F-35 contra drones en Polonia: la OTAN responde al pulso de Moscú
La frontera oriental de Europa vuelve a ser escenario de máxima tensión. La OTAN confirmó que varios de sus cazas F-35 fueron desplegados para interceptar y derribar drones no identificados que habían ingresado en el espacio aéreo polaco. Según el diario alemán Bild, esta operación tuvo un coste mínimo de 1,2 millones de euros, aunque solo se consiguió abatir una fracción de los aparatos. La noticia ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate sobre la estrategia de defensa de la Alianza Atlántica frente a las provocaciones de Moscú.
En un primer momento, la procedencia de los drones generó incertidumbre. Sin embargo, la propia Rusia acabó reconociendo que eran suyos. La explicación oficial del Kremlin fue que los aparatos se desviaron accidentalmente de su curso debido a “interferencias electrónicas”. Esta justificación ha sido recibida con escepticismo tanto en Varsovia como en Bruselas. Los expertos en defensa apuntan que resulta improbable que sistemas de guerra electrónica puedan generar un desvío de tal magnitud sin que existan señales claras de manipulación intencionada.
Para la OTAN, lo ocurrido no es un error técnico sino una maniobra calculada. La lectura predominante es que Rusia buscaba poner a prueba tanto las defensas aéreas de Polonia como la capacidad de reacción política y militar de la propia alianza. El hecho de que se requiriera una operación costosa con aviones de última generación como los F-35, y que solo se lograra neutralizar a una parte de los drones, refuerza la idea de que Moscú explora las vulnerabilidades occidentales en un terreno especialmente sensible: la frontera con Ucrania y, por extensión, con la OTAN.
El coste económico del incidente no es menor. Desplegar cazas F-35 implica una inversión logística y operacional significativa. Cada minuto de vuelo de estas aeronaves supone un gasto considerable, lo que plantea una pregunta estratégica: ¿cómo sostener una respuesta eficaz y sostenible frente a incursiones que, en términos estrictamente técnicos, utilizan drones de bajo coste? Esta asimetría es uno de los principales desafíos de las guerras modernas, donde aparatos relativamente baratos pueden obligar a potencias militares a gastar millones en su neutralización.
Desde el cuartel general de la OTAN se ha insistido en que la respuesta ante este tipo de actos debe ser “inmediata e inequívoca”. La razón es clara: cualquier signo de indecisión podría ser interpretado por Rusia como una señal de debilidad. En este sentido, los aliados han subrayado que el episodio no solo afecta a Polonia, sino al conjunto de la alianza, que se rige por el principio de defensa colectiva. La defensa del espacio aéreo polaco es, por tanto, un test de credibilidad para toda la OTAN.
Más allá del plano militar, el incidente tiene también importantes implicaciones políticas. Para Polonia, supone la confirmación de que su posición geográfica la convierte en el primer escudo frente a las provocaciones rusas. Para Bruselas y Washington, refuerza la necesidad de acelerar la coordinación en materia de defensa aérea y antidrón, un ámbito en el que Europa todavía presenta lagunas frente a la sofisticación tecnológica de Moscú.
El mensaje que envía la OTAN es claro: no habrá tolerancia hacia incursiones en el espacio aéreo de sus miembros. Sin embargo, el reto de fondo sigue siendo encontrar un equilibrio entre firmeza y contención. Una respuesta demasiado agresiva podría escalar el conflicto más allá de las fronteras de Ucrania, mientras que una respuesta débil dejaría espacio a nuevas provocaciones.
En un escenario global donde la guerra híbrida combina acciones militares, ciberataques y desinformación, los drones se consolidan como instrumentos de presión geopolítica. Lo ocurrido en Polonia no es un episodio aislado, sino un aviso de que la seguridad europea seguirá siendo testada en los próximos meses. La clave estará en la capacidad de los aliados para mantener la cohesión, sostener el coste económico de la defensa y enviar un mensaje inequívoco a Moscú: Europa no está dispuesta a ceder terreno.