Claves del día de Jose Antonio Vizner
No hay duda de que vivimos tiempos turbulentos. El Secretario General de la ONU nos recuerda que los palestinos tienen un derecho inalienable a vivir en su territorio. Es una verdad que debería ser incuestionable, pero la realidad nos muestra lo contrario: una deshumanización sistemática de un pueblo entero. Nada justifica los ataques de Hamás, pero tampoco se puede justificar lo que estamos viendo en Gaza.
Ahora surge la gran incógnita: ¿está Israel preparando una retirada? La tensión se ha disparado tras conocerse el supuesto plan de Trump de despoblar la Franja para convertirla en una “región próspera”. Desde la ONU, António Guterres ya ha dejado clara su postura en contra de este planteamiento. No se trata solo de política, sino de principios básicos de humanidad. Y, sin embargo, parece que la historia sigue repitiéndose: se juega con la vida de miles de personas como si fueran simples piezas de ajedrez en un tablero geopolítico.
Mientras tanto, el foco también se traslada a Ucrania. La Conferencia de Seguridad de Múnich, que se celebrará en unos días, se perfila como el escenario donde se presentará un posible plan de paz. ¿De qué paz hablamos exactamente? La estrategia de Trump parece centrarse en congelar el conflicto y presionar a Rusia con sanciones masivas. Pero ¿realmente cree alguien que una guerra de esta magnitud se va a resolver con amenazas económicas? La historia nos ha demostrado una y otra vez que las sanciones rara vez logran doblegar a los gigantes militares.
Y si eso no fuera suficiente, tenemos un nuevo frente diplomático abierto en el Canal de Panamá. Estados Unidos quiere cruzar sin pagar tasas, pero Panamá ha sido claro: quien usa el canal, paga. Punto. Es otra muestra de la creciente fricción entre Washington y el mundo, donde la diplomacia parece depender cada vez más de la voluntad de un solo hombre.
Frente a todas estas tensiones, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, intenta calmar las aguas asegurando que Trump no enviará tropas a Gaza ni financiará su reconstrucción. Suena bien, pero es difícil creer que EE.UU. pueda mantenerse completamente al margen si la región sigue desmoronándose.
Mientras los conflictos se multiplican, hay otro termómetro que refleja mejor que cualquier discurso el nerviosismo global: el oro. El mercado del oro está en plena ebullición. Bloomberg informa que los comerciantes están sacando lingotes del Banco de Inglaterra con descuentos, en medio de una tormenta de incertidumbre comercial. Hay listas de espera de semanas para retirar el metal, un signo claro de que los inversores huelen el peligro. Cuando el oro sube, el miedo también lo hace.
El encarecimiento del oro y su demanda desbocada nos dicen lo que muchos aún se niegan a admitir: la estabilidad global está colgando de un hilo. Nos aferramos a promesas de paz, a hojas de ruta diplomáticas y a discursos bien ensayados, pero el dinero siempre sabe la verdad antes que nadie. Y ahora mismo, los mercados están gritando que el mundo está al borde de una nueva crisis.
Nos encontramos en un punto de inflexión. Gaza, Ucrania, Panamá… los frentes están abiertos, la incertidumbre crece y el oro se convierte en el refugio de quienes temen lo peor. ¿Veremos una resolución pacífica o estamos condenados a más caos? La respuesta, como siempre, dependerá de quienes toman las decisiones. Y, por lo que vemos, la historia no pinta bien.