Ushakov confirma que la propuesta llegó por canales no oficiales, ve «elementos positivos» pero critica las modificaciones impulsadas por los aliados europeos de Ucrania

Rusia enfría el plan de paz de Trump para Ucrania y carga contra los aliados europeos

El asesor de política exterior del presidente ruso, Vladímir Putin, Yuri Ushakov, aseguró este miércoles que Rusia ha recibido la última versión del plan de paz de la administración de Donald Trump para Ucrania, pero subrayó que Moscú «no ha discutido el documento con nadie, ni siquiera con Estados Unidos». Según explicó, la propuesta llegó a través de canales no oficiales y se encuentra todavía en fase de análisis interno. Ushakov reconoció que el plan «avanza rápidamente» y que «algunos aspectos pueden considerarse positivos», aunque advirtió de que «muchos puntos requieren más negociaciones» y lanzó críticas directas a los aliados europeos de Ucrania, a los que acusó de «interferir innecesariamente» al intentar adaptar el documento a la postura de Kiev.

 

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El asesor del Kremlin dibuja así un escenario en el que Rusia se presenta como receptora, pero no como participante activa en la elaboración del plan, y pone el foco en el papel de las capitales europeas, a las que responsabiliza de distorsionar una propuesta que, en su versión original, considera más manejable para los intereses de Moscú.

Un plan recibido por canales no oficiales

Ushakov explicó que la última versión del plan de paz de la administración Trump llegó a Moscú «a través de canales no oficiales», una formulación con la que el Kremlin sugiere que el documento aún no forma parte de un marco formal de negociación entre gobiernos. Esta vía de transmisión permite a Rusia ganar tiempo y margen de maniobra, al no verse obligada de inmediato a dar una respuesta oficial.

La insistencia en que el plan «no ha sido discutido con nadie», incluida la propia Washington, refuerza la idea de que, de momento, Rusia quiere mantener el texto en el terreno de la evaluación interna. Eso le permite calibrar sus ventajas y riesgos, así como observar las reacciones de otros actores —especialmente Ucrania y sus aliados europeos— antes de fijar una posición pública definitiva.

Elementos «positivos» y puntos que exigen negociación

En sus declaraciones, Ushakov afirmó que el plan «avanza rápidamente» y que algunos elementos pueden considerarse positivos, sin detallar cuáles. Esa mención sugiere que el documento contiene propuestas que, al menos en parte, encajan con la visión rusa sobre la arquitectura de seguridad o sobre el futuro del conflicto.

Sin embargo, el asesor fue claro al señalar que «muchos puntos requieren más negociaciones». Detrás de esta frase se intuye que el Kremlin ve espacios de fricción importantes, probablemente relacionados con cuestiones como el estatus de los territorios ocupados, las garantías de seguridad para Kiev, las sanciones occidentales o el calendario de implementación de cualquier acuerdo. Al remarcar la necesidad de más conversaciones, Moscú intenta mostrar disposición al diálogo sin aceptar todavía ningún compromiso concreto.

Críticas a los aliados europeos de Ucrania

Uno de los ejes centrales del mensaje de Ushakov fue la acusación directa a los aliados europeos de Ucrania. Según el asesor, estos gobiernos habrían presentado «una versión de la propuesta más acorde con la postura de Ucrania», lo que, a su juicio, supone una «interferencia innecesaria» en el plan original.

Con esta crítica, Rusia busca deslegitimar el papel de las capitales europeas y presentarlas como actores que endurecen la posición negociadora en lugar de facilitar la búsqueda de un punto medio. El relato del Kremlin sugiere que, sin estas modificaciones, el plan de Trump sería más equilibrado o, al menos, más favorable para Moscú. Al mismo tiempo, envía un mensaje a Washington: el principal obstáculo no sería Rusia, sino la influencia de los aliados europeos sobre Ucrania.

Moscú se distancia de la autoría del plan

La forma en que Ushakov se refiere al documento —como «la propuesta de paz de la administración Trump»— permite a Rusia marcar distancia respecto a la autoría y al contenido del plan. El Kremlin intenta así colocarse en una posición de receptor crítico: reconoce haberlo recibido, admite haber identificado algunos puntos aceptables, pero insiste en que el texto, tal como está, no puede ser asumido sin cambios.

Al subrayar que el plan circula «rápidamente» y está siendo revisado por distintos actores, Ushakov también lanza el mensaje de que Rusia no es la única parte que debe pronunciarse. Esto encaja con la estrategia habitual del Kremlin de compartir la responsabilidad del bloqueo o del avance con otros actores, evitando aparecer como el principal freno a la paz.

Implicaciones para el proceso de paz en Ucrania

Las palabras de Ushakov se producen en un momento en el que diferentes actores internacionales tratan de impulsar fórmulas alternativas para salir del estancamiento del conflicto en Ucrania. Que Moscú reconozca la recepción del plan de Trump, aunque sea por vías no oficiales, indica que no descarta por completo ese canal de propuesta, pero al mismo tiempo deja claro que no está dispuesto a aceptar una versión alineada con las demandas de Kiev y de sus aliados europeos.

Este equilibrio entre apertura selectiva y rechazo de fondo dibuja un escenario complejo para cualquier negociación futura. Si cada intento de plan es sometido a modificaciones cruzadas por las distintas partes, el riesgo es que el resultado final se aleje tanto del texto original que termine siendo inasumible para alguno de los actores clave, prolongando el bloqueo diplomático.

Un tablero diplomático aún abierto

Por ahora, el mensaje de Ushakov deja más preguntas que respuestas: qué puntos concretos considera «positivos» Moscú, cuáles son los aspectos que «requieren más negociaciones» y hasta qué punto la administración Trump estaría dispuesta a ajustar su propuesta a las objeciones rusas sin perder el respaldo de Ucrania y de sus aliados.

En este tablero, Rusia busca proyectar la imagen de un actor dispuesto a escuchar y a negociar, pero no a cualquier precio, mientras acusa a Europa de endurecer innecesariamente las condiciones. El desarrollo de este plan —y de sus sucesivas versiones— dependerá de si las partes implicadas son capaces de convertir este primer reconocimiento público en un proceso real de negociación, o si el documento acaba siendo solo un episodio más en la larga lista de iniciativas de paz que nunca llegaron a cristalizar.

 

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