Foxconn acelera su giro a la inteligencia artificial y prepara un anuncio con OpenAI que puede redefinir su negocio
Foxconn lleva tiempo diciendo que su futuro no puede depender solo del ciclo del iPhone. La compañía que creció ensamblando la electrónica de consumo de medio mundo está tratando de contar ahora otra historia: la de un proveedor capaz de fabricar, cablear y mantener la infraestructura física que necesita la inteligencia artificial generativa. La confirmación de que hará un anuncio la próxima semana sobre su colaboración con OpenAI encaja exactamente con esa estrategia.
Durante la reunión con inversores, el presidente y consejero delegado de Foxconn, Young Liu, recordó que ya se ha visto con Sam Altman para explorar fórmulas de colaboración. No es un gesto menor. OpenAI necesita cada vez más capacidad de cómputo, servidores especializados, sistemas de refrigeración y centros de datos de alta densidad. Esa “fábrica de IA” que muchos anticipan no se construye sola: hace falta un socio industrial capaz de producir a gran escala, con costes ajustados y una cadena de suministro ya desplegada. Ese es, precisamente, el terreno de Foxconn.
La compañía taiwanesa viene reforzando sus divisiones de cloud, networking y servidores, que ya están ganando peso frente a su negocio tradicional de electrónica. El objetivo es claro: pasar de ser un fabricante de dispositivos de consumo con márgenes cada vez más presionados, a ser un socio recurrente de las grandes tecnológicas que están levantando centros de datos para entrenar y servir modelos de IA. Si el acuerdo con OpenAI se concreta en términos de hardware, Foxconn podría asegurarse contratos más estables y de mayor valor añadido.
Este movimiento también debe leerse en clave de competencia. No solo Foxconn quiere estar ahí: los grandes fabricantes asiáticos están intentando acercarse a las empresas de IA más avanzadas para no quedarse fuera del nuevo reparto industrial. Al anticipar el anuncio justo después de presentar resultados, Foxconn lanza un mensaje doble: muestra que tiene acceso a los actores más deseados del sector y, al mismo tiempo, mantiene viva la atención de los mercados sobre su reposicionamiento.
Para los inversores, la lectura es evidente. Cuanto más pese la IA en el mix de negocio, menos expuesta estará Foxconn a los vaivenes del mercado del smartphone y a la guerra de precios en la electrónica de consumo. Además, una colaboración con OpenAI la situaría en la misma conversación que los grandes proveedores de chips y de infraestructura que hoy concentran la inversión tecnológica. Ser “el que lo fabrica” en la era de la IA puede llegar a ser tan relevante como haber sido “el que ensamblaba el iPhone” hace una década.
Queda por ver el alcance real del anuncio de la próxima semana: si se trata de un acuerdo industrial concreto, de una alianza más amplia para futuros centros de datos o de un marco de colaboración tecnológica. Pero, incluso sin conocer el detalle, la dirección estratégica está trazada. Foxconn quiere decirle al mercado que no es solo el taller del hardware de consumo, sino el socio industrial que puede acompañar el despliegue masivo de la inteligencia artificial.