Pretítulo: Deuda, datos y vértigo

Los reyes de la IA pisan el acelerador… y el mercado les sube la prima: la gran apuesta de Meta, Google, Microsoft y Oracle se paga más cara

La carrera por dominar la inteligencia artificial ha desatado un tsunami de capex y deuda entre los gigantes tecnológicos. Meta, Alphabet/Google, Microsoft y Oracle financian centros de datos a un ritmo inédito mientras los inversores les exigen más rentabilidad: los diferenciales de sus bonos se han ampliado hasta máximos desde abril. ¿Visión estratégica o punto de inflexión?

Logotipos de Meta, Google, Oracle y Microsoft superpuestos con gráficos financieros y datos de mercado al fondo.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Gigantes tecnológicos disparan capex en plena ola de deuda masiva por IA

El nuevo mapa del poder tecnológico se dibuja con hormigón, cobre y gigavatios. Para alimentar modelos cada vez más costosos, los grandes del sector han abierto la manguera del capex y, con ella, la del crédito. Alphabet acaba de cerrar una emisión combinada en Estados Unidos y Europa por unos 25.000 millones de dólares para reforzar su despliegue de IA, en lo que supone uno de los movimientos de financiación corporativa del año. Meta, por su parte, ha lanzado su mayor colocación de deuda hasta la fecha —30.000 millones— en plena expansión de su huella de centros de datos, sumando además operaciones privadas ligadas a proyectos concretos. En paralelo, Oracle aparece en el radar con un préstamo sindicado de 18.000 millones de dólares para un gran campus de datos en Nuevo México vinculado a la iniciativa Stargate, una pieza clave del nuevo músculo de computación. 

El apetito inversor existe, pero ya no es complaciente. La prima que el mercado exige para comprar la deuda de estas Big Tech frente al Tesoro estadounidense se ha ensanchado hasta 78 puntos básicos, el nivel más alto desde abril. El mensaje es nítido: la financiación está, pero se paga más cara que hace unas semanas. Es un ajuste lógico cuando se encara un ciclo de gasto con pocos precedentes. JPMorgan cifra en alrededor de 5 billones de dólares el coste total del boom de centros de datos de IA y proyecta que solo en 2026 podrían destinarse unos 300.000 millones de dólares en bonos grado de inversión a esa expansión. No es una factura de un año: es una década comprimida en varios ejercicios.

La otra cara del espejo es la proliferación de fuentes de financiación. Además del mercado de bonos, crece el papel del crédito privado y la deuda estructurada. Según estimaciones recientes, la emisión de deuda con colateral de centros de datos en EE. UU. se ha más que duplicado en 2025 frente a 2024, otro indicio de que la infraestructura de IA busca capital “donde esté”. Incluso Alphabet ha alternado ventanas en dólares y euros —con tramos específicos en Europa por unos 3.000 millones de euros— para diversificar base inversora y costes. 

¿Hay riesgo de sobrecalentamiento? El mercado está votando con las manos: demanda las nuevas emisiones, pero obliga a pagar un spread mayor. Firmas como Bank of America recomiendan vigilar el tramo de deuda de los hyperscalers como termómetro de estrés: si la prima sigue ampliándose, será la señal de que el “todo IA” empieza a descontar cuellos de botella —energía, chips, permisos— y plazos de monetización más largos. Por ahora, la foto es de euforia vigilada. 

Para el inversor, la clave está en la ejecución: capex que se traduzca en ingresos recurrentes (IaaS de alto margen, alquiler de cómputo, servicios de software con IA embebida) y contratos de larga duración que respalden los flujos de caja. La buena noticia para los gigantes es que parten con tesorerías abultadas y poder de fijación de precios; la mala, que la competencia por capacidad y energía tensará retornos y mantendrá a los comités de riesgo con la ceja levantada. Si la IA es el nuevo petróleo, los oleoductos —los data centers— necesitarán no solo acero y gigavatios, también paciencia financiera. Y esa, a diferencia del dinero, se cobra con spread.

 

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