Trump eleva la tensión en plena escalada militar en el Caribe

Trump no descarta enviar tropas a Venezuela y deja abierta la puerta a una intervención sobre el terreno

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se negó a descartar el despliegue de tropas terrestres en Venezuela en una entrevista con Politico, en la que evitó hablar de “estrategia militar” pero reiteró su disposición a usar la fuerza en Centroamérica y Sudamérica contra el narcotráfico. Sus palabras llegan en un contexto de fuerte acumulación de activos militares estadounidenses en el Caribe y creciente presión sobre el régimen de Nicolás Maduro, alimentando los temores a una operación a gran escala en el país latinoamericano.

Trump no descarta enviar tropas a Venezuela y deja abierta la puerta a una intervención sobre el terreno
Trump no descarta enviar tropas a Venezuela y deja abierta la puerta a una intervención sobre el terreno

Una frase que reabre el debate sobre una intervención en Venezuela

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a agitar el tablero geopolítico al no querer descartar el uso de tropas terrestres en Venezuela. En una entrevista concedida a Politico, al ser preguntado directamente por esa posibilidad, respondió: “No quiero hablar contigo de estrategia militar”, dejando deliberadamente abierta la opción de una escalada sobre el terreno.

Lejos de rebajar la tensión, Trump aprovechó la conversación para reiterar su disposición a usar la fuerza en Centroamérica y Sudamérica como herramienta contra el narcotráfico, en línea con sus recientes mensajes en los que ha advertido de que cualquier país que trafique drogas hacia Estados Unidos podría convertirse en objetivo militar.

De la “guerra contra las drogas” a la opción de tropas terrestres

Las declaraciones se producen tras semanas de intensificación de la campaña militar estadounidense en el Caribe, con ataques contra embarcaciones sospechosas de transportar drogas y la creación de una fuerza de tareas específica para la región. Washington sostiene que sus operaciones están dirigidas contra carteles y redes de narcotráfico, mientras que Caracas denuncia que se trata de un pretexto para forzar un cambio de régimen en Venezuela.

Trump ha vinculado públicamente al presidente venezolano Nicolás Maduro con un supuesto “estado narco-terrorista”, acusándole de permitir que el país se convierta en plataforma de exportación de cocaína hacia Estados Unidos y Europa. Bajo ese discurso, Washington ha justificado una escalada de ataques aéreos y navales contra embarcaciones supuestamente vinculadas al tráfico de drogas en las proximidades de Venezuela, con decenas de muertos y fuertes críticas de expertos y organizaciones de derechos humanos.

Un despliegue militar que ya está en marcha

Aunque Trump evita hablar de “estrategia”, el terreno se está preparando desde hace meses. Estados Unidos ha desplegado un importante contingente naval en el Caribe, incluida la presencia de un grupo de portaviones, y ha reconocido ataques contra al menos una veintena de embarcaciones que consideraba vinculadas al narcotráfico.

Paralelamente, el Pentágono ha puesto en marcha una fuerza conjunta de contranarcóticos en América Latina, lo que algunos analistas interpretan como la fase previa a una eventual operación de mayor escala. En ese contexto, el hecho de que el presidente no descarte explícitamente el uso de tropas terrestres eleva el listón de la presión psicológica y militar sobre el Gobierno de Maduro, pero también aumenta el riesgo de error de cálculo en una región altamente volátil.

Riesgos para la región y rechazo internacional

La posibilidad de una intervención de tierra en Venezuela ha despertado fuerte preocupación en América Latina. Gobiernos y diplomáticos de la región han advertido de que una incursión estadounidense podría desencadenar un conflicto prolongado, de alto coste político y humano, con efectos desestabilizadores más allá de las fronteras venezolanas.

Incluso desde ámbitos religiosos y multilaterales se han levantado voces pidiendo contención. El Papa Leo XIV ha instado recientemente a Estados Unidos a priorizar la vía diplomática y las sanciones económicas frente a la opción militar, alertando del riesgo de una espiral de violencia difícil de controlar.

Para Caracas, el mensaje es claro: el despliegue estadounidense y la retórica de Trump se perciben como una amenaza directa de intervención. El Gobierno de Maduro ha elevado el nivel de alerta de sus fuerzas armadas y ha denunciado ante instancias internacionales que Washington estaría buscando un casus belli bajo el paraguas de la lucha antidroga.

Un equilibrio delicado entre presión y escalada

Desde la óptica de la Casa Blanca, mantener la ambigüedad sobre el uso de tropas terrestres permite maximizar la presión sobre Maduro sin cruzar, al menos de momento, el umbral de una invasión abierta. La amenaza latente puede facilitar concesiones políticas o fracturas internas en la élite venezolana, especialmente si el bloqueo financiero y las operaciones militares limitan las fuentes de ingresos ligadas al narcotráfico.

Pero esa misma ambigüedad implica un riesgo significativo de escalada. Un incidente en el mar Caribe, un error de identificación en un ataque aéreo o un movimiento defensivo de las fuerzas venezolanas podrían convertirse en el detonante de un conflicto mucho más amplio. Varios expertos recuerdan que el uso de la etiqueta de “narco-terrorismo” para justificar acciones militares abre una peligrosa puerta a extender la lógica de guerra a otros países de la región.

Lo que viene ahora: diplomacia, disuasión y campaña interna

De cara a las próximas semanas, el foco estará en si Washington opta por profundizar la vía militar o si combina la presión con nuevos intentos diplomáticos que incluyan a actores regionales y organismos internacionales. Al mismo tiempo, el discurso duro contra Venezuela encaja en la estrategia de Trump de proyectar una imagen de firmeza en política exterior y seguridad, con la mirada puesta también en el frente interno.

Por ahora, el mensaje que dejan sus palabras es inequívoco: Estados Unidos se reserva el derecho de llevar la operación contra el narcotráfico hasta el terreno venezolano. Que esa amenaza se materialice o se quede en herramienta de presión dependerá de un equilibrio delicado entre cálculos geopolíticos, costes militares y reacción de la comunidad internacional.

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