Claves del día de Jose Antonio Vizner
A veces, los eventos que parecen destinados a cambiarnos individualmente terminan reflejando transformaciones mucho más profundas en la sociedad. Donald Trump, con su inconfundible estilo, lo ha expresado claramente: el intento de asesinato que sufrió en Pensilvania fortaleció su fe en Dios. Un mensaje que, más allá de lo personal, lleva una carga política evidente. La insistencia en “traer de vuelta la religión” como pilar de la sociedad estadounidense refuerza su discurso conservador en un país donde la fe y la política se entrelazan de formas complejas. No es una declaración aislada; es parte de una narrativa que busca rescatar los valores tradicionales en medio de un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa.
Y hablando de cambios vertiginosos, Elon Musk se ha topado con una barrera inesperada en su camino para influir en la política económica de Estados Unidos. Financial Times revela que su Departamento de Eficiencia Gubernamental no podrá acceder a datos clave del Tesoro, lo que detiene temporalmente su estrategia para reformar un sistema financiero multimillonario. Musk, que se ha convertido en una especie de fuerza disruptiva en todo lo que toca, desde los vehículos eléctricos hasta la inteligencia artificial, ahora se encuentra con el freno del propio gobierno estadounidense. Que Dogecoin fuera una de las primeras apuestas en su plan sólo añade un matiz más a esta historia en la que la innovación se enfrenta a los límites del sistema.
Mientras tanto, el dólar sigue firme. No es casualidad que en un entorno dominado por Trump, la moneda estadounidense se mantenga como un punto de estabilidad. Lo que sí llama la atención es la creciente debilidad del euro. La entrevista de Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU., con Bloomberg dejó claro que la política monetaria estadounidense se mantendrá sin cambios, lo que fortalece al dólar como activo refugio. El euro, en cambio, se sitúa en 1,0377 y aunque no hay señales de una caída brusca, la tendencia no es optimista. Esto no es solo un dato financiero; es un reflejo del posicionamiento geopolítico de ambas economías y de cómo la confianza en los mercados se alinea con el liderazgo estadounidense.
En este contexto de transformación global, Europa intenta jugar en la gran liga de la inteligencia artificial, pero con herramientas insuficientes. Marc Vidal lo expresó con una sola palabra: “Eficiencia”. Y es que la Unión Europea ha destinado 52 millones de euros a su nuevo proyecto de IA, OpenEuroLLM, una cifra que OpenAI gasta en apenas dos días. Es un intento de competir con gigantes tecnológicos como Google, Microsoft o Amazon, pero las diferencias son abismales. Mientras la UE apuesta por una estrategia de inversión moderada, Google destina 700 millones de dólares solo a su desarrollo de IA.
Financial Times va más allá y expone la cruda realidad: las grandes tecnológicas alinean más de 300.000 millones de dólares en gasto en IA para 2025. Amazon, Meta, Microsoft y Alphabet están listos para invertir sumas colosales, a pesar de las dudas de los inversores sobre los rendimientos a corto plazo. Amazon, por ejemplo, desembolsará 100.000 millones este año en inteligencia artificial, según Reuters, aunque sus acciones han sufrido caídas debido a los retrasos en el crecimiento de su negocio en la nube.
Europa se queda rezagada. No es solo una cuestión de inversión, sino de visión estratégica. Mientras Estados Unidos y China avanzan en el desarrollo de tecnologías que definirán el futuro, la UE parece atrapada en debates regulatorios y fondos insuficientes. La eficiencia es clave, pero cuando se compite contra gigantes, la ambición también lo es.
Los tiempos cambian, y las reglas del juego también. Trump apela a la religión como ancla en un mundo inestable, Musk busca desafiar los límites del sistema financiero, el dólar sigue siendo el rey y la IA se convierte en la nueva frontera de la supremacía tecnológica. Lo que está claro es que el futuro no espera a nadie, y quienes no avancen lo suficientemente rápido, quedarán irremediablemente atrás.