Un giro en la política exterior de Washington

Trump presenta una nueva doctrina de “dominio regional” y se desmarca del papel de superpotencia global

La administración de Donald Trump ha revelado una nueva estrategia de política exterior que busca redefinir el papel de Estados Unidos en el mundo: menos presencia global, más foco regional y una reinterpretación de la Doctrina histórica Monroe bajo el sello “Estados Unidos Primero”. El llamado “Corolario Trump” apuesta por reforzar el hemisferio occidental, contener a China en el terreno económico y marcar distancia con una OTAN “en expansión constante”.

E P A  J I M L O S C A L Z O
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Una doctrina que quiere pasar del globalismo al dominio regional

La Casa Blanca ha presentado un documento largamente esperado en el que detalla una nueva doctrina de política exterior . El texto plantea un cambio de enfoque: Estados Unidos dejaría de asumir un papel de “policía global” para centrarse en el dominio de su área de influencia regional , especialmente el hemisferio occidental.

La administración define esta línea como un “Corolario Trump” de la Doctrina Monroe , aquella formulada en el siglo XIX que advertía a las potencias europeas contra la injerencia en América. Ahora, el mensaje se actualiza en clave contemporánea: priorizar la seguridad, la prosperidad y el control estratégico del entorno más cercano antes de dispersar recursos en múltiples frentes internacionales.

“Estados Unidos Primero” como eje central

El documento se apoya explícitamente en el lema “Estados Unidos Primero” , que se convierte en principio rector de esta nueva estrategia. El texto es claro en su ambición militar:

“Queremos reclutar, entrenar, equipar y desplegar las fuerzas armadas más poderosas, letales y tecnológicamente avanzadas del mundo para proteger nuestros intereses, disuadir guerras y, de ser necesario, ganarlas de forma rápida y decisiva, con el menor número posible de bajas”.

La novedad no es tanto el poderío militar —que Estados Unidos ya posee— sino el modo en que se plantea usarlo : menos intervenciones abiertas a gran escala, más capacidad de disuasión, proyección selectiva y defensa contundente del propio hemisferio.

En paralelo, la doctrina subraya la necesidad de “revertir el daño que actores extranjeros infligen a la economía estadounidense” , un guiño directo a las guerras comerciales, a la protección de la industria nacional y al control de inversiones estratégicas en sectores como tecnología, energía o infraestructuras.

China: de amenaza estratégica a su competidor económico

Otro de los ejes centrales del documento es China . La nueva estrategia insiste en promover una región Asia-Pacífico “libre y abierta” , pero el énfasis se desplaza desde el terreno puramente militar al competitivo y económico .

La doctrina describe a China como “competidor económico sistémico” , más que como enemigo militar directo, y sugiere que la prioridad de Washington debe ser proteger las cadenas de suministro, propiedad intelectual, soberanía tecnológica y balanza comercial . Es una visión alineada con la batalla por el liderazgo en sectores como los chips, la IA, las telecomunicaciones o las energías limpias.

En este marco, el mensaje hacia los aliados asiáticos es doble: por un lado, seguir defendiendo la libertad de navegación y el equilibrio regional; por otro, reforzar alianzas económicas y tecnológicas que reduzcan la dependencia de Pekín.

Ucrania y Europa: recelo hacia la OTAN y crítica a la debilidad europea

La estrategia también se pronuncia sobre Ucrania y Europa , y lo hace en un tono que marca distancias con la narrativa tradicional de Washington. Mientras Trump insiste en “poner fin a la guerra en Ucrania” , el documento apunta directamente a los socios europeos y les culpa de “debilidad” .

Según la doctrina, Estados Unidos debería centrarse en “acabar con la percepción, y prevenir la realidad, de que la OTAN es una alianza en constante expansión” . Esta frase refleja un giro claro: menos entusiasmo por la ampliación sin límites del bloque atlántico y más presión para que Europa asuma una mayor responsabilidad en su propia seguridad .

El subtexto es evidente: Washington quiere evitar quedar atrapado en múltiples compromisos militares abiertos e indefinidos, especialmente si percibe que sus aliados no aportan recursos proporcionales.

Un mundo más multipolar… y más imprevisible

En conjunto, esta nueva doctrina apunta a un mundo más multipolar y menos centrado en un liderazgo global estadounidense incuestionable . Estados Unidos no renuncia a su poder, pero sí parece querer administrarlo de forma más selectiva , priorizando su región, su economía y sus intereses directos.

La gran incógnita es cómo reaccionarán actores como China, la Unión Europea, Rusia o los países emergentes , y hasta qué punto este giro hacia el “dominio regional” y el “Estados Unidos Primero” terminará estabilizando el tablero… o agregando una dosis extra de incertidumbre y competencia geopolítica en los próximos años.

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