Avi Loeb

Avi Loeb estalla contra Kaku, Cox y DeGrasse Tyson: ‘Yo juego en el campo; ellos solo comentan desde el banquillo’ – y por qué no se había contado así hasta ahora

Avi Loeb responde con firmeza a Michio Kaku y otros divulgadores, resaltando la diferencia entre la investigación científica activa y la mera divulgación. Una reflexión necesaria sobre los roles dentro del ecosistema científico y mediático.

Avi Loeb en una conferencia reciente, simbolizando el choque de perspectivas con figuras mediáticas como Michio Kaku.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Avi Loeb en una conferencia reciente, simbolizando el choque de perspectivas con figuras mediáticas como Michio Kaku.

La comunidad científica vive una de sus semanas más agitadas tras unas declaraciones que han corrido como pólvora. Avi Loeb, uno de los astrofísicos más influyentes y polémicos de la actualidad, lanzó un mensaje directo y sin adornos hacia algunos de los divulgadores más reconocidos del planeta: Michio Kaku, Brian Cox y Neil deGrasse Tyson. Su acusación es tan breve como demoledora: “Yo juego en el campo; ellos solo comentan desde el banquillo.”

La frase, recogida en un reciente encuentro académico, abrió una grieta que llevaba tiempo formándose: la tensión latente entre quienes producen ciencia y quienes la cuentan. Loeb, autor de investigaciones sobre objetos interestelares como ‘Oumuamua o 3I/Atlas, dejó claro que la brecha entre ambos mundos se ha vuelto más profunda de lo que se reconoce públicamente.

Un choque de roles que llevaba tiempo gestándose

Loeb argumenta que, mientras las figuras mediáticas cosechan fama mundial por su capacidad de explicar conceptos complejos, no participan en la producción de conocimiento empírico, ni publican investigaciones originales sobre los temas que comentan. En su visión, la diferencia entre investigar y divulgar se está difuminando, provocando que el público confunda autoridad científica con visibilidad televisiva.

“Hay una diferencia enorme entre observar desde fuera y estar en primera línea, analizando datos y revisando fenómenos desconocidos”, asegura Loeb, en referencia a objetos como el reciente 3I/Atlas, cuyo comportamiento ha desconcertado a la comunidad científica.

Sus palabras no buscan despreciar la divulgación —él mismo ha escrito libros superventas—, sino marcar una frontera clara: comunicar no es lo mismo que descubrir.

El valor (y el riesgo) de la divulgación masiva

Kaku, Cox y DeGrasse Tyson cumplen una función indiscutible: hacer que millones se interesen por la ciencia. Con programas de televisión, podcasts, documentales y presencia constante en redes sociales, son, para muchos, la puerta de entrada al cosmos.

Pero Loeb advierte que esa misma popularidad puede provocar un problema:
que lo que se explica para que sea accesible termine simplificado o filtrado desde fuera del proceso científico, creando un relato incompleto o incluso sesgado de los descubrimientos.

Esto abre un debate profundo: ¿puede un divulgador opinar con la misma autoridad sobre un fenómeno que nunca ha investigado directamente? ¿O debería establecerse un marco más claro entre quienes hacen ciencia y quienes la hacen comprensible?

Un debate que refleja una tensión más grande

La confrontación pública entre Loeb y los divulgadores de renombre expone un dilema mayor:
¿cómo equilibrar el rigor científico con la narrativa que necesita el gran público?

Por un lado, Loeb insiste en que sin investigadores que asuman riesgos, recojan datos y publiquen artículos revisados por pares, la ciencia no avanza.
Por el otro, figuras como Kaku o DeGrasse Tyson han demostrado que sin una comunicación eficaz, la ciencia no llega a nadie.

El choque, por tanto, no es solo de egos o protagonismo, sino de modelos complementarios que chocan cuando uno eclipsa al otro.

Lo que viene ahora

El debate ya encendió a la comunidad científica, y no desaparecerá pronto.
A medida que fenómenos como 3I/Atlas, la materia oscura o la nueva física desafían los modelos conocidos, la pregunta seguirá siendo la misma:

¿quién debe liderar la conversación pública sobre los grandes misterios del universo?
¿Quien investiga… o quien mejor los sabe contar?

Loeb, por su parte, parece decidido a dejar clara su postura.
Sus palabras no solo cuestionan la figura del divulgador estrella, sino que invitan a replantear la relación entre ciencia, medios y opinión pública en un momento donde cada descubrimiento se viraliza antes incluso de ser entendido.

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