Putin confía en que el plan de Trump para Gaza “se implemente realmente” y promete apoyo ruso a la paz en Oriente Medio
Putin afirmó que Rusia apoyó “casi de inmediato” la propuesta de alto el fuego presentada por Trump, una iniciativa que busca consolidar los acuerdos alcanzados en Egipto entre Israel y Hamás, tras dos años de enfrentamientos. Según el mandatario ruso, Moscú está “lista para respaldar cualquier esfuerzo de paz destinado a traer calma y estabilidad” a la región.
El presidente ruso aprovechó su intervención para remarcar que Rusia “mantiene comunicación de confianza con Israel” y que el Gobierno israelí “no está interesado en ninguna forma de confrontación”. A la vez, insistió en que su país trabaja “activamente junto a socios de Oriente Medio” —como Egipto, Irán y Qatar— para impulsar un proceso político que permita la reconstrucción de Gaza y la liberación de los rehenes.
Fuentes diplomáticas citadas por Reuters y Al Jazeera confirmaron que Moscú ha mantenido conversaciones discretas con representantes tanto israelíes como palestinos, centradas en garantizar el cumplimiento de las primeras fases del plan, que incluyen la retirada gradual de tropas israelíes y la entrada diaria de 400 camiones con ayuda humanitaria.
El apoyo ruso al plan de Trump tiene un doble componente: diplomático y estratégico. En primer lugar, Rusia busca reposicionarse como actor relevante en Oriente Medio, una región en la que su influencia ha oscilado en los últimos años debido a su implicación en Ucrania y Siria.
Además, Moscú aprovecha la coyuntura para mostrar flexibilidad internacional, presentándose como un mediador dispuesto a cooperar con Washington en un tema de alcance global, pese a las tensiones bilaterales. Según analistas del Carnegie Moscow Center, el Kremlin intenta “reconstruir canales de diálogo con Estados Unidos en terrenos donde no haya confrontación directa”.
En el plano regional, Rusia también intenta equilibrar su relación con Israel y los países árabes, dos frentes con intereses opuestos pero con los que mantiene lazos económicos y militares. Putin destacó que la estabilidad en Gaza “es clave para evitar una escalada que desestabilice toda la región” y subrayó que Moscú seguirá “coordinando esfuerzos con Egipto, Turquía e Irán” en busca de una solución duradera.
La iniciativa de Trump, que recibió el apoyo de Egipto, Catar y Arabia Saudí, prevé una tregua supervisada por la ONU y la creación de un mecanismo de monitoreo internacional. Israel, por su parte, ha mostrado disposición a cumplir el acuerdo una vez completadas las verificaciones de seguridad internas.
La Unión Europea y China también han respaldado la propuesta, aunque con matices: Bruselas insiste en que el alto el fuego debe ir acompañado de un plan político viable hacia la creación de un Estado palestino, mientras Pekín enfatiza la necesidad de un “acuerdo justo y equilibrado” que incluya garantías de soberanía.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que el apoyo de Rusia al plan estadounidense no implica un alineamiento político, sino “una coincidencia práctica en la necesidad de detener la violencia”. Añadió que “Rusia está lista para participar en cualquier formato internacional que contribuya a garantizar el cumplimiento del acuerdo”.
Aunque el respaldo internacional al plan de Trump ha sido amplio, los desafíos persisten. Los enfrentamientos esporádicos en la frontera sur de Gaza, las discrepancias sobre la administración del enclave y la fragilidad de las instituciones locales hacen temer que el alto el fuego sea difícil de sostener sin una hoja de ruta clara.
El enviado especial de la ONU para Oriente Medio, Tor Wennesland, advirtió esta semana que “los acuerdos de papel no bastan sin un compromiso político firme de las partes”. Mientras tanto, los analistas señalan que la implicación de potencias como Rusia y Estados Unidos podría facilitar un escenario de mediación más equilibrado.
Con su respaldo público al plan de Trump, Putin intenta proyectar una imagen de liderazgo responsable y pragmático, dispuesto a apoyar cualquier vía que conduzca a la paz. Sin embargo, la estabilidad en Gaza dependerá menos de las declaraciones diplomáticas y más de la capacidad real de las partes —y de sus aliados— para transformar un acuerdo frágil en un alto el fuego sostenible.