Wall Street: la Fed se fractura sobre los tipos mientras crece la presión de Trump
Las actas revelan discrepancias sobre el ritmo de los recortes en un contexto de inflación aún elevada, mercado laboral mixto y cita clave del FOMC a finales de enero
La Reserva Federal afronta el arranque de 2026 con un nivel inusual de debate interno sobre la trayectoria de los tipos de interés. Las últimas actas de la reunión de política monetaria recogen una división clara entre quienes abogan por acelerar los recortes para apuntalar la actividad y quienes prefieren un enfoque más gradual ante una inflación que no ha regresado aún al 2% y un mercado laboral con señales contradictorias.
Este debate se produce en paralelo a una mayor visibilidad de las presiones políticas, con el presidente Donald Trump reclamando en público una política monetaria “más expansiva” y cuestionando abiertamente el liderazgo de Jerome Powell. La combinación de discrepancias técnicas y ruido político introduce un elemento adicional de incertidumbre en un momento en el que los mercados descuentan, de forma mayoritaria, una pausa en los recortes en la reunión prevista para finales de enero.
Las actas describen una discusión que se prolongó más de lo habitual y en la que se plantearon escenarios divergentes sobre crecimiento, empleo e inflación para 2026. La cuestión de fondo es cómo ajustar la política monetaria para contener los precios sin frenar en exceso la economía, después de un año marcado por un cierre parcial del Gobierno federal y por revisiones a la baja de varios indicadores de confianza.
Un banco central en el centro del debate económico
La Reserva Federal se encuentra en el foco de la discusión económica en Estados Unidos. Tras varios trimestres de tipos en la franja del 3,75%-4,00%, y tres recortes de 25 puntos básicos en los últimos meses, la institución debe decidir ahora si mantiene una pausa táctica o si continúa reduciendo el coste del dinero en un entorno de crecimiento moderado.
Las actas publicadas tras la última reunión muestran que la Fed ya no opera en un contexto de consenso amplio, como ocurrió durante la fase más intensa de la lucha contra la inflación. En aquella etapa, el diagnóstico sobre la necesidad de subidas rápidas de tipos era compartido; hoy, con la inflación general en torno al 3% y la subyacente algo por encima, la interpretación de los datos es más heterogénea.
El banco central debe valorar, además, las consecuencias del último cierre gubernamental, que ha distorsionado algunas estadísticas de corto plazo y ha retrasado la publicación de indicadores clave. Este retraso ha obligado a trabajar con información incompleta en un momento en el que pequeños matices en los datos pueden inclinar la balanza hacia una decisión u otra.
Las actas que evidencian la división interna
El documento de la Fed recoge de forma explícita la existencia de dos bloques bien definidos dentro del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). Un primer grupo considera que, si la inflación continúa descendiendo según lo previsto, serían apropiados nuevos recortes de tipos a lo largo de 2026, con el fin de sostener la demanda interna y compensar el impacto del endurecimiento acumulado en años anteriores.
El segundo grupo se inclina por mantener los tipos en el nivel actual “durante algún tiempo”, una vez ejecutado el último recorte de un cuarto de punto. Estos miembros argumentan que no existen todavía evidencias suficientes de que la inflación vaya a consolidar su retorno al objetivo del 2% sin episodios de repunte, y recuerdan que los efectos de la política monetaria actúan con retardos de varios trimestres sobre empleo y crecimiento.
Las actas señalan que ambos bloques comparten el objetivo de preservar la estabilidad de precios y el máximo empleo, pero difieren en la evaluación de los riesgos predominantes. Mientras unos subrayan el riesgo de enfriar en exceso la actividad, otros ponen el acento en el coste de relajar demasiado rápido las condiciones financieras.
Inflación moderándose y empleo con señales mixtas
El debate se desarrolla sobre un fondo macroeconómico que combina progresos en inflación con un mercado laboral menos claro. Los últimos datos muestran una moderación de la inflación interanual desde niveles superiores al 6% vistos en la fase más aguda del repunte hasta en torno al 3%, con una senda de desaceleración gradual en la inflación subyacente.
En el mercado de trabajo, la tasa de paro ha repuntado desde mínimos cercanos al 3,5% hasta alrededor del 4,2%, según las últimas estimaciones disponibles. La creación de empleo se ha desacelerado, pero sin señales de destrucción masiva de puestos de trabajo. Simultáneamente, algunas encuestas empresariales recogen dificultades para cubrir vacantes en sectores concretos, mientras otras apuntan a recortes de plantilla en industrias sensibles al ciclo de tipos.
Este conjunto de señales se ve matizado por el impacto del cierre gubernamental reciente, que alteró temporalmente el funcionamiento de agencias estadísticas y afectó al número de horas trabajadas en ciertos segmentos del sector público. Varios miembros del FOMC insistieron en las actas en la necesidad de esperar a datos más depurados antes de tomar decisiones de calado.
Una reunión más larga y con posiciones enfrentadas
Las fuentes consultadas describen una reunión que se prolongó más de hora y media por encima de lo habitual, en la que se abordaron distintos escenarios de crecimiento e inflación para los próximos trimestres. El presidente Jerome Powell desempeñó un papel central en la búsqueda de una posición intermedia, intentando integrar las preocupaciones de ambos bloques.
Según recogen las actas, hubo intervenciones que defendieron la idea de señalar de forma más explícita una pausa en el ciclo de recortes, mientras otras proponían mantener un lenguaje que preservase toda la flexibilidad posible de cara al FOMC de finales de enero. El comunicado final optó por una formulación que reconoce el avance en la lucha contra la inflación, pero subraya que futuras decisiones dependerán de la evolución de los datos.
Este enfoque se traduce en un mensaje de continuidad: la Fed considera que la política monetaria sigue siendo “restrictiva”, pero abierta a ajustes adicionales si la inflación converge al objetivo y el mercado laboral muestra signos más claros de enfriamiento controlado.
La relación con Trump y el debate sobre el liderazgo de la Fed
El contexto institucional está condicionado por la relación entre la Casa Blanca y el banco central. El presidente Donald Trump ha manifestado en distintas intervenciones públicas su desacuerdo con el ritmo actual de los recortes y ha pedido una política monetaria “más agresiva” para apoyar el crecimiento y los mercados financieros.
Estas declaraciones se producen en un momento en el que se intensifica la atención sobre el futuro del liderazgo de la Fed. El mandato de Powell y la posibilidad de un eventual relevo al frente de la institución se han convertido en uno de los elementos de la agenda económica en Washington. Cualquier cambio en la presidencia podría influir en la orientación de la política monetaria durante la próxima legislatura.
Desde el punto de vista formal, la Fed mantiene su condición de organismo independiente, con un mandato claro otorgado por el Congreso. No obstante, la reiteración de mensajes desde el Ejecutivo añade una capa adicional de presión sobre las deliberaciones internas y sobre la percepción que los mercados tienen de la capacidad del banco central para actuar exclusivamente en función de los datos.
Expectativas de mercado de cara al FOMC de enero
En los mercados financieros, la principal referencia inmediata es la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto, prevista para finales de enero. Herramientas de seguimiento de expectativas, como los derivados sobre fondos federales, sitúan en torno al 80%-85% la probabilidad de que la Fed mantenga los tipos sin cambios en esta cita, tras los recortes acumulados en 2025.
Los inversores interpretan las últimas actas como indicio de una “pausa técnica” destinada a evaluar con más precisión el impacto de lo ya aprobado. Al mismo tiempo, los precios a plazo incorporan la posibilidad de uno o dos recortes adicionales de 25 puntos básicos a lo largo de la segunda mitad de 2026, condicionados a que la inflación continúe convergiendo al 2% y a que el mercado laboral no experimente un deterioro abrupto.
La reacción de los índices bursátiles ha sido limitada, con descensos moderados en el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq en las últimas sesiones, coherentes con un ajuste de expectativas más que con un cambio brusco de escenario. En renta fija, el rendimiento del bono a 10 años se mantiene en el entorno del 4,1%, mientras el 2 años refleja de forma más directa los cambios en las probabilidades asignadas a nuevos recortes.
Implicaciones para la economía estadounidense y global
Las decisiones de la Fed tienen efectos que trascienden el ámbito doméstico. Un ritmo más lento de recortes implica mantener durante más tiempo unos tipos de interés relativamente altos en comparación con la década anterior, lo que influye en el coste de financiación de empresas, hogares y gobiernos.
En Estados Unidos, este entorno se traduce en hipotecas todavía por encima de los niveles previos a la pandemia, costes de financiación más elevados para inversiones intensivas en capital y un incentivo adicional para el ahorro en instrumentos de renta fija. A nivel internacional, un diferencial de tipos elevado frente a otras grandes economías puede seguir condicionando los flujos de capital hacia activos denominados en dólares y afectando a las condiciones financieras de mercados emergentes.
El debate interno en la Fed, reflejado en las últimas actas, será uno de los factores clave que analistas e instituciones seguirán de cerca para proyectar el escenario macroeconómico de 2026, tanto en términos de crecimiento como de estabilidad de precios y riesgos financieros.
