Los demócratas airean nuevos correos de Epstein que apuntan a Trump y reavivan la pelea por la transparencia
Los demócratas de la Cámara de Representantes publicaron una nueva tanda de correos electrónicos procedentes del patrimonio de Jeffrey Epstein en los que el financiero fallecido menciona de forma directa al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En uno de ellos, fechado en 2011, Epstein asegura a Ghislaine Maxwell que Trump pasó “horas” en su casa con una de las víctimas de trata y lo describe como “ese perro que no ha ladrado”. La difusión llega en un momento en que el Congreso mantiene abierta una investigación sobre la red de apoyos y encubrimientos que permitió a Epstein operar durante años.
Los mensajes difundidos por el grupo demócrata del Comité de Supervisión, encabezado por el congresista Robert Garcia, forman parte de la última entrega de documentación que el patrimonio de Epstein está remitiendo a la Cámara. El más llamativo es el correo de abril de 2011 en el que Epstein cuenta a Maxwell que una de las víctimas “pasó horas en mi casa con él” y que, pese a ello, Trump “nunca ha sido mencionado”, antes de calificarlo como “the dog that hasn’t barked”, la pieza que falta en un caso que sigue salpicando a figuras políticas, empresariales y del entretenimiento más de una década después.
La publicación incluye también referencias posteriores, ya en 2015 y 2019, en la correspondencia de Epstein con el escritor Michael Wolff. En esos intercambios, revelados ahora por los demócratas, Epstein sostiene que Trump “sabía lo de las chicas” y que había pedido a Maxwell que parara, lo que sugiere al menos conocimiento del comportamiento delictivo del financiero. Wolff, según el propio correo, llegó a plantear que las negaciones públicas de Trump podían utilizarse como “moneda política”, lo que ayuda a entender por qué esta documentación se hace pública justo cuando los demócratas buscan presionar a la Casa Blanca y al Departamento de Justicia para que liberen todos los archivos vinculados al caso Epstein.
Desde el lado demócrata el mensaje es claro: no se trata solo de conocer la relación personal entre Trump y Epstein, sino de demostrar si hubo un “encubrimiento” institucional que frenó investigaciones o rebajó el alcance de las acusaciones cuando el ahora presidente ya tenía un papel público relevante. El comunicado del comité habla de “golpe a un intento de tapar el caso Epstein desde la Casa Blanca” y lo enmarca en una investigación más amplia que ya ha pedido datos a bancos, al Departamento de Justicia e incluso testimonios de figuras como el ex príncipe Andrés. La idea de fondo es que toda la red de apoyos a Epstein debe quedar expuesta, no solo la parte que incomoda al Partido Republicano.
La respuesta republicana, sin embargo, ya estaba escrita en entregas anteriores: acusan a los demócratas de seleccionar solo lo que afecta a Trump y de convertir el expediente Epstein en un arma política, como sucedió cuando divulgaron la nota de cumpleaños que el presidente negó haber escrito y que su equipo calificó de “escándalo falso”. Ese mismo argumento —que se está “cherry-pickeando” material— volverá previsiblemente hoy, sobre todo porque el contenido de los correos es sugerente pero no constituye por sí solo una prueba penal contra Trump. Aun así, políticamente es incómodo: el presidente sostiene desde hace años que rompió con Epstein cuando supo de su conducta, y estos mensajes apuntan a que en círculo privado a Epstein le constaba lo contrario.
El momento elegido tampoco es casual. La comisión quiere mantener vivo el foco sobre las conexiones de Epstein justo cuando en Washington se discute cuánto poder debe tener el Congreso para forzar la publicación de documentos sensibles y cuando la Casa Blanca necesita blindar la agenda económica y de seguridad antes del año electoral. Cada nuevo correo que vincula a Trump con Epstein complica ese blindaje y da a los demócratas un relato de transparencia y de defensa de las víctimas que vende bien tanto en los medios como entre sus bases. Para el presidente, en cambio, es otra línea de ataque que se suma a causas judiciales y a investigaciones legislativas que ya le obligan a dedicar tiempo y capital político a la defensa.