Qué pasará en Wall Street si el dólar se agrieta y el euro toma el relevo
Gerardo Ortega desmonta la narrativa de la fortaleza del dólar al destacar la reciente ruptura alcista del euro y sus consecuencias para los inversores y los mercados de materias primas.
La ruptura técnica del billete verde coincide con máximos en Wall Street y récords en oro y plata, anticipando un cambio de ciclo mucho más profundo
El movimiento empezó en los gráficos y terminó golpeando las narrativas. El dólar estadounidense, tras meses de consenso alcista, ha comenzado a ceder con claridad frente al euro, rompiendo resistencias que hasta ahora habían funcionado como techo. El analista financiero Gerardo Ortega lo resume sin matices: no es un mero respiro, es una señal de depreciación estructural del billete verde.
Al mismo tiempo, Wall Street cotiza en la cumbre —con el S&P 500 rondando los 6.930 puntos, el Dow Jones en 48.711 y el Nasdaq en 23.593— mientras los metales preciosos lanzan su propio mensaje: el oro supera los 4.520 dólares la onza y la plata roza los 77,4 dólares, ambos en máximos históricos.
En segundo plano, pero no menos importante, el mercado descuenta al menos dos bajadas de tipos de la Fed en 2026 y un relevo inminente de Jerome Powell, decisión que quedará en manos de Donald Trump.
El diagnóstico es inequívoco: hablar sólo de “dólar débil” se queda corto. Lo que está en juego es un posible cambio de régimen monetario y financiero para los próximos años.
El euro rompe resistencias y confirma el giro
Ortega pone el foco donde duele: en el gráfico del EUR/USD. Durante meses, el euro chocó una y otra vez con niveles de resistencia que habían frenado cualquier intento serio de recuperación. Esta vez ha sido distinto.
Según el analista, la divisa europea no sólo ha tocado esas zonas clave, sino que las ha superado con una contundencia que no se había visto en intentos anteriores. La ruptura se ha producido, además, con una convergencia de señales técnicas: ruptura de directriz bajista de medio plazo, recuperación de medias de largo plazo y confirmación en varios marcos temporales.
La consecuencia es clara: «no estamos ante un simple pullback, sino ante el inicio de un proceso de depreciación del dólar», insiste Ortega. Los escenarios de paridad e incluso de un euro por debajo del billete verde, tan repetidos hace apenas un año, han quedado barridos por el precio.
En niveles, el mercado comienza a hablar de un posible rango de consolidación del euro por encima de 1,15–1,18 dólares, zona que hasta hace poco se consideraba optimista. Que el precio la haya cruzado sin apenas titubeos es, para los técnicos, la prueba más cruda de que la narrativa del “dólar invencible” ha sido corregida por la realidad del mercado.
El mercado tumba la narrativa del “dólar invencible”
Durante buena parte de 2024 y 2025, el consenso fue contundente: la combinación de tipos altos en EEUU, crecimiento razonable y tensiones geopolíticas hacía del dólar el refugio por excelencia. Se hablaba de “superdólar” y de un billete verde llamado a permanecer fuerte “durante años”.
Hoy, los hechos cuentan otra historia. El índice dólar ha cedido terreno hasta la zona de 98 puntos, mientras el euro, la libra y el franco suizo encadenan máximos relativos. Incluso el yen, debilitado pese a la primera subida de tipos del Banco de Japón, encuentra cierto alivio en los retrocesos del DXY.
Este hecho revela un punto incómodo: la macro iba por un lado y el precio por otro. Las casas de análisis seguían proyectando fortaleza del dólar mientras el mercado empezaba a descontar, con meses de antelación, el final del ciclo de endurecimiento monetario de la Fed y un 2026 marcado por recortes de tipos.
El efecto divisa: rentabilidades que se evaporan
La caída del dólar no es un juego académico; se traduce en pérdidas silenciosas para quienes miden su riqueza en otra divisa. Un inversor europeo que haya estado expuesto a activos denominados en dólares —desde S&P 500 a bonos del Tesoro— puede haber visto un año brillante… sobre el papel equivocado.
Si el índice sube, por ejemplo, un 18% en 2025, pero el dólar se deprecia un 8% frente al euro, la rentabilidad real en términos europeos se reduce de forma abrupta: el 18% teórico se convierte en un 9–10% neto tras el efecto divisa. Y eso, sin contar comisiones ni posibles costes de cobertura.
Ortega subraya un error recurrente: mirar sólo la rentabilidad en la divisa del activo y olvidar el tipo de cambio. En un contexto de dólar debilitado, esa omisión deja de ser una anécdota y se convierte en un riesgo central de la estrategia.
La consecuencia es clara: la gestión del riesgo divisa vuelve al primer plano, especialmente para fondos de pensiones, aseguradoras y grandes patrimonios europeos y asiáticos con fuerte exposición a activos estadounidenses.
Oro y plata en máximos: el refugio se aleja del billete verde
En paralelo, los metales preciosos han lanzado una señal que no admite matices. La plata ha subido un 167% en el año y marca récord en torno a los 77,4 dólares la onza, mientras el oro ha roto por primera vez los 4.520 dólares, con cierres en la franja de 4.523–4.534 dólares.
El mensaje es doble:
-
Por un lado, la debilidad del dólar abarata el metal para compradores no estadounidenses, reforzando la demanda.
-
Por otro, el mercado está comprando protección ante un ciclo de tipos a la baja, tensiones geopolíticas y dudas sobre la credibilidad fiscal y monetaria de las grandes economías.
Las mineras de metales preciosos lo están reflejando con claridad: subidas de entre el 1,5% y el 3% diario en nombres como First Majestic, Coeur Mining o Endeavour Silver se han convertido en algo recurrente.
Lo más grave es que este rally no huele a moda pasajera, sino a respuesta racional a un sistema que combina dólar flojo, bancos centrales dubitativos y riesgo geopolítico estructural. En ese contexto, Bitcoin juega su propia partida, pero oro y plata han recuperado el trono del refugio clásico.
Wall Street: sesión plana en la cumbre… con el dólar en contra
La sesión posterior a Navidad dejó un titular engañosamente anodino: S&P 500 (-0,03%) en 6.930 puntos, Dow Jones (-0,04%) en 48.711, Nasdaq (-0,09%) en 23.593. Cifras casi planas tras una racha de cinco jornadas al alza que ha devuelto a los tres índices a zona de máximos.
“Simplemente estamos cogiendo aire tras un rally de cinco días muy fuerte”, resumía un estratega. La realidad es más sutil. Este descanso se produce mientras los tres índices apuntan a ganancias de doble dígito en 2025… y el dólar empieza a resquebrajarse.
En términos sectoriales, comunicación, tecnología e industriales lideran el año; inmobiliario se mantiene como único gran perdedor, todavía penalizado por tipos altos y reajuste en oficinas y centros comerciales. Casos como Nvidia, que avanza tras un nuevo acuerdo en chips de IA, o Target, que sube un 3% tras la entrada de un fondo activista, ilustran un mercado que sigue premiando historias de crecimiento.
Pero el problema de fondo es otro: si el dólar se sigue debilitando, gran parte de esas rentabilidades se diluirán para el inversor internacional, y la fiesta en términos locales puede sonar mucho menos brillante desde fuera.
La Fed, 2026 y un dólar que ya descuenta el giro
La debilidad del billete verde no se entiende sin la Reserva Federal. Los futuros sobre tipos descuentan al menos dos recortes en 2026, mientras la propia Fed sólo proyecta uno. El mercado, otra vez, va por delante.
A este choque de expectativas se suma un factor decisivo: el mandato de Jerome Powell termina en mayo y será Donald Trump quien designe a su sucesor. Cualquier sensación de que el nuevo presidente de la Fed será más laxo, más proclive a recortar tipos rápido o a tolerar mayor inflación puede actuar como gasolina sobre el movimiento bajista del dólar.
El índice DXY en torno a 98 puntos, el euro acercándose a 1,18 dólares y el repunte de divisas refugio europeas son, en la práctica, el reflejo de un mercado que ya está adelantando ese escenario.
La consecuencia es clara: el “dólar fuerte” que muchos daban por garantizado se está deshaciendo antes incluso de que se produzcan los recortes oficiales, y esto reconfigura de raíz la lógica de asignación de activos para 2026.
¿Cambio de ciclo monetario global?
La pregunta de fondo es incómoda, pero inevitable: ¿estamos ante un cambio de ciclo monetario global? Tras una década larga en la que el dólar ha funcionado como ancla del sistema —primero con tipos cero, luego con subidas agresivas—, el giro actual puede ser algo más que un bache táctico.
Una fase prolongada de dólar débil implicaría:
-
Alivio para emergentes muy endeudados en moneda estadounidense.
-
Impulso para materias primas, al abaratarse en otras divisas.
-
Mayor margen para Europa a la hora de digerir su propia subida de tipos y su frágil recuperación.
Pero también entraña riesgos: un dólar flojo combinado con recortes precipitados podría reavivar presiones inflacionistas, alimentar burbujas en activos reales y dificultar el papel del billete verde como referencia global.
La historia demuestra que la moneda fuerte de hoy puede ser la vulnerable de mañana. El giro técnico que señala Gerardo Ortega y los récords simultáneos en metales y bolsas sugieren que ese cambio ya no es sólo una posibilidad teórica, sino un escenario que el mercado empieza a poner en precio.
Claves para el inversor ante el giro del dólar
¿Qué hacer en este entorno? Ortega insiste en un punto: «hay que dejar de mirar los activos en blanco y negro y empezar a mirarlos en color divisa». En la práctica, eso significa:
-
Revisar la exposición neta al dólar en carteras globales y valorar coberturas parciales, especialmente en perfiles conservadores.
-
Entender que las ganancias en Wall Street pueden no trasladarse íntegramente a inversores no estadounidenses si el billete verde sigue cediendo.
-
Considerar el papel de activos reales (oro, plata, materias primas) como amortiguador ante un ciclo de dólar débil y tipos a la baja.
-
No comprar narrativas sin contrastarlas con el precio: si el gráfico y el relato divergen, es el relato el que suele estar equivocado.
El mercado ha roto la cómoda ficción del “dólar invencible”. Ahora toca gestionar un mundo en el que el euro recupera pulso, los metales gritan miedo y Wall Street sigue en máximos… pero con un suelo más resbaladizo bajo el billete verde.