El giro económico de Trump sacude el capital… mientras el Dow Jones marca máximos históricos
En pleno rediseño regulatorio del segundo mandato de Donald Trump, el Dow Jones se mueve en zona de récords en torno a los 48.700 puntos, incluso tras una leve corrección posterior al rally navideño, reflejando la confianza —y también las dudas— del mercado ante una redistribución de capital de billones de dólares que afecta a bancos, criptomonedas, energía y planes de jubilación.
La nueva etapa económica de Estados Unidos combina una agresiva agenda de desregulación financiera, un impulso sin precedentes a las stablecoins ligadas al dólar, un frenazo a proyectos de energías renovables y una apertura de los planes 401(k) a activos alternativos. Todo ello se produce mientras el Dow Jones Industrial Average encadena máximos históricos —con un pico reciente en torno a los 48.731 puntos antes de una ligera toma de beneficios cercana al 0,2%—, convertidos en termómetro inmediato de unas políticas que redirigen billones en capital entre sectores ganadores y perdedores.
El resultado es un escenario de alta liquidez, fuerte apetito por el riesgo y un debate intenso sobre si estas decisiones sientan las bases de un nuevo ciclo de crecimiento o si están inflando desequilibrios que podrían emerger más adelante. El mercado, de momento, parece dar un voto de confianza, pero lo hace con la mirada puesta tanto en Wall Street como en Washington.
Dow Jones bajo prueba
El Dow Jones llega al último tramo de 2025 en posición de fuerza, tras encadenar varios cierres récord y mantenerse muy cerca de sus máximos históricos, pese a ligeras caídas propias de un periodo de consolidación y ajustes de cartera a final de año. La fortaleza de los valores industriales y financieros se ha visto apuntalada por la expectativa de mayores beneficios derivados de la desregulación y del acceso a nuevo capital.
Esta dinámica convive, sin embargo, con un patrón clásico de fin de año: menor volumen, rotación sectorial y cierta cautela ante 2026. El mercado descuenta que las nuevas reglas del juego —especialmente en banca, activos digitales y energía— pueden sostener los beneficios a corto plazo, pero también alteran el perfil de riesgo del sistema financiero y de la economía real.
Banca con más margen
Uno de los movimientos más decisivos del nuevo mandato ha sido la relajación de los requisitos de capital para la gran banca. Reguladores federales han rebajado el umbral de la Enhanced Supplementary Leverage Ratio (eSLR) desde el entorno del 5% a bandas de entre 3,5% y 4,25% para las mayores entidades, liberando potencialmente cientos de miles de millones de dólares en recursos que ya no tienen que inmovilizarse como colchón regulatorio.
En la práctica, esto significa que los bancos cuentan con más margen para conceder crédito, recomprar acciones, repartir dividendos o invertir en nuevos productos. Para Wall Street, la medida es música para los oídos: más capital en circulación, mayor rentabilidad potencial y un soporte adicional para la cotización de los grandes bancos, que son piezas clave dentro del propio Dow Jones.
Flujo hacia inversión privada
La reconfiguración no se limita a la regulación bancaria. La Administración ha impulsado decisiones que afectan de lleno a la inversión privada y a los ahorros de largo plazo. Un nuevo marco pretende canalizar parte de los aproximadamente 13 billones de dólares acumulados en planes de jubilación 401(k) hacia activos alternativos como el capital privado y otros vehículos no cotizados.
Sobre el papel, esta apertura diversifica y ofrece mayor potencial de rentabilidad para los ahorros de los trabajadores, además de suministrar combustible financiero a startups, tecnología emergente e infraestructuras. Pero también eleva la exposición de los hogares a activos menos líquidos y más complejos, cuyos riesgos son más difíciles de evaluar para el inversor medio. El Dow Jones, impulsado por firmas financieras y gestoras, descuenta el negocio adicional que podría llegar desde ese “ahorro cautivo”.
Criptodólar y stablecoins
Otro eje clave del nuevo paradigma es el giro hacia las criptomonedas, especialmente las stablecoins ligadas al dólar. La firma de órdenes ejecutivas como la 14178, centrada en «reforzar el liderazgo estadounidense en tecnología financiera digital», ha dejado claro que Washington quiere marcar la pauta en activos digitales, al tiempo que descarta un dólar digital emitido por la Reserva Federal y apuesta por el sector privado bajo un marco regulatorio propio.
Normas como la denominada GENIUS Act buscan otorgar seguridad jurídica a las stablecoins respaldadas por reservas en dólares, con proyecciones que elevan este mercado hasta los 4 billones de dólares hacia 2030. Para los mercados, esto se traduce en nuevas fuentes de negocio para bancos, fintech y plataformas de trading, lo que alimenta el optimismo en segmentos del Dow y del S&P vinculados a la economía digital.
Energía fósil frente a transición verde
El capítulo energético marca una de las decisiones más polémicas. La administración ha frenado o cancelado proyectos de energías renovables valorados en torno a 29.300 millones de dólares, optando por reforzar la producción de combustibles fósiles y aliviar restricciones sobre hidrocarburos y minería.
A corto plazo, esta apuesta puede abaratar costes para sectores intensivos en energía y sostener beneficios en petroleras y empresas ligadas al gas y al carbón, varias de ellas presentes en índices de referencia. Pero a medio y largo plazo introduce dudas sobre el cumplimiento de objetivos climáticos, posibles costes regulatorios futuros y el riesgo de quedar rezagado frente a otros polos de inversión verde en Europa y Asia. Los sectores energéticos, de hecho, se han comportado de forma dispar durante el año frente al resto del mercado.
Riesgos sistémicos y nuevo ciclo
La confluencia de estos movimientos —más margen de maniobra para la banca, impulso a las stablecoins, redirección de los 401(k) hacia activos alternativos y giro fósil en energía— compone el esqueleto de un posible nuevo ciclo económico estadounidense. El Dow Jones actúa como escaparate: máximos históricos, consolidación ordenada y un aparente consenso de que, por ahora, los beneficios superan a los riesgos.
Sin embargo, persisten interrogantes sobre la solidez estructural del sistema financiero ante escenarios de estrés, la eventual formación de nuevas burbujas en crédito o activos alternativos y la dependencia creciente de infraestructuras digitales y criptográficas. El tiempo dirá si estas reformas han inaugurado un período de mayor competitividad y crecimiento sostenible o si, por el contrario, han sembrado las semillas de futuras correcciones.
En paralelo a estas decisiones, la imagen oficial del vídeo de Negocios TV —con el análisis del nuevo giro económico de Donald Trump y un Dow Jones acercándose a máximos— ilustra el momento: un mercado en euforia contenida, un Gobierno decidido a reescribir las reglas del capital y una economía mundial pendiente de las consecuencias de este experimento a gran escala.