La economía mundial pagará un “alto precio” por la guerra en Ucrania, que incluye un crecimiento más débil, una mayor inflación y un daño potencialmente duradero a las cadenas de suministro, según la OCDE.
La organización reduce sus perspectivas de crecimiento mundial para este año al 3%, frente al 4,5% que preveía en diciembre, y duplica su proyección de inflación hasta casi el 9% para sus 38 países miembros este año.
El precio de la guerra podría ser “aún más alto”. La lista de riesgos es larga riesgos que van desde un corte abrupto del suministro energético de Rusia en Europa hasta las vulnerabilidades en los mercados financieros por el alto endeudamiento y los elevados precios de los activos.
La sombría evaluación, similar a la de ayer del Banco Mundial, indica que la invasión de Rusia tiene consecuencias económicas más profundas y amplias que harán más difícil establecer las políticas fiscales y monetarias adecuadas en el corto plazo.
Los primeros efectos de la subida de los precios ya han obligado a los bancos centrales a endurecer la política monetaria; la Reserva Federal de Estados Unidos, por ejemplo, acaba de subir los tipos de interés a un ritmo acelerado de 50 puntos básicos el mes pasado. Mientras tanto, los gobiernos se están replanteando los planes de gasto para intentar proteger a los hogares. Mañana será el turno del BCE. Si bien la OCDE afirma que está justificado que todas las autoridades monetarias reduzcan los estímulos, insta a la cautela, especialmente en la zona del euro, donde el aumento de los precios refleja principalmente las presiones de la oferta.
Aun así, la organización se muestra cauta sobre si la economía mundial está al borde de la estanflación, a pesar de las similitudes con la crisis del petróleo de los años 70.
En el caso de España, sigue en el camino para dejar la crisis atrás pero la meta parece que se aleja dos años después del estallido de la pandemia. La OCDE rebaja las previsiones de crecimiento de España para 2022 hasta el 4,1% y calcula que la inflación media será del 8,1% este año. Es decir, senda de crecimiento pero con muchos deberes por delante, entre otros, reducir el déficit y la deuda, cuadrar las cuentas públicas. El organismo reconoce el papel a cumplir de los ahorros acumulados durante la pandemia, las medidas mitigadoras del Ejecutivo, los fondos europeos o el turismo. En el lado contrario, por ejemplo, la mayor inflación y la menor demanda externa. Aunque España seguirá creciendo por encima de la media de la zona euro, cuyo PIB crecerá un 2,6% en 2022.
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