Acuerdo marco entre EE. UU. y China para el control de TikTok: lo que se sabe
Nuevo acuerdo marco entre EE. UU. y China para el control de TikTok y sus principales detalles.
En las últimas 24 horas, el escenario tecnológico y político internacional ha vivido un giro de relevancia histórica. Tras meses de tensiones, amenazas de veto y demandas judiciales, Estados Unidos y China han alcanzado un acuerdo marco preliminar sobre el futuro de TikTok, la aplicación de videos cortos que se ha convertido en un símbolo tanto de innovación digital como de rivalidad geopolítica. La noticia ha sacudido los mercados y abre una nueva etapa en la relación entre las dos principales potencias mundiales, aunque aún está lejos de resolverse del todo.
El acuerdo, según adelantaron fuentes oficiales en Washington y Pekín, contempla que TikTok pase a estar bajo control mayoritario estadounidense, en línea con la exigencia planteada por la ley Protecting Americans from Foreign Adversary Controlled Applications Act (PAFACA). La normativa obliga a que cualquier aplicación considerada de riesgo estratégico por estar en manos de un “adversario extranjero” deba venderse o afrontar una prohibición. ByteDance, la matriz china de TikTok, lleva meses negociando contrarreloj para evitar el escenario de un apagón en el mayor mercado publicitario del mundo.
El Secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, explicó que la presión regulatoria y la amenaza de veto fueron factores determinantes para forzar a la parte china a aceptar un marco negociador. No obstante, lo firmado aún no es un contrato definitivo: se trata de un acuerdo preliminar, pendiente de concretarse con mayor detalle en una conversación prevista entre el presidente Donald Trump y su homólogo chino Xi Jinping en los próximos días.
El trasfondo de una batalla global
TikTok no es solo una aplicación de entretenimiento. Con más de mil millones de usuarios activos en el mundo, se ha transformado en un canal clave para la publicidad digital, la comunicación política, el comercio electrónico y la difusión cultural. En Estados Unidos, la app concentra a una generación de consumidores que cada vez se informa, entretiene y compra a través de sus pantallas móviles. Esto convierte a TikTok en un activo estratégico para cualquier economía que aspire a dominar el ecosistema digital.
Para Washington, el problema nunca ha sido únicamente económico. La preocupación central se encuentra en el algoritmo que decide qué contenido se muestra a cada usuario, y en el almacenamiento de datos de millones de estadounidenses. La sospecha, compartida por parte del Congreso y el aparato de seguridad nacional, es que Pekín podría usar la aplicación como herramienta de influencia política o espionaje digital. Por su parte, China considera que las presiones sobre TikTok son un ataque directo a su soberanía tecnológica y un intento de limitar la expansión global de sus campeonas digitales.
La disputa ha reflejado lo que muchos analistas llaman el “desacoplamiento tecnológico”: el proceso mediante el cual Estados Unidos y China van levantando barreras mutuas en torno a datos, chips, redes sociales y servicios digitales. El caso TikTok es solo el ejemplo más visible de una dinámica más amplia que abarca desde la inteligencia artificial hasta la ciberseguridad.
Lo que dice el acuerdo marco
Aunque no se han publicado los documentos oficiales, diversas fuentes han coincidido en que el acuerdo incluye varios elementos centrales. En primer lugar, la transferencia de control de TikTok en Estados Unidos hacia accionistas mayoritariamente estadounidenses. Esto podría incluir fondos de inversión privados, grandes compañías tecnológicas locales o consorcios mixtos.
En segundo lugar, el compromiso de preservar ciertas “características chinas”. Este concepto aún es vago, pero podría implicar que ByteDance retenga una participación minoritaria, o que el algoritmo principal se mantenga ligado a desarrolladores en Pekín. Aquí surge una de las principales incógnitas: si Estados Unidos aceptará un modelo de control compartido o si insistirá en una separación total de la propiedad intelectual y la gestión de datos.
En tercer lugar, el acuerdo contempla garantías sobre la seguridad de la información. Esto incluiría auditorías externas, almacenamiento en servidores estadounidenses y acceso regulado por parte de las autoridades locales. De no cumplirse, el fantasma de la prohibición podría regresar en cualquier momento.
Finalmente, el pacto necesita ser ratificado al más alto nivel político. El encuentro previsto entre Trump y Xi, anunciado para finales de esta semana, será clave para definir si el acuerdo logra sostenerse o si se queda en un gesto diplomático temporal.
Obstáculos legales y políticos
El anuncio ha sido recibido con cautela en los mercados financieros y entre los expertos en derecho tecnológico. Varias razones explican esta prudencia.
Primero, la propia PAFACA establece criterios estrictos que obligan a un divestimiento completo de empresas extranjeras consideradas adversarias. Si el acuerdo no asegura un traspaso real y efectivo, podría ser impugnado en los tribunales o rechazado por el Congreso.
Segundo, las leyes chinas de control de exportaciones y seguridad nacional limitan la capacidad de ByteDance para transferir tecnología, algoritmos o datos sin la aprobación del gobierno de Pekín. Es probable que los reguladores chinos busquen preservar cierto nivel de influencia sobre TikTok, tanto por razones económicas como por orgullo nacional.
Tercero, la opinión pública en ambos países añade presión. En Estados Unidos, millones de usuarios jóvenes se han movilizado en redes sociales para criticar la posible prohibición, mientras que en China, la cesión de TikTok podría interpretarse como una derrota política en plena rivalidad global.
Implicaciones para negocios e inversores
Más allá de la batalla geopolítica, el acuerdo abre oportunidades y riesgos en el ámbito empresarial. Si TikTok logra mantenerse en Estados Unidos, se consolidará como un actor central en la publicidad digital, rivalizando con gigantes como Meta, Google y YouTube. Su modelo basado en la hiperpersonalización de contenidos ha demostrado una capacidad inusual para captar la atención de los usuarios y generar conversiones comerciales.
Para los inversores estadounidenses, la entrada en la propiedad de TikTok podría representar un activo de gran valor, especialmente si se logra una revalorización bajo un marco regulatorio más seguro. Sin embargo, la operación implicará desafíos financieros considerables, desde la valoración de activos hasta la reestructuración interna.
Las marcas, por su parte, se juegan mucho en esta negociación. La posibilidad de un veto habría obligado a miles de anunciantes a replantear sus estrategias digitales, mientras que un acuerdo estable les garantiza continuidad en el acceso a un público joven, creativo y altamente comprometido.
Un espejo del desacoplamiento tecnológico
El caso TikTok no se entiende sin mirarlo en el marco del desacoplamiento tecnológico entre China y Estados Unidos. Washington ha impuesto restricciones a la exportación de semiconductores avanzados hacia empresas chinas, mientras que Pekín ha desarrollado planes para alcanzar la autosuficiencia tecnológica en inteligencia artificial y computación cuántica.
Este acuerdo marco puede leerse como un intento de gestionar las tensiones sin llegar a una ruptura total. Pero también muestra que la confianza entre las dos potencias es mínima, y que cualquier concesión debe estar respaldada por mecanismos de verificación, auditoría y presión política constante.
Escenarios posibles
De aquí en adelante, los analistas contemplan tres escenarios principales. El primero, optimista, es que el acuerdo se traduzca en un traspaso real de control y que TikTok continúe operando en Estados Unidos sin mayores sobresaltos. El segundo, intermedio, es que surjan disputas legales y retrasos, lo que lleve a un modelo híbrido con control compartido y medidas de supervisión constantes. El tercero, pesimista, es que el pacto se derrumbe por falta de consenso y que finalmente se aplique una prohibición.
Cada uno de estos escenarios tendrá un impacto diferente en los mercados digitales, en la confianza de los inversores y en la evolución de las relaciones bilaterales entre Pekín y Washington.