Crisis en el poder en Tokio

La oposición japonesa apunta al cambio: la ruptura de la coalición sacude el dominio del PLD

En un giro político inesperado, el partido Komeito ha abandonado su histórica alianza con el Partido Liberal Democrático (PLD), debilitando al Gobierno y generando una “posibilidad real” de cambio de poder, según advirtió el líder opositor Jun Azumi. En medio de una crisis de gobernabilidad, Tokio se prepara para un pulso político de altas apuestas.

La oposición japonesa insinúa un posible cambio de poder - E.P.A./F.R.C.R.M.A.S.I.G .​​​​​​​​​​​​​​​​​​
La oposición japonesa insinúa un posible cambio de poder - E.P.A./F.R.C.R.M.A.S.I.G .​​​​​​​​​​​​​​​​​​

Desde hace décadas, el PLD ha sido la fuerza dominante en la política japonesa. Sin embargo, este viernes una ruptura política ha alterado dramáticamente el tablero. El socio centrista Komeito anunció oficialmente que se retirará de su histórica coalición con el PLD, alegando diferencias sobre la reforma del financiamiento político y cuestionando la gestión del PLD en materia de integridad y transparencia. 

Este abandono representa un terremoto en la política nipona, pues Komeito ha sido aliado fundamental del PLD durante 26 años, sustentando gobiernos en momentos de minoría parlamentaria. Con su salida, el PLD queda en una situación precaria para garantizar su mayoría parlamentaria. 

Frente a esta fractura, el secretario general del principal partido opositor, el Constitucional Democrático (CDP), Jun Azumi, salió al paso con declaraciones audaces: “Dependiendo del resultado de la segunda vuelta, podría haber una posibilidad real de un cambio de gobierno”. Azumi realiza estas afirmaciones en el contexto de una votación interna para elegir al próximo primer ministro dentro de la Dieta Nacional.

Del poder asegurado al precipicio parlamentario

El PLD ha gobernado Japón durante la mayor parte del periodo de posguerra, apoyado por alianzas estables como la de Komeito. Pero la combinación de derrotas parciales electorales recientes y tensiones internas ha puesto al partido en alerta roja. En los comicios parciales de julio, la coalición gobernante perdió la mayoría en la Cámara Alta. Esa debilidad se vio amplificada al interior del PLD, donde surgieron corrientes críticas que cuestionaban las actuaciones del liderazgo y la pérdida de apoyos. 

A comienzos de septiembre, el propio primer ministro Shigeru Ishiba anunció su dimisión ante la presión interna del partido tras menos de un año en el cargo. En su lugar emergió una figura simbólica: Sanae Takaichi, con posiciones ideológicas conservadoras, que fue elegida líder del PLD y se perfila como la primera mujer que podría asumir la jefatura de Gobierno. Pero Takaichi hereda un escenario complejo: sin el respaldo de Komeito, deberá conseguir nuevos aliados para asegurar su investidura y gobernabilidad.

Escenario de una segunda vuelta decisiva

La dinámica engendrada invita a comparar el sistema parlamentario japonés con los modelos de doble vuelta en los que alianzas pueden redefinirse tras un primer escrutinio. En ese contexto, Azumi plantea que existe un margen real para que la oposición capitalice el desorden del bloque gobernante.

El partido CDP, con Jun Azumi como secretario general, engloba una plataforma liberal y progresista que aboga por reformas institucionales y mayor transparencia. Para capitalizar esta coyuntura, deberá construir alianzas tácticas con otras formaciones, incluida la posibilidad de acuerdos de última hora que le permitan disputar la investidura contra Takaichi.

Sin embargo, la volatilidad del sistema político japonés impone riesgos. Si el PLD logra conservar apoyos menores o forjar pactos nuevos, podría mantener el control. En contraste, la oposición carece por ahora de una candidatura única consolidada ni de una mayoría firme.

Un cambio real o una crisis latente

Más allá del dramatismo del momento, cabe preguntarse si estamos ante el preludio de una alternancia histórica, o simplemente frente a una crisis de transición sin ruptura hegemónica. Los desafíos estructurales del PLD —desgaste electoral, retos de transparencia, presión social— no serán fáciles de resolver de la noche a la mañana.

Por su parte, Komeito ha demostrado que puede actuar como fuerza de equilibrio. Su retiro deja un vacío significativo en la capacidad del bloque conservador de articular consenso, pero también le otorga un rol decisivo en futuras negociaciones: volver o apoyar desde afuera sería una carta con mucho valor.

Mientras Japón se encamina hacia una segunda vuelta parlamentaria de alto voltaje, el país mira con atención cómo se reconfiguran fuerzas, alianzas y liderazgos. Y aunque el PLD no parece derrotado aún, el tablero político —por primera vez en décadas— ha quedado abierto a un posible cambio de guardia.

Comentarios