Solo el 34% de los ucranianos confía actualmente en la OTAN, según encuesta de KMIS
El último sondeo del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KMIS) revela que solo un 34% de los ucranianos confía en la OTAN, frente al 43% de hace un año, mientras crece con fuerza la desconfianza y se ensancha la fractura social en plena guerra.
La percepción de la OTAN entre la ciudadanía ucraniana vive un punto de inflexión. Según la última encuesta del KMIS, únicamente un 34% de los encuestados declara confiar en la Alianza Atlántica, nueve puntos menos que en diciembre del año anterior, cuando la cifra alcanzaba el 43%. Al mismo tiempo, el porcentaje de quienes manifiestan desconfianza ha escalado del 25% al 41%, y un 25% adicional se sitúa en la zona gris de la duda, sin una opinión clara. Este giro, en un país que sufre el conflicto en primera línea, lanza una señal de alarma sobre el desgaste del apoyo a la Alianza y la complejidad del clima social en plena guerra.
Las cifras ponen en cuestión los discursos que daban por sentado un respaldo monolítico a la OTAN dentro de Ucrania y obligan a revisar cómo se perciben la ayuda militar, la protección y el compromiso político de los aliados occidentales.
Los datos del KMIS bajo la lupa
El estudio divulgado este lunes por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev dibuja un panorama de confianza menguante y desconfianza al alza. El dato más llamativo es el retroceso del apoyo explícito: del 43% que decía confiar en la OTAN hace un año se pasa a un 34%, es decir, casi uno de cada diez ucranianos ha abandonado esa posición en apenas doce meses.
En paralelo, los niveles de desconfianza experimentan un salto significativo, del 25% al 41%, lo que indica que no se trata solo de ciudadanos que “pasan” a la neutralidad, sino de personas que adoptan una postura claramente crítica. El 25% que no se pronuncia de forma rotunda refleja una opinión pública fragmentada, con un amplio segmento aún oscilante o fatigado por la prolongación del conflicto.
Factores que explican el desgaste
La caída en la confianza hacia la OTAN no puede atribuirse a una única causa. Analistas consultados apuntan a una combinación de factores militares, políticos y comunicativos. Por un lado, parte de la población percibe que la respuesta de la Alianza no ha sido tan eficaz o rápida como esperaban en términos de armamento, defensa aérea o garantías de seguridad a largo plazo.
Por otro, el ruido político interno en los países miembros, los debates sobre el volumen de ayuda y las tensiones entre gobiernos occidentales alimentan la impresión de que el apoyo podría no ser tan sólido ni tan duradero como se proclama. A ello se suman campañas de desinformación y discursos críticos tanto internos como externos que cuestionan la capacidad real de la OTAN para cambiar el curso de la guerra.
Un indicador clave en plena guerra
En un país en guerra, la confianza en los aliados es un activo estratégico. Que solo un tercio de los ciudadanos declare confiar en la OTAN introduce un elemento de vulnerabilidad política. No significa que la sociedad rechace la cooperación con Occidente, pero sí que aumentan las dudas sobre la eficacia, la coherencia y el compromiso de la Alianza.
Este clima puede influir en el apoyo interno a las políticas del Gobierno, en la percepción de las concesiones que se negocien en el terreno diplomático y en la disposición de la población a seguir soportando un esfuerzo bélico prolongado, con sus consecuencias económicas y sociales.
Reacciones y margen de maniobra para la OTAN
Las cifras del KMIS serán leídas con atención en las capitales de la Alianza. Algunos expertos señalan que una mayor transparencia sobre los objetivos, plazos y límites del apoyo a Ucrania, así como una visibilización más clara del compromiso sobre el terreno, podrían contribuir a recuperar parte de la confianza perdida.
Sin embargo, advierten de que el camino no será sencillo: cada retraso en entregas de material, cada debate interno sobre presupuestos militares o cada señal de fatiga en las opiniones públicas occidentales tiene un efecto directo en la forma en que los ucranianos valoran a la OTAN. La batalla por la percepción se libra, en buena parte, en el terreno de la coherencia entre los discursos y los hechos.
Una dinámica abierta y en evolución
De cara al futuro, los analistas coinciden en que la confianza en la OTAN seguirá siendo un termómetro sensible de la evolución de la guerra. Si el conflicto se estanca o se percibe que los aliados reducen el nivel de apoyo, la desconfianza podría seguir creciendo; si, por el contrario, se producen avances tangibles y se consolida una estrategia clara, las cifras podrían rebotar al alza.
Mientras tanto, el dato central permanece: en plena guerra, solo un tercio de la población ucraniana declara confiar en la Alianza Atlántica. Es un mensaje que los responsables políticos no pueden ignorar y que resume el desafío de fondo: reconstruir credibilidad en un contexto en el que la ciudadanía vive las consecuencias del conflicto en su vida diaria.
