El Banco de Inglaterra advierte que la inflación avanza más lentamente de lo esperado
Megan Greene, integrante del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (BoE), expresó el martes su preocupación por la resistencia de la inflación británica y advirtió que la política monetaria actual podría no ser lo suficientemente restrictiva para devolverla al objetivo del 2%.
Durante su intervención en un foro financiero en Londres, Greene señaló que los últimos datos salariales fueron “ligeramente inferiores a lo esperado”, lo que indica que el proceso de desinflación continúa, pero a un ritmo más lento del deseado. Según explicó, las expectativas de inflación de los hogares se mantienen en el extremo superior de lo que el banco considera aceptable, una señal preocupante de que la percepción pública sobre los precios sigue sin anclarse.
“La inflación está tardando más de lo previsto en ceder, y las presiones internas aún son intensas”, subrayó. “Si bien los indicadores de corto plazo son algo más alentadores, aún no podemos asegurar que el proceso de desinflación esté firmemente en marcha”. Greene destacó además que la inflación subyacente —que excluye energía y alimentos— continúa mostrando una “resiliencia inesperada”, impulsada por el encarecimiento de los servicios y la fuerte demanda en determinados sectores.
En relación con el mercado laboral, la economista reconoció que el último informe de empleo, que situó la tasa de paro en el 5% en el trimestre hasta septiembre, “no es una buena señal”. Sin embargo, advirtió que los problemas recientes en las encuestas laborales del Reino Unido podrían estar distorsionando las cifras, dificultando una lectura precisa de la evolución del empleo. “Los ajustes en el mercado laboral ya han pasado en su mayoría”, afirmó, sugiriendo que las empresas están mostrando una mayor retención de trabajadores pese a la desaceleración económica.
Greene insistió en que la política monetaria del BoE —que mantiene los tipos de interés en el 5,25%, su nivel más alto desde 2008— todavía no ha ejercido plenamente sus efectos sobre la economía real. A su juicio, el endurecimiento crediticio ha reducido el consumo y la inversión, pero el impacto total aún se sentirá en los próximos trimestres. “Podríamos necesitar mantener los tipos en niveles restrictivos durante más tiempo del que muchos esperan”, añadió.
El mensaje de Greene se suma al de otros miembros del comité, como Jonathan Haskel y Catherine Mann, que han advertido sobre el peligro de relajar la política monetaria demasiado pronto. Sin embargo, algunos analistas apuntan que el tono de Greene podría reflejar una división creciente dentro del BoE, donde varios miembros consideran que el riesgo de una recesión está aumentando y abogan por una estrategia más equilibrada.
Los analistas financieros interpretaron sus declaraciones como una señal de prudencia ante la falta de avances significativos en el control de los precios. “El Banco de Inglaterra se encuentra en una posición muy complicada: la inflación cede, pero no lo suficiente como para justificar un recorte de tipos, mientras la economía muestra claros signos de debilidad”, señaló Neil Wilson, estratega jefe de Markets.com.
El contexto internacional tampoco ayuda. La Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo han mostrado progresos más sólidos en su lucha contra la inflación, con descensos más pronunciados en los precios de los bienes y una moderación salarial más visible. El Reino Unido, en cambio, sigue enfrentando una inflación estructuralmente alta, agravada por el encarecimiento de los alquileres, la energía y los alimentos, además de los efectos persistentes del Brexit sobre las cadenas de suministro y el mercado laboral.
“La política monetaria ha hecho gran parte del trabajo, pero no todo”, admitió Greene, quien destacó que el reto ahora es mantener la confianza de los mercados y evitar que las expectativas inflacionarias se desanclen. “Si los hogares y las empresas siguen esperando precios altos, eso puede convertirse en una profecía autocumplida”, advirtió.
Los mercados reaccionaron con cautela tras sus palabras. La libra esterlina se mantuvo estable frente al dólar en torno a 1,26, mientras que los rendimientos de los bonos británicos subieron ligeramente, reflejando las expectativas de que el BoE mantendrá los tipos sin cambios al menos hasta mediados de 2025.
Con sus declaraciones, Greene refuerza la visión de que el Reino Unido sigue enfrentando una inflación más persistente que sus socios europeos, y que el Banco de Inglaterra deberá mantener su política restrictiva durante más tiempo del previsto si quiere recuperar la estabilidad de precios sin agravar la desaceleración económica.