La carta de Maduro a Trump: señales, riesgos y oportunidades para los negocios
La misiva de Nicolás Maduro, dirigida a Donald Trump en los primeros meses de su segunda administración, se presenta como un intento de canalizar la relación bilateral a través de una comunicación directa y de desactivar polémicas que han ido en aumento.
El texto insiste en la existencia de “fake news” alrededor de Venezuela, incluida la versión de que el país se negó a recibir migrantes de vuelta, asunto que —según la carta— se resolvió por la vía diplomática con el “embajador Richard Gernett”. También subraya un canal operativo con el enviado especial Rick Grenell para abordar fricciones puntuales entre ambos gobiernos.
El punto más sensible para los mercados es la acusación, calificada en la carta como “absolutamente falsa”, de vínculos del alto gobierno venezolano con mafias y narcotráfico. Para contrastar esa narrativa, el documento aporta cifras que atribuye a organismos internacionales: que el 87% de la droga producida en Colombia sale por puertos del Pacífico, el 8% por La Guajira y solo el 5% intentaría cruzar Venezuela; además, sostiene que más del 70% de ese porcentaje habría sido neutralizado este año en la frontera común de 2.200 kilómetros. Desde una óptica empresarial, lo relevante no es validar o refutar aquí esos datos —tarea de analistas y agencias especializadas—, sino entender el mensaje: Caracas quiere reposicionar el riesgo país frente a Washington y a los inversores, asociando estabilidad interna con contención del crimen transnacional.
El cierre de la carta apela a una noción de paz regional respaldada por la CELAC y propone preservar el diálogo para evitar una escalada que “haría un daño catastrófico a todo el continente”. El subtexto para negocios es claro: se busca tiempo y espacio político para que la relación EE. UU.–Venezuela no derive en medidas más duras que afecten flujos comerciales, financieros y energéticos. En paralelo, el propio video que origina esta transcripción recuerda que, si la escalada continuara, el margen de maniobra del “régimen” se reduciría de manera drástica, lo que elevaría el riesgo operativo y reputacional para cualquier actor con exposición directa o indirecta al país.
Finalmente, la carta de Maduro a Trump es un movimiento para contener la incertidumbre y ofrecer una puerta al diálogo en un momento tenso. Para la dirección de negocios, no es un billete de vuelta a la normalidad, pero sí un aviso para afinar protocolos, blindar cumplimiento y decidir con datos, no con titulares. La oportunidad está en anticiparse: quien llegue preparado a un entorno que se enfría —o a uno que vuelve a calentarse— preservará valor y reputación. Lo prudente hoy es escuchar la señal, mantener el plan y sostener la disciplina operativa.