Láseres: el vídeo turco que desvela la nueva defensa ucraniana
La guerra de Ucrania acaba de dejar una nueva escena inquietante: la tripulación de un buque anfibio turco ha grabado y difundido sin censura los sistemas de defensa aérea ucranianos desplegados.
En el vídeo, de apenas unos 30 segundos, se aprecian cañones antiaéreos y, sobre todo, dos haces láser claramente activos, apuntando hacia el cielo negro sobre el Mar Negro.
Su propósito exacto sigue siendo un misterio: ¿cegar drones enemigos, guiar proyectiles tipo APKWS o capturar objetivos para otras baterías? Nadie lo ha aclarado oficialmente, pero el impacto estratégico ya está servido.
En un conflicto donde la supervivencia depende en buena parte de la sorpresa y la opacidad tecnológica, que un aliado muestre al mundo el “esqueleto” de la defensa es algo más que una anécdota.
La pregunta es evidente: ¿ha cruzado Turquía una línea roja de discreción militar o estamos ante el inevitable coste de una guerra que se libra también en las pantallas de los smartphones?
The crew of a Turkish amphibious ship filmed Ukrainian air defense systems in the Odessa port and posted the footage online without censorship. In addition to anti-aircraft guns, two active lasers are visible. Their purpose is unclear: whether they blind drones, serve to guide… pic.twitter.com/BoCBLVmF9j
— Sprinter Press (@SprinterPress) December 19, 2025
Imágenes sin filtro
Lo primero que llama la atención de la filtración es su origen: no son imágenes de satélite ni un vídeo filtrado por inteligencia rusa, sino una grabación aparentemente casual de marinos turcos a bordo de un buque anfibio "atracado en Odesa". Aunque otras fuentes apuntan a un ataque en Novorossiysk en noviembre.
Desde la cubierta se distingue con nitidez una línea de cañones antiaéreos de corto alcance y, algo más atrás, dos sistemas láser operando en continuo, con un haz verde-azulado que corta la oscuridad del puerto.
Aunque no se muestra la posición exacta ni la totalidad del dispositivo defensivo, el clip permite a cualquier analista reconstruir orientación, alcance aproximado y configuración básica de la defensa de punto que protege una de las infraestructuras más sensibles del país.
Este hecho revela una contradicción de fondo: Ucrania lleva meses extremando su opsec (seguridad operativa), prohibiendo publicar imágenes de posiciones de artillería, radares o lanzadores. Y, sin embargo, una sola toma de un aliado es capaz de exponer al mundo una pieza clave de su escudo aéreo. La guerra moderna ya no se pierde solo en el frente, también se pierde con un móvil mal gestionado a bordo de un barco aliado.
Láseres en primera línea: la nueva capa defensiva ucraniana
Más allá de la imprudencia, el vídeo confirma algo que hasta ahora se intuía pero no se veía: Ucrania está desplegando sistemas láser en primera línea para reforzar sus defensas aéreas. La presencia de dos haces activos sugiere un uso operacional real, no una mera prueba de laboratorio.
Los láseres se integran cada vez más como capa intermedia entre la artillería antiaérea clásica y los misiles de mayor alcance. Su función principal, en teoría, es contrarrestar amenazas baratas y masivas: enjambres de drones, munición merodeadora y pequeños aparatos de reconocimiento que saturan los radares tradicionales.
En un contexto donde Rusia lanza oleadas de decenas o incluso cientos de drones por noche contra puertos, refinerías y nodos logísticos, el coste por impacto es determinante. Neutralizar un dron de unos pocos miles de dólares con un misil que cuesta entre 100.000 y 500.000 dólares es un negocio ruinoso. Un sistema láser capaz de cegar sensores o dañar estructuras ligeras puede reducir drásticamente la factura defensiva.
Aunque Kiev no ha reconocido oficialmente la naturaleza de estos equipos, la imagen encaja con una tendencia global: democratizar las armas de alta energía y convertirlas en pieza habitual del escudo antiaéreo, no en tecnología experimental.
¿Cegar drones o guiar misiles? El enigma de los dos haces
La primera, y más intuitiva, es la de cegado de drones: el láser se dirigiría a los sensores ópticos o infrarrojos de aparatos enemigos, dejándolos inutilizados o reduciendo drásticamente su capacidad de guiado. Con drones que vuelan a baja altura y velocidad moderada, esta táctica tiene sentido, especialmente en entorno portuario.
La segunda opción es su uso como designadores de objetivos para municiones guiadas, como los cohetes APKWS, que convierten proyectiles convencionales en armas de precisión mediante guiado láser. En este escenario, el haz visible en el vídeo no sería el arma en sí, sino el “puntero” que permite a otros sistemas impactar con precisión.
La tercera posibilidad es que los láseres funcionen como parte de un sistema híbrido de adquisición de blancos, proporcionando datos a radares y baterías cercanas para mejorar el seguimiento de objetivos. En este caso, el haz visible sería solo la punta del iceberg de una red más amplia de sensores.
Por ahora, ninguna fuente oficial confirma cuál de estos roles es el principal. Pero el simple hecho de que el vídeo circule libremente facilita que equipos de inteligencia rusos y de terceros países puedan analizar potencia aproximada, frecuencia de uso y esquemas de despliegue.
Un riesgo de inteligencia que inquieta a Kiev y a la OTAN
Desde la perspectiva de seguridad, el problema no es solo el contenido del vídeo, sino quién lo ha publicado y cómo. Que miembros de la tripulación de un buque anfibio turco compartan imágenes sin censura de sistemas críticos ucranianos plantea dudas sobre los protocolos de los países aliados.
En plena guerra, la OTAN y sus socios han intensificado la vigilancia sobre cualquier material que pueda revelar ubicación, capacidades o patrones de operación de sistemas sensibles. Lo habitual es pixelar, recortar o, directamente, prohibir la difusión de determinadas escenas. En este caso, esa cadena de controles ha fallado.
Las consecuencias potenciales son claras: Rusia puede ajustar sus rutas de ataque, altitudes de vuelo y tipo de municiones sabiendo ahora qué tipo de defensa encuentra en Odesa. Incluso si el vídeo solo muestra una parte del dispositivo, aporta pistas valiosas. Bastan unos pocos segundos para estimar, por ejemplo, si los láseres son de baja, media o alta energía en función del brillo, el haz y las condiciones atmosféricas aparentes.
“No se trata de un error inocente, sino de una vulnerabilidad de inteligencia”, diría cualquier experto en guerra moderna. Y esa vulnerabilidad, paradójicamente, no la ha creado Kiev, sino un miembro de la coalición que dice apoyarla.
Turquía, socio incómodo entre Kiev, Moscú y la OTAN
La implicación de un buque anfibio turco añade una capa geopolítica delicada. Turquía juega un papel ambiguo desde el inicio de la guerra: miembro de la OTAN, proveedor de drones a Ucrania y, al mismo tiempo, socio económico de Rusia, con el que mantiene canales abiertos en energía y comercio.
En ese equilibrio inestable, episodios como este alimentan las suspicacias. ¿Es simplemente un desliz de disciplina de la tripulación, o refleja una relajación de estándares en un país que se mueve permanentemente entre dos aguas? Ankara ha sabido capitalizar su posición estratégica para ganar margen de maniobra, pero ese juego también tiene costes: la confianza plena de sus socios occidentales se resiente cada vez que aparece un gesto ambiguo.
Para Ucrania, el dilema es evidente. Necesita a Turquía como socio logístico y diplomático en el Mar Negro —desde la gestión del grano hasta la negociación de corredores de seguridad—, pero no puede permitirse que barcos aliados se conviertan en vectores involuntarios de filtración. Una revisión de protocolos y una conversación directa con Ankara parecen inevitables si Kiev quiere evitar que el incidente se repita.