3I/Atlas, el cometa que desafía las normas del sistema solar y despierta misterio en la NASA
El cometa 3I/Atlas impacta con su inesperada emisión de vapor de agua a grandes distancias del sol y un brillo azulado que indica gases ionizados. La NASA y científicos exploran nuevas hipótesis sobre su composición y origen, mientras se prepara un especial con Avi Loeb para analizar este enigma que podría cambiar la perspectiva sobre el agua y la vida más allá de la Tierra.
Cuando un cometa interestelar cruza nuestro vecindario, la curiosidad científica se dispara. Con 3I/Atlas (C/2025 N1) esa curiosidad ha pasado a estupor: la NASA ha confirmado una emisión sostenida de vapor de agua en el espacio frío, muy lejos del régimen térmico donde la sublimación de hielo de agua es eficiente. El rastro químico del proceso —radicales de hidróxilo (OH) generados cuando la luz solar rompe moléculas de H₂O— no deja dudas: hay agua saliendo, y en cantidades nada triviales, decenas de kilos por segundo.
Ese caudal plantea una pregunta incómoda: ¿qué está calentando el hielo? La primera vía apunta a la composición. Si el núcleo alberga volátiles más sensibles que el agua (CO, CO₂ o mezclas porosas que faciliten la conducción térmica), bastaría un leve aumento de irradiación para activar “chorros” capaces de arrastrar H₂O. La segunda vía —más especulativa— sugiere fuentes internas de calor: procesos geoquímicos, fricción por grietas activas o configuraciones de porosidad que canalicen energía de forma inusual. Ninguna explicación, por sí sola, despeja el misterio; podría tratarse de mecanismos combinados en un objeto cuya “arquitectura” interna no se parece a la de los cometas del Sistema Solar.
Como si no bastara, 3I/Atlas ha mostrado un incremento rápido de brillo con componente azulada, una firma cromática compatible con gases ionizados. Eso implica procesos de excitación energética poco comunes en cometas típicos, y añade una capa de rareza a un expediente ya llamativo. Esta tonalidad, que algunos equipos vinculan a emisiones de especies ionizadas (por ejemplo, CO⁺ bajo ciertas condiciones), no encaja fácilmente con los manuales clásicos, y empuja a revisar desde la química superficial hasta la microfísica del polvo que envuelve al núcleo.
En paralelo, resurge el debate sobre hipótesis no convencionales. El astrofísico Avi Loeb lleva años recordando que, ante anomalías persistentes, conviene mantener la mente abierta a escenarios artificiales —no como conclusión, sino como pregunta científica. La mayoría de la comunidad, con prudencia, se inclina por explicaciones naturales extremas (composición exótica, estructuras internas porosas, eyección dirigida), pero el catálogo de rarezas de 3I/Atlas ha ganado suficientes entradas como para no descartar que estemos viendo fenómenos que aún no modelamos bien.
Más allá del morbo, el impacto científico es enorme. Si un viajero interestelar exhibe agua abundante a distancias frías, eso revaloriza la ubiquidad del agua en entornos extrasolares y alimenta preguntas de calado: ¿cómo llegó el agua a la Tierra? ¿Qué reservorios de hielos existen —y en qué combinaciones— en los discos de otros sistemas? Y, sobre todo, ¿cuán diversa es la “familia” de cometas interestelares frente a la relativamente homogénea población local?
Las próximas semanas serán decisivas. Con mejor visibilidad desde la Tierra, una batería de telescopios podrá afinar fotometría, espectros y polarimetría para distinguir entre líneas iónicas, bandas moleculares y distribuciones de tamaño de grano en la coma. Cada medición ayudará a desbloquear el rompecabezas: qué compuestos dominan, qué mecanismo energético sostiene la sublimación fría y cómo evoluciona la actividad al cambiar la geometría Sol-cometa.
La conversación salta también a la pantalla. Negocios TV emitirá un especial sobre 3I/Atlas con José Vizner y la participación del propio Avi Loeb, el lunes a las 13:00 (CET), para desgranar datos, hipótesis y escenarios observacionales. Un encuentro idóneo para separar datos medidos de conjeturas y entender por qué este cometa, lejos de ser “uno más”, estresa los límites de lo que creíamos saber.
Por ahora, 3I/Atlas nos deja tres certezas y un desafío. La primera: hay agua saliendo donde no debería. La segunda: el brillo azulado sugiere plasma o iones que exigen modelos más finos. La tercera: los cometas interestelares son más variados de lo que intuíamos. El desafío, inmenso, es explicar sin forzar los datos… y aceptar que tal vez este visitante nos esté obligando a reescribir capítulos enteros sobre actividad cometaria en frío. El universo, una vez más, no se conforma con nuestras categorías. Y eso es, precisamente, lo que hace grande a la ciencia.
