Trump desafía a Putin, el riesgo nuclear se dispara y las cucarachas vuelven a salir

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Trump
Hay días en los que uno siente que la historia acelera, y hoy es uno de ellos.
Donald Trump ha pasado del juego diplomático al golpe sobre la mesa: sanciones directas contra Rusia, las primeras de su nueva administración.
No son sanciones simbólicas. Son un ataque económico frontal al corazón del poder de Putin: su petróleo.
Rosneft y Lukoil, los gigantes energéticos rusos, quedan bajo castigo estadounidense.
Y con ellas, una parte del alma financiera del Kremlin.

El petróleo reacciona. El Brent sube más de un 3 %, el West Texas roza el 2,6 %.
El mundo entra en otra era: una guerra fría sin misiles, pero con los mercados como campo de batalla.
Trump lo sabe. Putin también.
Y entre ellos, el precio del crudo se convierte otra vez en arma geopolítica.

Trump lo niega todo: que haya autorizado misiles, que haya dado luz verde a Ucrania para atacar dentro de Rusia.
Apunta al Wall Street Journal y dispara: “Fake news.”
Es el Trump de siempre, el que combina la provocación con la estrategia.
Niega los misiles, pero aprieta las sanciones.
Y mientras tanto, lanza un dardo directo a España, acusándola de no ser “jugador de equipo” dentro de la OTAN.
El mensaje no es solo para Madrid: es una advertencia a toda Europa.

Y en medio de todo esto, Moscú eleva el tono.
El viceministro ruso Ryabkov avisa:
“Si Estados Unidos abandona la iniciativa New Star, el riesgo nuclear aumentará inmediatamente.”
No es solo una frase diplomática.
Es una amenaza velada, el recordatorio de que esta guerra fría tiene botones que nadie quiere tocar, pero todos muestran.
Trump, fiel a su estilo, responde con superioridad: “Tenemos más armas nucleares que nadie.”
Y así, entre sanciones y advertencias, el equilibrio global vuelve a crujir.

El dinero, siempre más nervioso que los políticos, ha captado el mensaje.
El oro sube. El petróleo se dispara.
Y en Wall Street vuelven a aparecer cucarachas.
Primalen Capital Partners se suma a la lista de quiebras tras First Brands y Tricolor.
El sistema se resiente, las sombras del 2008 asoman entre los gráficos.
Jamie Dimon ya lo dijo: “Hay muchas más de las que creemos.”
Y cada vez que aparece una, los inversores apagan la luz para no ver las demás.

Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional lanza otra advertencia:
la inteligencia artificial se parece demasiado a las puntocom.
Demasiado entusiasmo, demasiado dinero, demasiadas promesas.
Si esta burbuja se pincha, no será una caída tecnológica: será una caída de fe.
Y los mercados, ya tensos por las sanciones, podrían entrar en pánico.

Ursula von der Leyen ha puesto palabras a lo que muchos sabían:
“La crisis de materias críticas ya está en la puerta de Europa.”
China domina el terreno, Europa reacciona cuando ya no hay margen.
Defensa, energía, tecnología: todo depende de otros.
Y en Bruselas, los líderes vuelven a reunirse para aprobar otro paquete de sanciones a Rusia.
Sanciones que llegan siempre un paso por detrás de los hechos.

Y mientras el mundo mira a Washington y Moscú, Argentina hierve.
Dimite el canciller de Javier Milei a solo unos días de las elecciones,
pero el escándalo del día gira a su favor:
un vídeo revela los financiamientos secretos de Hugo Chávez al kirchnerismo.
La historia, a veces, tiene ironías que parecen guiones escritos por el propio destino.
Milei puede estar contra las cuerdas… o a punto de renacer de entre ellas.

Entre tanto ruido terrestre, el universo también habló.
Científicos han descubierto un asteroide fantasma oculto tras el brillo del Sol,
invisible a los radares, escondido entre Venus y Mercurio.
No es una amenaza para la Tierra, pero sí una advertencia:
ni siquiera el Sol puede tapar todos los secretos del cosmos.

El mundo se reordena mientras miramos los mercados,
Trump sanciona a Rusia, Rusia amenaza con el átomo,
y las cucarachas financieras salen a tomar el aire.
Y cuando creemos que lo hemos visto todo,
el universo nos recuerda que siempre hay algo más moviéndose en la sombra.

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