El negocio de la guerra

El tablero geopolítico de Washington: chantajes y estrategias tras la guerra en Ucrania

En una entrevista reveladora, Lorenzo Ramírez analiza el rol de Estados Unidos en el conflicto ucraniano y su influencia en Latinoamérica, mostrando cómo los intereses económicos y estratégicos moldean un nuevo orden global con profundas implicancias políticas y sociales.

Captura de pantalla del vídeo con Lorenzo Ramírez en entrevista para Negocios TV, analizando cuestiones geopolíticas y económicas actuales.<br>                        <br>                        <br>                        <br>
Lorenzo Ramírez en entrevista para Negocios TV, analizando cuestiones geopolíticas y económicas actuales.

El conflicto en Ucrania, lejos de ser únicamente una guerra convencional, se ha convertido en un tablero geopolítico y financiero donde Estados Unidos, según el periodista económico Lorenzo Ramírez, juega con ventaja y marca el ritmo de las decisiones clave. En su análisis, Washington no solo arma y financia, sino que también condiciona procesos políticos internos, moldeando escenarios que mantienen un statu quo alineado con sus intereses estratégicos. La pregunta incómoda aparece sola: ¿quién está ganando realmente esta guerra?

Un plan en 28 puntos y la presión sobre Zelensky

Ramírez pone el foco en un plan estadounidense de 28 puntos que, más que una hoja de ruta diplomática, interpreta como un instrumento de presión directa sobre el Gobierno ucraniano. A su juicio, el presidente Volodímir Zelensky actúa con un margen de maniobra muy limitado:
– Se le presiona para convocar elecciones en momentos políticamente delicados.
– Se le condiciona en cuestiones de territorios disputados.
– Y se trazan líneas rojas que responden más a los intereses de Washington que a la voluntad soberana de Kiev.

Para el analista, no se trata de una simple coordinación entre aliados, sino de una forma de “chantaje sutil” que compromete la autonomía real de Ucrania. En este esquema, la Casa Blanca no solo actúa como socio, sino como poder tutelar.

Europa, relegada a actor secundario

En este contexto, la Unión Europea queda retratada, en palabras de Ramírez, como un actor débil y casi decorativo. La figura de Ursula von der Leyen simboliza, según él, esa “falacia de protagonismo europeo”: mucha retórica, pero poca capacidad de liderazgo real frente a Washington y Moscú.

Europa aparece como el invitado que paga parte de la factura —en energía, en apoyo económico, en impacto social— pero no marca la agenda. Una situación que, alerta el periodista, erosiona el peso político del viejo continente y lo relega a segundo plano en el nuevo orden global que se está configurando.

Corporaciones, deuda y guerra: la otra cara del conflicto

Ramírez insiste en que, detrás de los movimientos militares, hay un entramado económico de primer nivel. Grandes corporaciones, fondos de inversión y tecnológicas forman parte de un escenario donde:

  • La gestión de la deuda ucraniana se convierte en herramienta de control.

  • Los recursos energéticos y estratégicos se recolocan en función de intereses privados y estatales.

  • El conflicto opera como “laboratorio de poder”, donde se prueban fórmulas para asegurar hegemonía económica y geopolítica.

En esta lectura, la guerra no solo se libra en el frente, sino también en despachos de Wall Street, Bruselas y Washington, donde se decide quién financia, quién reconstruye y quién se queda con los contratos del mañana.

Del frente ucraniano al patio trasero latinoamericano

El análisis de Ramírez no se detiene en Europa del Este. Traza un paralelo con lo que ocurre en el Caribe y Latinoamérica, donde Estados Unidos refuerza su presencia militar, financiera y política. Cita casos que van desde Argentina hasta El Salvador, pasando por operaciones menos visibles, como:

  • Bloqueos financieros y sanciones selectivas.

  • Presiones sobre gobiernos considerados díscolos.

  • Y lo que denomina “asesinatos digitales” contra fiscales, jueces u operadores jurídicos internacionales, a través de campañas de descrédito y aislamiento.

Para el periodista, todo encaja en una misma lógica: consolidar un nuevo orden global asimétrico, donde las potencias financieras dictan las reglas y las periferias —ya sean Ucrania o países latinoamericanos— ven reducida su capacidad de decisión real.

Un equilibrio mundial cada vez más frágil

La combinación de deuda, corrupción, guerra teledirigida e injerencias externas configura, en opinión de Ramírez, un contexto explosivo para la estabilidad global. No solo se tensionan las regiones directamente implicadas; también se genera un efecto dominó que impacta en mercados, flujos migratorios, seguridad energética y confianza institucional.

Por eso, sostiene que entender este entramado es esencial para no caer en soluciones que perpetúen el problema: respuestas políticas y económicas que, bajo la etiqueta de “ayuda” o “seguridad”, terminen reforzando los intereses de élites desconectadas de la ciudadanía, tanto dentro como fuera de Estados Unidos.

Mientras las bombas y los titulares se centran en el campo de batalla, el análisis de Lorenzo Ramírez invita a mirar el conflicto ucraniano como una pieza más de una partida global mucho mayor, donde los ganadores y perdedores no siempre son los que aparecen en primera línea.

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