El Kremlin dice que EE. UU. no responde a su propuesta del tratado New START
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declaró que Estados Unidos todavía no ha contestado la oferta rusa para extender las restricciones del tratado New START más allá de su vencimiento previsto en febrero. Moscú afirma que Washington prometió que el mismo presidente Trump respondería personalmente, pero hasta ahora no hay señales de una posición formal.
El pulso entre Rusia y Estados Unidos sobre estabilidad estratégica atraviesa un nuevo capítulo de incertidumbre. En las últimas declaraciones oficiales, Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, subrayó que Washington aún no ha ofrecido una respuesta concreta al ofrecimiento ruso de mantener vigentes los límites del tratado New START por un año más, tras su expiración prevista en febrero de 2026. Según Peskov, funcionarios estadounidenses habrían asegurado que el presidente Donald Trump respondería de forma directa, pero no se ha materializado ningún pronunciamiento oficial.
El asunto adquiere relevancia particular por varias razones. En primer lugar, New START es el último gran instrumento bilateral que regula el número de armas estratégicas desplegadas entre ambas potencias: limita a 1.550 ojivas estratégicas y 700 sistemas de lanzamiento por parte de cada uno. Aunque Rusia suspendió en 2023 su participación formal en el tratado, oficialmente sigue adhiriendo a sus límites como gesto de estabilidad.
En su oferta inicial, presentada por Vladimir Putin en septiembre de 2025, Rusia propuso extender esos límites por un año más si Estados Unidos accedía a hacerlo recíprocamente. Ese planteamiento responde al temor ruso de que la expiración del tratado deje un vacío de regulación directa entre las dos mayores potencias nucleares, lo que podría precipitar una nueva carrera armamentística o desencadenar dinámicas de escalada no controladas.
Desde la perspectiva rusa, la falta de respuesta oficial genera inquietud. Peskov advirtió que Rusia vigilará cómo evoluciona la iniciativa y no descarta medidas si considera que las acciones occidentales contradicen lo que Moscú considera acuerdos legítimos. En el mismo discurso, mencionó que cualquier intento de usar los activos rusos congelados en la UE para socorrer a Ucrania “no quedará sin respuesta”.
No obstante, fuentes de prensa señalan que sí existe comunicación entre las administraciones, aunque sin que haya una decisión política formal: “la comunicación está en curso, pero no ha habido una respuesta al ofrecimiento”, indicó Peskov a periodistas.
En Washington, la situación es compleja. La Casa Blanca no ha emitido hasta ahora una declaración pública contundente respecto a la oferta rusa. Algunos analistas sugieren que la administración estadounidense podría estar evaluando las implicaciones estratégicas o negociando internamente las condiciones antes de emitir una respuesta. Las posibles líneas de debate incluyen plazos, condiciones de verificación, mecanismos de inspección y la inclusión de otros países en un acuerdo más amplio.
Otro elemento de interés añadido es la insistencia del Kremlin en que futuros procesos de desarme también deban incluir los arsenales nucleares de Reino Unido y Francia, lo que ampliaría el horizonte de negociación más allá del clásico eje bilateral Rusia-EE. UU.
Para el mundo, un eventual estancamiento o rechazo podría generar importantes riesgos. La ausencia de reglas claras entre Rusia y EE. UU. en materia nuclear incrementa la posibilidad de malentendidos, errores de cálculo y la escalada indirecta en conflictos regionales. En ese contexto, mantener algún tipo de marco regulatorio, aunque temporal, es visto por muchos expertos como una necesidad pragmática para contener la proliferación.
En el ámbito empresarial y tecnológico, la tensión geoestratégica influye indirectamente: las compañías que desarrollan tecnologías satelitales, de vigilancia, sensores o misiles estratégicos pueden ver incrementadas oportunidades de inversión y contratos para reforzar cadenas de defensa estatal. Quienes operan en sectores ligados a la energía, comercio con Rusia o países cercanos también vigilan estos movimientos, porque afectan la percepción de riesgo geopolítico, los seguros internacionales y los flujos de capital global.
A medida que se aproxima la fecha límite de expiración del New START —febrero de 2026—, aumentará la presión diplomática. Rusia ya ha advertido que un desenlace sin acuerdo sería riesgoso para la seguridad global. La expectativa ahora es si Estados Unidos se anima a responder públicamente o si ambas partes optan por negociaciones discretas antes de elevar el tono público.
Así pues, el silencio oficial estadounidense no implica ausencia de deliberaciones, pero magnifica la sensación de desequilibrio estratégico. Rusia apuesta por una respuesta diplomática, pero no descarta mantener alternativas si percibe una falta de reciprocidad. En los próximos meses, cada palabra contará para definir el rumbo del control nuclear global.