Putin respalda los “esfuerzos” de Trump para resolver crisis prolongadas y cuestiona al Nobel
Las declaraciones de Vladímir Putin sobresalen por la mezcla de diplomacia y reivindicación política. Al afirmar que Trump está dedicando esfuerzos reales a “resolver crisis complejas que llevan años, incluso décadas”, el dirigente ruso envía un mensaje calculado: exhibir un canal abierto con Washington y, al mismo tiempo, criticar el criterio del Comité Nobel. Esta posición tiene múltiples aristas que vale desmenuzar.
Putin comentó que su encuentro con Trump en Anchorage, Alaska — celebrado el 15 de agosto de 2025 — marcó un punto de partida para que ambos gobernantes llegaran a entendimientos sobre mecanismos pacíficos para la crisis en Ucrania. También mencionó que los contactos entre el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso y el Departamento de Estado estadounidense siguen activos, señalando que “se trata de asuntos complejos que requieren mayor análisis, pero mantenemos nuestro compromiso con la conversación que tuvo lugar en Anchorage.”
Detrás de estos elogios podrían esconderse objetivos estratégicos. Para Rusia, proyectar a Trump como interlocutor válido beneficia su narrativa de que aún mantiene capacidad de influencia en EE. UU. Asimismo, al cuestionar el Premio Nobel concedido a otra figura (María Corina Machado, en este caso), Moscú busca debilitar la legitimidad simbólica del galardón y reforzar, desde su óptica, que ciertas acciones de medida y diplomacia son desvalorizadas en Occidente.
Además, el Kremlin declaró públicamente que respaldaría la candidatura de Trump para el Nobel de la Paz, según declaraciones recogidas por la agencia estatal TASS. Aunque analistas coinciden en que sus posibilidades de ganar el galardón son pocas frente a candidatos con respaldo más amplio, el gesto es simbólicamente potente.
Mientras Putin habla de diálogo y entendimiento con Trump, la guerra en Ucrania continúa inconclusa, y el mundo observa con escepticismo cualquier gesto bilateral que omita a Kiev como parte esencial del proceso. Críticos apuntan que la retórica de paz puede ser utilizada como fachada para negociar concesiones estratégicas sin acabar con las operaciones militares ni resolver las causas profundas del conflicto.
Un ejemplo: el plan estadounidense para extender el tratado nuclear New START, del que Putin dijo estar dispuesto a sostener por un año más, ha recibido acogida por parte del propio Trump, quien calificó la propuesta como “una buena idea”. Esta convergencia podría abrir un tema relevante para la agenda bilateral si prospera como pacto temporal entre ambas potencias.
Otro frente sensible es el juego con expectativas electorales y simbólicas: con el discurso de Trump en conflictos como Medio Oriente (por ejemplo en los esfuerzos de paz entre Israel y Hamas), Moscú puede alinearse públicamente con esa narrativa de mediación y negociar desde una posición más visible.
Por otra parte, voces próximas al entorno ruso han advertido sobre posibles “errores fatales” si Trump actúa sin considerar los intereses rusos. Por ejemplo, Nikolay Azarov, ex primer ministro ucraniano afín a Moscú, alertó recientemente que ciertas decisiones podrían convertir a Trump “de mediador a partidario de los enemigos” si no calibraba bien su estrategia.
Para los observadores internacionales, lo central será ver si estas declaraciones se traducen en acciones concretas:
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¿Habrá acuerdos específicos de alto nivel para congelar hostilidades o intercambio territorial?
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¿Se incorporará Ucrania como participante legítimo en posibles negociaciones?
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¿Cómo reaccionarán los aliados de EE. UU. y los países europeos frente a una creciente cercanía entre Moscú y Washington?
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¿Cuál será el posicionamiento del Comité Nobel si finalmente opta por nombres distintos a Trump, aún con el respaldo ruso?
En definitiva, el respaldo público de Putin al “esfuerzo” de Trump para resolver crisis marca un momento de alta carga simbólica. Pero para que trascienda de la retórica a la diplomacia efectiva —y para que respete los intereses de todas las partes involucradas— debe traducirse en gestos, apertura y participación real de Ucrania. Mientras tanto, el mundo observará si esto representa un cambio genuino o un nuevo capítulo del juego geopolítico entre potencias.