Daniel Lacalle desentraña el laberinto económico: bancos, vivienda y la verdad oculta del PIB
En este análisis de Daniel Lacalle y Manuel Llamas, se revela cómo la expansión monetaria y una fiscalidad opresiva están erosionando el poder adquisitivo de la clase media en España, mientras el mercado inmobiliario sufre por regulaciones y ocupaciones.
La economía global está en una encrucijada complicada que pocos se atreven a nombrar con claridad. En este contexto, Daniel Lacalle, economista de renombre, y Manuel Llamas, director del Instituto Juan de Mariana, se sientan a conversar en ‘Money&Markets’ para exponer las grietas que atraviesan desde el sistema bancario hasta el sector de la vivienda en España. La clase media, esa base tan fundamental como castigada, es la que más resiente la combinación venenosa de inflación, impuestos ocultos y rigideces regulatorias.
El papel corrosivo de los bancos y la masa monetaria
No es ningún secreto: la expansión incesante de la masa monetaria, alimentada por gobiernos que rehúsan recortar deuda y gasto, está erosionando el valor real del dinero. En la práctica, esto significa que la inflación persistente no solo distorsiona los precios, encareciendo bienes y servicios, sino que lo hace a costa del poder adquisitivo de los ciudadanos, especialmente de quienes viven con salarios fijos y poco margen de maniobra.
Desde una óptica financiera, la lectura es clara: este entorno es una invitación directa a tomar decisiones defensivas, más conscientes y estratégicas. La depreciación de las monedas fiduciarias se convierte en una amenaza latente para todos, de modo que anticiparse con inversiones que protejan el patrimonio deja de ser un lujo para convertirse en una necesidad para quienes no quieren ver sus ahorros evaporarse lentamente.
España y la trampa fiscal que erosiona los salarios reales
Manuel Llamas pone el foco en un problema especialmente sangrante en España: una trampa fiscal que asfixia al trabajador de forma silenciosa. Aunque no se anuncien subidas explícitas de impuestos, la realidad es que los tributos efectivos aumentan, mientras la inflación impide que los salarios netos recuperen terreno. El resultado es una pérdida constante de bienestar económico que se disfraza bajo tecnicismos y eufemismos.
A este panorama se suman una burocracia omnipresente y regulaciones implacables que dificultan la actividad productiva y ahogan el dinamismo económico. La clase media soporta buena parte de ese peso, viendo cómo su capacidad de ahorro y progreso se reduce año tras año, sin que exista una vía clara de recuperación que no pase por reformas profundas y valientes.
Vivienda y mercado de suelo: una liberalización pendiente
En el terreno de la vivienda, el diagnóstico también es incómodo. Uno de los grandes cuellos de botella está en la normativa excesivamente restrictiva sobre el uso del suelo. La receta que se plantea pasa por respetar y reforzar la propiedad privada, agilizar los desalojos y flexibilizar el marco regulatorio para facilitar nueva oferta. Solo así, sostienen, podría aliviarse la presión sobre los precios y reactivar un sector que hoy asfixia a miles de familias.
Sin embargo, nada de esto es sencillo. La ocupación ilegal, la rigidez normativa y la falta de voluntad política para afrontar estos debates complican aún más la ecuación. Mientras estos tabúes no se aborden de frente, el acceso a la vivienda seguirá siendo una carrera cuesta arriba para buena parte de la población.
Sesgo mediático y percepción ciudadana
Como si el entramado económico y regulatorio no fuera suficiente, Lacalle y Llamas señalan también el papel que desempeñan los medios públicos en la configuración de la percepción ciudadana. Denuncian un sesgo que favorece determinadas narrativas gubernamentales y que, al mismo tiempo, desgasta sistemáticamente a la oposición. Esa falta de equilibrio informativo no solo distorsiona el debate público, sino que contribuye a alimentar la incertidumbre y la desconfianza generales.
Ante este escenario, la recomendación es mantener una postura crítica, informarse de manera autónoma y exigir mayor transparencia y rendición de cuentas a quienes toman decisiones. No se trata solo de entender la coyuntura económica, sino de reconocer cómo se cuenta y desde qué prisma.
2026 en el horizonte: desafíos que se intensifican
Con la vista puesta en 2026, el mensaje que dejan Lacalle y Llamas es claro: los desafíos no van a diluirse por sí solos, sino que probablemente se intensificarán. Inflación persistente, presión fiscal creciente, un mercado de vivienda tensionado y una narrativa mediática polarizada configuran un entorno complejo para la clase media.
La preparación, más que nunca, será clave: planificar con criterio, proteger el ahorro, cuestionar los relatos complacientes y no dar por sentado que el sistema, tal y como está diseñado, velará automáticamente por el bienestar de quienes sostienen la economía con su trabajo diario.