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El PBoC mantiene las LPR: China congela los tipos clave en 3,0% y 3,5% y aplaza nuevas señales de estímulo

El Banco Popular de China (PBoC) dejó sin cambios en diciembre sus tasas de referencia para préstamos (Loan Prime Rate, LPR), manteniendo la LPR a un año en el 3,0% y la LPR a cinco años en el 3,5%. La decisión, esperada por el mercado, refuerza la idea de que Pekín no tiene prisa por intensificar la relajación monetaria y que el impulso a la economía podría venir más por el frente fiscal en 2026, mientras persisten los desafíos en el inmobiliario y la debilidad de la demanda de crédito.

EPA-EFE/WU HAO
EPA-EFE/WU HAO

Decisión clave: LPR sin cambios y continuidad del “piloto automático”

El Banco Popular de China (PBoC) decidió mantener sin cambios sus principales tipos de referencia para préstamos en diciembre, dejando la Loan Prime Rate (LPR) a un año en el 3,0% y la LPR a cinco años en el 3,5%. Se trata de una decisión alineada con el consenso y coherente con la estrategia reciente del banco central: evitar un giro brusco de política monetaria en un momento en el que la economía parece capaz de aproximarse a los objetivos oficiales, pero continúa conviviendo con lastres estructurales, especialmente en el sector inmobiliario y en la confianza del crédito privado. 

Según Reuters, la decisión supone mantener las tasas sin cambios por séptimo mes consecutivo, reforzando el mensaje de que las autoridades monetarias no quieren precipitar nuevos recortes en pleno cierre de año. En la práctica, esto equivale a “comprar tiempo”: sostener condiciones financieras relativamente estables mientras se evalúa el efecto acumulado de medidas previas y se prepara el terreno para un 2026 en el que el impulso podría apoyarse más en política fiscal y medidas selectivas que en grandes rebajas generalizadas del precio del dinero. 

Qué significa cada tipo: crédito general y vivienda

La LPR a un año es la referencia más relevante para buena parte del crédito corporativo y préstamos generales, mientras que la LPR a cinco años tiene un papel determinante en el coste de las hipotecas y, por extensión, en el pulso del mercado inmobiliario. Que ambas permanezcan congeladas es una señal relevante: no solo indica que el PBoC no quiere abaratar el crédito de forma inmediata, sino que también evita presionar aún más un sistema bancario que ya opera con márgenes estrechos.

Este matiz es esencial para interpretar el mensaje: el banco central no está negando la necesidad de apoyo a la economía, pero sí está priorizando la estabilidad financiera y la rentabilidad del sistema bancario como condición previa para que cualquier estímulo sea sostenible. Si el margen se comprime demasiado, los bancos tienden a restringir el crédito o a trasladar fricciones a la economía real, justo lo contrario de lo que se persigue. 

Por qué no recorta: moneda, banca y eficacia del estímulo

El “no recorte” tiene varias lecturas. En primer lugar, la política monetaria china opera con una restricción que no siempre se ve en titulares: la necesidad de equilibrar estímulo interno con estabilidad del tipo de cambio y flujos de capital. En segundo lugar, la eficacia marginal de un recorte adicional puede ser menor si el problema principal no es el precio del crédito, sino la debilidad de la demanda por parte de empresas y hogares, especialmente en un entorno de incertidumbre sobre empleo, vivienda y expectativas de ingresos. 

Reuters subraya además un elemento que pesa mucho en la decisión: la banca china afronta márgenes de interés neto en mínimos, lo que reduce el espacio para recortar sin generar efectos secundarios no deseados. En ese contexto, el banco central puede preferir herramientas alternativas (liquidez, apoyo dirigido, medidas de crédito) antes que bajar de nuevo las LPR de forma general. 

El antecedente: el recorte de mayo y el “punto de inflexión” de 2025

La fotografía actual se entiende mejor con el antecedente inmediato. Las LPR llevan en estos niveles desde mayo, cuando el PBoC las recortó en 10 puntos básicos (la de un año al 3,0% desde el 3,1% y la de cinco años al 3,5% desde el 3,6%). Aquella bajada pretendía abaratar el crédito y dar aire al sector vivienda, pero desde entonces el banco central ha optado por una estrategia de pausa, evitando encadenar recortes consecutivos y dosificando el estímulo. 

Este patrón suele interpretarse como una política “quirúrgica”: recortar cuando hay ventana para hacerlo y detenerse cuando los riesgos de estabilidad financiera o de tipo de cambio aumentan. El hecho de que el mercado esperara este resultado y aun así lo considere relevante demuestra que, a estas alturas, lo que se busca no es tanto el recorte en sí, sino la señal de si el PBoC está dispuesto a acelerar en 2026 o prefiere preservar munición. 

Mirando a 2026: más fiscal, estímulo selectivo y posibles recortes más adelante

En el horizonte aparece 2026 como el año donde la palanca fiscal podría ganar protagonismo. Reuters apunta que, tras la Central Economic Work Conference, los dirigentes reafirmaron el enfoque de política fiscal proactiva para sostener la demanda interna mediante consumo e inversión, con un objetivo de crecimiento en el entorno del 5% como referencia política. En esa estrategia, la política monetaria actuaría como apoyo, pero no necesariamente como motor principal.

Aun así, el mercado no descarta recortes en el futuro: varias entidades han señalado la posibilidad de ajustes de tipos o del coeficiente de reservas (RRR) en 2026 si la actividad se debilita o si el crédito no repunta. La clave aquí es el “timing”: mantener tipos hoy no significa renunciar a recortar mañana; significa, más bien, que el PBoC prefiere observar datos y preservar estabilidad antes de mover ficha de nuevo. 

Una pausa que busca credibilidad y margen de maniobra

La decisión de mantener la LPR en 3,0% y 3,5% encapsula la prioridad de Pekín: sostener el crecimiento sin deteriorar el sistema financiero. En un momento en que el sector inmobiliario sigue pesando, la demanda de crédito no termina de despegar y los márgenes bancarios están bajo presión, el PBoC opta por la prudencia y por un enfoque “transversal” en el que la política fiscal y medidas selectivas podrían llevar el peso en 2026. Para el inversor, el mensaje es claro: China sigue dispuesta a apoyar la economía, pero quiere hacerlo sin pagar un coste excesivo en estabilidad. 

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