. La evolución de esta disputa —si se reconduce o si deriva en una batalla abierta en primarias— será un termómetro clave del equilibrio de fuerzas dentro del Partido Republicano y del margen de disidencia que tolera el trumpismo en su nueva etapa en la Casa Blanca.

