Ucrania llega al corazón del sistema ruso: drones logran impactar la refinería de Orsk
Este viernes, el Comando Operacional Central A del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) reivindicó un ataque con drones de largo alcance contra la refinería de petróleo Orsknefteorgsintez, en la ciudad rusa de Orsk, región de Orenburg. Según la fuente, los aparatos habrían recorrido cerca de 1.400 km para alcanzar el objetivo.
Desde la fuente ucraniana señalan que la refinería produce unos 30 tipos diferentes de combustibles (gasolina, diésel, queroseno, betún, lubricantes, entre otros) y tiene una capacidad instalada de 6,6 millones de toneladas de procesamiento anual.
Imágenes difundidas en redes muestran columnas de humo y detonaciones en las instalaciones, mientras se habría ordenado la evacuación parcial del complejo. Las autoridades regionales rusas mencionan un “intento de ataque” y aseguran que los procesos tecnológicos “no habrían sido alterados de momento”.
Este episodio no es aislado dentro del conflicto energético que Ucrania libra para socavar la capacidad rusa de sostener la guerra. Recientes ataques a refinerías y estaciones petrolíferas han dejado fuera de operación alrededor del 38 % de la capacidad de refinación del país.
En respuesta a estos golpes, Rusia ha incrementado sus exportaciones de crudo no procesado por puertos occidentales en un 25 % respecto al mes anterior, en un intento de compensar los cortes en la oferta de combustibles terminados.
Ataques previos a refinerías rusas como la de Novokuibyshevsk ya han paralizado unidades críticas. Más allá de la destrucción física, estos golpes buscan asfixiar las fuentes de ingresos del Kremlin relacionadas con combustibles, debilitando su aparato militar.
El uso de drones de largo alcance —como los modelos “Liutyi” que Ucrania emplea para ataques profundos— configura ahora una ofensiva con foco estratégico, no solo simbólico.
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Desabastecimiento interno: Un corte prolongado en la refinación obligaría a importaciones forzadas de combustible o ajustes severos en la logística civil y militar.
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Presión sobre la fachada propagandística rusa: Moscú deberá equilibrar la narrativa de fortaleza con la realidad de instalaciones vulnerables.
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Escalada militar o represalias regionales: Si se detecta lanzamiento desde territorios limítrofes (como insinuaron propagandistas rusos señalando a Kazajistán), podrían generarse tensiones diplomáticas o movimientos militares adicionales.
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Confirmación independiente pendiente: Aunque Ucrania reivindica el ataque, el gobierno ruso no ha confirmado aún el nivel exacto de daño ni que la infraestructura esté inoperante.
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Defensas rusas aún activas: Que un dron penetre 1.400 kilómetros no garantiza que sobrevivan todos los sistemas: es posible que partes del complejo hayan sido blindadas, o que el ataque afecte principalmente secciones auxiliares.
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Coste propio: Emplear drones tan avanzados y con rango tan extenso implica costes logísticos, tecnológicos y de inteligencia significativos para Ucrania.
Este ataque reafirma que la guerra moderna ya no solo se libra en el frente, sino en las entrañas del sistema industrial enemigo. Controlar fuentes de energía, refinación y transporte de combustible se ha vuelto una prioridad para el éxito estratégico.
Para Rusia, la alarma es clara: sus defensas antiaéreas y sistemas de alerta no bastan para proteger infraestructura crítica interior. Para Ucrania, la operación representa una escalada calculada que persigue doble objetivo: dañar al adversario y elevar el costo logístico de su guerra.