Trump carga contra Powell por el coste de la Reserva Federal y desliza posibles acciones legales

Donald Trump arremete contra Jerome Powell por la gestión millonaria en la Reserva Federal y amenaza con una demanda. Un análisis profundo de las acusaciones y el contexto económico actual en Estados Unidos.

Jerome Powell
Jerome Powell

El enfrentamiento entre Donald Trump y Jerome Powell ha dado un nuevo salto de intensidad. El presidente acusa al máximo responsable de la Reserva Federal de supervisar unas obras de renovación de sus edificios que, según sus cálculos, superarían los 4.000 millones de dólares, un gasto que califica como el “precio por metro cuadrado más alto de la historia de EE.UU.”. Trump habla de negligencia y mala administración, sugiere posibles acciones legales y, al mismo tiempo, reivindica su etapa de gobierno, citando un crecimiento del PIB del 4,3% y una fuerte entrada de ingresos públicos pese al cierre parcial del Gobierno demócrata.

Renovaciones bajo sospecha

El núcleo de la crítica se centra en las obras de renovación de la Reserva Federal. Trump sostiene que el coste previsto —más de 4.000 millones de dólares— resulta desproporcionado, y lo presenta como prueba de un despilfarro sistemático bajo la presidencia de Powell.

Para el expresidente, el proyecto se habría convertido en un símbolo de mala gestión financiera, distante de los estándares de control de costes que asegura haber aplicado en su etapa tanto empresarial como política. Desde esa comparación, intenta reforzar la idea de que el gasto en la Fed es un ejemplo extremo de cómo, a su juicio, se administran los recursos públicos bajo la actual élite institucional.

Powell en el centro de la crítica monetaria

Más allá del ladrillo y el hormigón, Trump aprovecha el foco para arremeter contra la actuación de Powell en política monetaria. Le reprocha decisiones “siempre tardías”, especialmente en lo relativo a las subidas de tipos de interés, que, según su versión, han frenado el potencial de crecimiento de la economía estadounidense durante el mandato de Joe Biden, periodo en el que Powell fue ratificado.

Estas críticas se insertan en un debate ya clásico entre quienes defienden una Fed más agresiva contra la inflación, aunque sea a costa de enfriar el crecimiento, y quienes priorizan mantener el impulso económico aun a riesgo de presiones inflacionarias. Trump se sitúa sin matices en el segundo grupo, y presenta a Powell como un obstáculo para el dinamismo económico.

¿Despilfarro sobre los costes?

Las obras de la Fed han saltado al debate público precisamente por sus cifras. Trump sostiene que el coste por metro cuadrado sería el más elevado jamás registrado en Estados Unidos, una etiqueta que, de ser cierta, elevaría el proyecto a la categoría de caso ejemplar de despilfarro.

Algunos analistas apuntan que la complejidad técnica y de seguridad de este tipo de instalaciones puede justificar cifras superiores a las de otros edificios oficiales. Aun así, el volumen global del presupuesto plantea preguntas legítimas acerca de la eficiencia del gasto y de los mecanismos de supervisión, terreno en el que el expresidente encuentra espacio para alimentar su ofensiva política.

En paralelo a las acusaciones, Trump refuerza su mensaje con una narrativa de éxito económico bajo su liderazgo. Habla de un PIB creciendo al 4,3% frente a previsiones iniciales en torno al 2%, y destaca la entrada de billones de dólares en ingresos públicos, incluso en un contexto de cierres temporales del Gobierno controlado por los demócratas.

La lectura que propone es clara: pese a las presiones y bloqueos políticos, la economía habría avanzado gracias a las políticas que impulsó desde la Casa Blanca. Sin embargo, como ocurre a menudo, los mismos datos pueden interpretarse de forma distinta dependiendo del marco de análisis, el horizonte temporal y el peso que se otorgue a factores globales frente a decisiones domésticas.

Impacto político y riesgos institucionales

El choque entre Trump y Powell no se limita al plano económico: tiene una dimensión institucional delicada. Poner bajo sospecha la gestión de la Reserva Federal y deslizar posibles acciones legales contra su presidente golpea directamente la percepción de independencia del banco central, un pilar clave para la credibilidad de la política monetaria estadounidense.

En última instancia, el pulso deja en el aire dos preguntas centrales: hasta qué punto este tipo de ataques pueden erosionar la confianza en la Fed y si el debate sobre el coste de las obras es la punta de lanza de una ofensiva más amplia para reconfigurar el poder económico en Washington.

El resultado, por ahora, es un clima de fricción permanente entre la esfera política y la autoridad monetaria, en un momento en el que la economía estadounidense sigue dependiendo de decisiones finas sobre tipos de interés, inflación y crecimiento.

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