Wall Street: La burbuja de la IA lleva al S&P a niveles de 1929
La fiebre por la inteligencia artificial dispara la valoración de Wall Street a zonas históricas de riesgo mientras una minoría de gigantes tecnológicos concentra casi todo el poder del mercado
En 2025, el fuerte repunte de las compañías vinculadas a la inteligencia artificial (IA) ha llevado a los principales índices bursátiles de Estados Unidos a niveles de valoración que, en términos históricos, se asocian con episodios de elevada vulnerabilidad financiera. El S&P 500, medido a través de la ratio precio-beneficio ajustada a diez años (CAPE), se sitúa en una zona comparable a la registrada antes de la burbuja tecnológica de 1999–2000 y por encima de los niveles que precedieron a otras grandes correcciones, como 1929 o 2008, según datos utilizados habitualmente por analistas y reguladores.
El movimiento se explica en buena medida por la concentración del peso del índice en un grupo reducido de grandes empresas tecnológicas relacionadas con la IA, cuyos beneficios actuales y, sobre todo, esperados, han impulsado de forma abrupta sus valoraciones.
Valoraciones en niveles similares a grandes episodios históricos
La ratio CAPE del S&P 500, que suaviza el beneficio por acción utilizando una media de diez años ajustada por inflación, se encuentra en un tramo considerado históricamente exigente. Solo durante la burbuja ‘puntocom’ alcanzó valores similares.
En términos prácticos, esto significa que los inversores están dispuestos a pagar un múltiplo muy elevado por los beneficios futuros de las compañías, en un contexto en el que el crecimiento de los resultados empresariales todavía no ha convergido plenamente con la subida del precio de las acciones.
Organismos supervisores y casas de análisis utilizan este tipo de métricas como indicador de riesgo de sobrevaloración, sin que ello implique necesariamente un cambio inmediato de ciclo, pero sí un entorno más sensible a sorpresas negativas en beneficios, tipos de interés o crecimiento global.
Peso creciente de las grandes tecnológicas ligadas a la IA
El fuerte avance de las empresas vinculadas a la IA ha modificado la estructura interna de los índices. Fabricantes de semiconductores, proveedores de servicios en la nube y grandes plataformas digitales han acumulado ganancias muy superiores a la media del mercado en los últimos trimestres.
Como consecuencia, un grupo reducido de compañías —entre las que se incluyen nombres como Nvidia, AMD, Alphabet, Microsoft, Meta, Amazon, Tesla o Broadcom— concentra ya en torno al 40% de la capitalización del S&P 500, frente a aproximadamente el 15% que representaban los ocho mayores valores hace una década, según datos de mercado citados por gestores y bancos de inversión.
Esta concentración implica que el comportamiento de estos pocos valores tiene un impacto determinante sobre la evolución del índice, de forma que correcciones en este segmento podrían trasladarse de manera casi automática al conjunto del mercado estadounidense.
Debate sobre concentración y estabilidad de mercado
La creciente dependencia del S&P 500 respecto a un número reducido de grandes tecnológicas ha reabierto el debate sobre la concentración de riesgo. Diversos informes de bancos y gestoras señalan que un índice diseñado para reflejar el conjunto de la economía estadounidense se aproxima cada vez más, en la práctica, a un termómetro del sector tecnológico y de la inversión en IA.
Este fenómeno afecta también a los flujos de inversión pasiva: fondos indexados y ETF que replican el S&P 500 incrementan de forma automática su exposición a las grandes tecnológicas, reforzando el círculo de entradas de capital hacia estas compañías. A su vez, una eventual corrección en el sector tendría efectos amplificados a través de estos vehículos.
Comparaciones históricas: innovación real y ciclos financieros
La situación actual se compara con frecuencia con otros períodos en los que innovaciones tecnológicas profundas dieron lugar a episodios de fuerte expansión bursátil. Entre ellos se citan la “railway mania” del siglo XIX, vinculada al desarrollo del ferrocarril, o la propia burbuja de las empresas de internet a finales de los 90.
En todos estos casos, la tecnología subyacente terminó consolidándose como pilar de la actividad económica, pero el proceso estuvo acompañado de fases de sobreinversión, correcciones bruscas y reordenación del sector empresarial. La experiencia histórica es utilizada por analistas como marco de referencia para calibrar hasta qué punto el ritmo actual de revalorización de las compañías de IA se ajusta a la evolución efectiva de sus beneficios y a la adopción real de sus productos y servicios.
Productividad y beneficios: el eje del escenario a medio plazo
Una de las claves para valorar la sostenibilidad del actual nivel de precios es la evolución de la productividad. Buena parte de las expectativas que sostienen las valoraciones actuales se basan en la hipótesis de que la IA generará aumentos significativos de eficiencia en múltiples sectores, elevando los beneficios empresariales a medio y largo plazo.
Por el momento, los datos agregados de productividad en las economías avanzadas muestran mejoras parciales, pero todavía no un salto generalizado que confirme plenamente el escenario más optimista. Esta brecha entre expectativas de mercado y datos macroeconómicos es uno de los elementos que se vigilan con más atención en los informes de bancos centrales y organismos internacionales.
Papel de la política monetaria y del entorno macroeconómico
El contexto de política monetaria añade otro factor de análisis. Aunque la Reserva Federal ha iniciado un ciclo de recortes de tipos tras completar su fase de endurecimiento para combatir la inflación, el coste del dinero se mantiene en torno al 4%, claramente por encima de los niveles vigentes durante la década de tipos cercanos a cero.
Este entorno implica que las empresas y los inversores deben operar con financiación más cara que en el pasado reciente, lo que puede influir en las decisiones de inversión y en la valoración de activos de riesgo. Las actas de la Fed señalan, además, una división interna sobre el ritmo y la intensidad de los recortes adicionales, condicionados a la trayectoria de la inflación y del mercado laboral.
Riesgos identificados por analistas y supervisores
Entre los riesgos más señalados por analistas y supervisores destacan:
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Corrección en las valoraciones de las grandes compañías de IA si los beneficios no cumplen las expectativas.
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Aumento de la volatilidad en índices y fondos ligados al S&P 500 debido a la elevada concentración.
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Impacto sistémico sobre planes de pensiones, fondos indexados y carteras minoristas que han incrementado su exposición a tecnología de forma indirecta.
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Posibles cambios regulatorios en materia de competencia, protección de datos o uso de modelos de IA, con efectos potenciales sobre determinados modelos de negocio.
Estos elementos no implican un diagnóstico de crisis inminente, pero sí conforman un mapa de riesgos que será central en el análisis de mercado de cara a 2026.
Entre la normalización y la posible corrección
De cara a los próximos meses, los escenarios manejados por bancos y gestoras oscilan entre una normalización gradual, en la que los beneficios empresariales vayan acercándose a las valoraciones actuales, y la posibilidad de una corrección más abrupta si se produce un shock en resultados, tipos de interés o regulación.
En ambos casos, el seguimiento de la evolución efectiva de la IA sobre la productividad y los márgenes empresariales será determinante. La forma en que se ajusten las expectativas del mercado a los datos reales marcará la diferencia entre un ajuste ordenado y un episodio de volatilidad más intensa.
En este contexto, los inversores institucionales y particulares afrontan el reto de gestionar la exposición a un área de fuerte crecimiento potencial, pero también de elevada concentración y sensibilidad a cambios en el entorno macroeconómico y regulatorio.