Europa según sus propios empresarios: ¿Cuáles son los motivos del pesimismo del sector privado?
Europa necesita cerca de 800 mil millones de euros al año para financiar prioridades estratégicas y mejorar su competitividad. Sólo en defensa se calcula que se requieren 250 mil millones anuales y, sin embargo, el continente exporta gran parte de capital a otros mercados. Entre 2019 y 2024 la UE ha enviado de media más de 300 mil millones de euros por año a otras regiones, sobre todo a Estados Unidos.
Los motivos, cíclicos y estructurales, abundan. El mayor impacto de shocks, como la pandemia o la invasión de Rusia en Ucrania, en la economía europea; las quejas recurrentes sobre la falta de integración del mercado único y la sobrerregulación; o el amplio superávit europeo en su cuenta corriente sirven como posibles explicaciones para este fenómeno. Lo que está claro es que el efecto en una economía europea con grandes necesidades de financiamiento es enorme.
En la encuesta de The Conference Board y el European Round Table for Industry de diciembre de 2025, los CEOs de más de 50 multinacionales europeas han reiterado su baja confianza en las expectativas económicas de Europa. Su nivel confianza es menor que el de sus pares en Estados Unidos y China y se sitúa en valores negativos por tercer semestre consecutivo, indicando un elevado y persistente grado de pesimismo. Estos líderes consideran que las perspectivas de negocio para sus empresas son un 27% peores en Europa que fuera del continente, una discrepancia regional que la encuesta recoge desde hace varios años y que se está agravando.
Los resultados contrastan con los de la anterior edición de esta misma encuesta, en mayo de 2025, cuando los directivos consideraban que las condiciones de inversión se estaban deteriorando más aceleradamente en Estados Unidos que en Europa. Dos de cada tres CEOs nos decían entonces que el clima de inversión en Estados Unidos había empeorado. Sin embargo, al final de este año, el 45% de las empresas indican que han revisado sus estrategias para invertir más en Estados Unidos. Aunque la mayoría no han cambiado sus planes en Europa, un 24% ha ajustado su estrategia para invertir menos y sólo el 8% planean invertir más.
Parece, por tanto, que gran parte del impacto cíclico de las tensiones comerciales de la primera mitad del año—que explicaba el deterioro del clima de inversión en Estados Unidos—se ha disipado. Las vulnerabilidades de la economía mundial persisten y preocupan, pero, para Europa, vuelven a ser los problemas estructurales los que limitan las expectativas de las grandes empresas.
Los principales líderes del sector privado europeo consideran que la implementación de recomendaciones clave (recogidas en los informes de Enrico Letta y Mario Draghi) no está teniendo el efecto deseado. En torno al 80% de los CEOs cree que los esfuerzos realizados en materia de simplificación regulatoria, integración del mercado único, política de competencia y mercados de capital no han tenido ningún impacto o han tenido un impacto negativo. Es posible que las reformas necesiten tiempo, pero el sector privado tiene poca fe en las instituciones encargadas de estas políticas. En concreto, los Estados miembros de la Unión Europea son los que salen peor parados: el 74% de los CEOs considera insuficientes sus esfuerzos en el Consejo Europeo.
No todo son malas noticias. La Unión Europea tiene clara su agenda, que se alinea con las prioridades del sector privado, según los resultados de la encuesta. Los CEOs señalan tres áreas clave: la simplificación regulatoria, el fortalecimiento de industrias estratégicas y una legislación que apoye la adopción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial.
La pregunta que queda por resolver por parte del sector público es si existirá la voluntad y el espacio político para llevar a cabo estas reformas. Sobre sector privado cabe preguntarse si logrará impulsar la economía europea, apoyando los consensos necesarios y asumiendo parte de los costes que conllevan las reformas que reclama.
Estos resultados son una nueva llamada de atención a las instituciones europeas y a los países miembros que debería servir para impulsar la acción de todas las partes interesadas.