Rusia emite bonos en yuanes chinos en un movimiento estratégico contra el dólar y EEUU
El Ministerio de Finanzas ruso anunció la colocación de deuda soberana en moneda china para principios de diciembre, un paso estratégico con el que Moscú busca reducir su dependencia del sistema financiero occidental y reforzar su alianza con Pekín.
En un contexto global marcado por tensiones geopolíticas, sanciones económicas y la fragmentación del comercio internacional, Rusia ha decidido emitir bonos en yuanes chinos, dando un golpe simbólico y financiero al dominio del dólar estadounidense.
El Ministerio de Finanzas ruso confirmó que la colocación tendrá lugar a comienzos de diciembre, con apertura del libro de órdenes prevista para el día 2 y emisión técnica el 8. Los títulos, con vencimientos de tres a siete años, tendrán pagos semestrales cada 182 días y un valor nominal de 10.000 yuanes por bono (unos 1.300 euros). Lo distintivo de esta operación es que permitirá transacciones tanto en yuanes como en rublos, facilitando la participación de inversores asiáticos y socios estratégicos del entorno euroasiático.
Se trata de la primera emisión significativa de deuda rusa en yuanes desde el inicio del conflicto en Ucrania en 2022, y supone una señal inequívoca del giro financiero de Moscú hacia Asia. Con esta maniobra, Rusia no solo busca liquidez alternativa, sino también legitimar el uso del yuan como divisa internacional de referencia.
Moscú se aleja del dólar y mira a Pekín
Desde el inicio de la guerra y la imposición de sanciones occidentales, Rusia ha reorientado sus flujos financieros y comerciales hacia China, India y otros países del bloque BRICS. El objetivo es sortear las restricciones que bloquean su acceso a los mercados tradicionales de deuda denominados en dólares o euros.
China se ha convertido en su principal socio comercial y financiero, y el yuan ha ganado terreno en las reservas del Banco Central ruso. El propio presidente Vladímir Putin ha defendido públicamente la idea de construir “un sistema financiero multipolar, independiente del control de Occidente”, una visión que encuentra eco en el liderazgo chino.
Analistas del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) consideran que la iniciativa “marca un paso más hacia la desdolarización del bloque euroasiático” y podría inspirar a otros países sancionados —como Irán o Venezuela— a adoptar medidas similares. “La emisión no es solo financiera, es política”, apuntan.
Un desafío a la hegemonía del dólar
La emisión de deuda en yuanes tiene una doble lectura geopolítica. Por un lado, evidencia la creciente cooperación entre Rusia y China; por otro, pone en entredicho el papel del dólar como única moneda global de referencia. Aunque el dólar sigue representando más del 80 % de las transacciones internacionales, el auge del yuan —impulsado por acuerdos bilaterales en Asia, África y América Latina— empieza a cambiar gradualmente el equilibrio de poder monetario.
Sin embargo, el proceso está lejos de ser inmediato. El yuan aún enfrenta obstáculos estructurales, como la falta de plena convertibilidad, los controles de capital en China y la limitada confianza de los mercados internacionales. “El paso ruso es significativo, pero no suficiente para alterar el sistema global”, sostiene la economista Tatiana Orlova, de Oxford Economics. “Es más una declaración de independencia financiera que un desafío efectivo al dólar”.
Los mercados observan con cautela
Los inversores internacionales seguirán de cerca la demanda de los bonos rusos en yuanes, cuya acogida servirá como termómetro del apetito financiero por activos fuera del sistema occidental. En Moscú, las autoridades confían en una fuerte participación de fondos y bancos chinos, así como de entidades estatales de países aliados.
Aun así, la operación podría verse limitada por las sanciones secundarias de Estados Unidos, que penalizan a quienes financien proyectos o deuda soberana rusa. En ese sentido, el éxito dependerá de la capacidad de Rusia y China para mantener canales de pago alternativos, fuera del sistema SWIFT y de la supervisión de bancos europeos o estadounidenses.
En paralelo, el Kremlin intenta fortalecer la plataforma financiera del BRICS, donde los países miembros promueven el uso de monedas locales en el comercio bilateral. “El yuan está emergiendo como la divisa natural de ese bloque, y Rusia está ayudando a consolidarlo”, apunta Sergei Guriev, exasesor del Banco Mundial.
El lanzamiento de estos bonos, más allá de su dimensión económica, representa una jugada estratégica en el tablero monetario global: un intento por debilitar la hegemonía del dólar y abrir un espacio financiero propio para el bloque euroasiático.
Si tiene éxito, podría marcar el inicio de una nueva etapa de multipolaridad económica, donde las finanzas ya no se rijan por una sola divisa, sino por varios polos de poder que compitan por la influencia global.