China simula guerra en México y Cuba y desafía a EEUU
Las maniobras virtuales del Ejército Popular de Liberación ensayan ataques cerca de Houston y el Caribe mientras Taiwán sigue en el centro del tablero asiático
China ha cruzado un umbral simbólico que hasta hace poco muchos consideraban intocable. Según ha divulgado la televisión estatal CCTV, el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha realizado simulaciones de combate no solo alrededor de Taiwán, sino también frente a las costas de México y Cuba, con escenarios que incluyen ataques sobre el área de Houston y operaciones navales en el Golfo de México y el Caribe.
No se trata de maniobras rutinarias, sino de ejercicios digitales que mapean, con lujo de detalle, un teatro de operaciones que históricamente ha sido considerado el “patio trasero” de Estados Unidos. El mensaje de Pekín, aunque envuelto en lenguaje técnico, es nítido: China quiere demostrar que también puede proyectar fuerza en el hemisferio occidental.
En los simulacros han participado más de 20 unidades y academias militares, en un esfuerzo coordinado que combina doctrina, tecnología de simulación avanzada y entrenamiento de mandos en escenarios de alta complejidad.
La consecuencia es clara: la seguridad hemisférica, tal y como la entendía Washington desde hace décadas, entra en una fase inédita de cuestionamiento.
Una maniobra que rompe tabúes estratégicos
Hasta ahora, la proyección militar china fuera de Asia se había mantenido en un terreno acotado: misiones de paz, ejercicios navales puntuales y presencia limitada en enclaves como el Cuerno de África. Lo que cambia con estas simulaciones es el espacio simbólico: por primera vez, Pekín ensaya explícitamente escenarios de combate en zonas que desde la Doctrina Monroe se consideraban núcleo duro de la influencia estadounidense.
El doble enfoque de los ejercicios —Taiwán por un lado, México y Cuba por otro— sugiere un diseño deliberado. En el frente asiático, China refuerza la narrativa de que puede cercar la isla y disuadir cualquier intervención extranjera. En el frente occidental, introduce un elemento nuevo: la posibilidad de responder, al menos en teoría, en el mismo hemisferio donde Washington ha operado con práctica impunidad desde mediados del siglo XX.
Este hecho revela una ambición creciente: romper el tabú geográfico que limitaba la proyección militar china a su vecindad inmediata. Aunque las maniobras sean virtuales, el salto conceptual es enorme.
Simulaciones con Houston y el Caribe en el punto de mira
CCTV ha difundido imágenes de mapas digitales donde se observan ataques y defensas sobre objetivos situados en el área de Houston y en el Mar Caribe, junto a costas mexicanas y cubanas. Los gráficos muestran trayectorias de misiles, despliegue de grupos navales y operaciones de interdicción en rutas comerciales, todo ello enmarcado en escenarios de guerra de alta intensidad.
Las simulaciones habrían incluido, según la información divulgada, al menos tres tipos de ejercicios:
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Ataques coordinados contra infraestructuras costeras críticas.
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Defensa de convoyes propios frente a fuerzas navales “enemigas” en el Caribe.
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Operaciones de negación de área en sectores clave del Golfo de México.
La participación de academias militares y centros de mando indica que el objetivo no es solo probar capacidades técnicas, sino entrenar a futuros generales y planificadores para pensar más allá del estrecho de Taiwán. En otras palabras, se está educando a una generación de mandos chinos en la idea de que el mapa global es un campo de operaciones potencial, no una colección de zonas prohibidas.
Mensaje directo al corazón de la hegemonía estadounidense
En Washington, la lectura es inmediata: cuando un rival estratégico simula operaciones militares cerca de tus costas, la señal va mucho más allá de la teoría. Los ejercicios chinos representan un desafío directo a la lógica de “seguridad asimétrica” que ha protegido históricamente a Estados Unidos: capacidad de proyectar fuerza lejos de casa sin sufrir maniobras equivalentes en su vecindad.
El mensaje implícito de Pekín puede resumirse en una frase: “si ustedes pueden acercarse a nuestras aguas, nosotros podemos entrenar para acercarnos a las suyas”. No se trata de anunciar una intervención real en el Golfo de México, sino de mostrar que China ya piensa en términos de disuasión global recíproca.
Para la comunidad de seguridad estadounidense, el riesgo no es tanto inmediato como estratégico. Si China consigue construir, en los próximos 10-15 años, una flota de aguas azules que acompañe a estas simulaciones virtuales, el escenario de un juego de espejos en ambos hemisferios dejará de ser un ejercicio teórico para convertirse en un factor real de planificación.
Un EPL cada vez más global y más tecnológico
Las maniobras revelan también la evolución interna del Ejército Popular de Liberación. La participación de más de 20 unidades y centros de estudio y el uso intensivo de simuladores avanzados apuntan a un proceso de modernización acelerado. China está integrando doctrina, inteligencia artificial y simulación computacional para entrenar a sus mandos en escenarios complejos sin necesidad de desplegar físicamente grandes contingentes.
Este enfoque tiene varias ventajas. Reduce costes, minimiza riesgos diplomáticos asociados a maniobras físicas y permite repetir cientos de iteraciones de un mismo escenario variando parámetros en tiempo real: tiempos de respuesta, rutas de aproximación, saturación de defensas enemigas, etc.
En términos de preparación operativa, significa que cuando el EPL salga al mar en ejercicios reales, sus comandantes habrán “peleado” antes, de forma virtual, en decenas de versiones distintas del mismo conflicto. Es, en esencia, una forma de recortar la distancia con fuerzas que llevan décadas entrenándose globalmente.
Las grietas de la seguridad hemisférica para América Latina
Para América Latina, y especialmente para México y Cuba, la noticia llega cargada de ambigüedad. Por un lado, la aparición de estos países en mapas de simulación chinos puede interpretarse como un reconocimiento de su valor estratégico en un mundo más multipolar. Por otro, los convierte en hipotéticos escenarios de confrontación entre dos gigantes externos.
La región lleva años tratando de mantener un equilibrio delicado: aprovechar la inversión china y la cooperación con Pekín sin romper los puentes con Washington. La idea de que el EPL ensaye guerra cerca de sus costas añade una dimensión incómoda: ¿hasta qué punto podrán los gobiernos latinoamericanos sostener una política de “no alineamiento activo” si la rivalidad entre ambas potencias se materializa en su espacio geográfico?
Este hecho revela una vulnerabilidad estructural: la arquitectura de seguridad hemisférica sigue girando en torno a Estados Unidos, mientras China gana peso económico sin una presencia militar formal. Las simulaciones muestran que Pekín ya se imagina como actor de seguridad también en este lado del mundo.
Reacción en Washington: alarmas encendidas y cálculo frío
En los círculos de seguridad nacional de EEUU, estas maniobras son vistas como un punto de inflexión. No porque indiquen un ataque inminente, sino porque confirman una tendencia: China ha dejado de pensar solo en la defensa de su periferia y se entrena para escenarios de competencia global directa.
La reacción combina alarma y cálculo frío. Por un lado, se refuerza el discurso de que Estados Unidos debe acelerar la modernización de su flota, fortalecer alianzas en el Pacífico y recuperar influencia en América Latina para evitar “vacíos” que Pekín pueda ocupar. Por otro, se abre un debate sobre límites: ¿responder con ejercicios equivalentes cerca de China, arriesgando una escalada, o apostar por vías diplomáticas que acoten estos juegos de simulación?
La pregunta de fondo es si el Pentágono está dispuesto a aceptar que la época de la hegemonía incontestada ha terminado, y que el futuro se parecerá más a un equilibrio tenso en varios teatros a la vez.
¿Cambio estratégico de fondo o exhibición táctica?
Queda por responder la cuestión clave: ¿estamos ante un verdadero giro estratégico chino o ante una exhibición táctica destinada sobre todo al consumo interno y a enviar mensajes calculados al exterior?
Los analistas apuntan a una combinación de ambos elementos. Por un lado, las simulaciones sirven para legitimar internamente la narrativa de una China fuerte, capaz de defender sus intereses frente a cualquier amenaza, incluso lejos de sus costas. Por otro, crean ambigüedad estratégica sobre hasta dónde estaría dispuesta a llegar Pekín en caso de crisis mayor con Estados Unidos.
La consecuencia inmediata es un aumento de la incertidumbre en la política internacional. Cada nuevo ejercicio, cada mapa mostrado en CCTV con puntos brillando cerca de Houston o en el Caribe, añadirá presión a un sistema ya cargado de fricciones: guerra en Europa del Este, tensiones en el estrecho de Taiwán, carrera tecnológica en semiconductores y remodelación de alianzas en Asia y América.
Lo que está claro es que, a partir de ahora, cuando se hable de seguridad hemisférica, China dejará de ser un actor lejano para convertirse en una variable central de la ecuación.
