Los inversores en alerta por la tormenta económica

Caída abrupta del Dow, S&P 500 y Nasdaq: ¿Qué revelan los últimos datos de empleo?

El desplome del Dow, S&P 500 y Nasdaq responde a números de empleo inesperados y preocupaciones sobre la valoración bursátil. Analiza sus causas y tendencias.
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La última semana ha sido un recordatorio de que los mercados financieros, incluso tras meses de euforia, no son inmunes a la realidad económica. El Nasdaq Composite, dominado por gigantes tecnológicos, cayó un 0,21 % el viernes para cerrar en 23.004,54 puntos, acumulando un retroceso del 3 % en la semana, su peor desempeño desde abril. El S&P 500 avanzó levemente un 0,13 %, hasta los 6.728,80 puntos, mientras que el Dow Jones Industrial Average sumó un 0,16 %, cerrando en 46.987,10 puntos, aunque ambos también terminaron la semana en negativo.

Detrás de estas cifras aparentemente modestas hay un cóctel de factores que están cambiando el ánimo de los inversores: un mercado laboral que empieza a mostrar grietas, un Gobierno paralizado que impide conocer datos clave, y un sector tecnológico cuya valoración empieza a parecer insostenible.

La economía, a oscuras

El prolongado shutdown del Gobierno de Estados Unidos —ya el más largo de la historia— ha dejado al país a ciegas en materia de datos oficiales. El Bureau of Labor Statistics no ha podido publicar su informe de empleo por segundo mes consecutivo, y los analistas están recurriendo a estimaciones privadas para medir la salud del mercado laboral.

Según economistas consultados por Dow Jones, el informe ausente habría mostrado una pérdida de 60.000 empleos y un aumento del desempleo hasta el 4,5 %, una señal de enfriamiento tras meses de fortaleza. La firma Challenger, Gray & Christmas confirmó que los anuncios de despidos en octubre fueron los más altos en 22 años, con más de 153.000 recortes de empleo.

El panorama se complica con la caída de la confianza del consumidor, medida por la Universidad de Míchigan, que se desplomó a 50,3 puntos, su nivel más bajo en más de tres años. “Los consumidores están empezando a sentir que la economía se desacelera y que el empleo ya no ofrece la misma seguridad”, advertía Jeff Cox, analista de CNBC.

Sin datos oficiales y con señales privadas cada vez más preocupantes, los inversores han optado por la prudencia. “A nadie le gusta la oscuridad, y llevamos demasiado tiempo sin visibilidad. Es lógico que las valoraciones empiecen a erosionarse”, explicó Leah Bennett, estratega jefe de Concurrent Asset Management.

La sobrevaloración tecnológica y el fantasma de la burbuja

El otro gran frente de tensión está en el sector tecnológico. Durante el último año, el entusiasmo por la inteligencia artificial (IA) impulsó a los gigantes del Nasdaq a máximos históricos. Nvidia, Tesla, Microsoft y otras compañías se convirtieron en el motor del rally que elevó al índice más de un 40 % desde abril. Pero el mismo impulso que los catapultó ahora amenaza con volverse en su contra.

Las caídas de esta semana han sido especialmente pronunciadas entre las empresas vinculadas a la IA. Oracle perdió casi un 2 % el viernes y un 9 % en la semana, AMD cayó un 9 % y Broadcom más de un 5 %. Nvidia y Tesla, que habían liderado el repunte tecnológico, también sufrieron retrocesos considerables.

Los analistas coinciden en que el mercado necesitaba una corrección. Brad Gerstner, fundador de Altimeter Capital, lo describió como “una respiración saludable”. “El Nasdaq subió un 40 % desde los mínimos de abril; el mercado necesitaba una pausa. Esto no significa el final del rally, sino un reequilibrio”, afirmó en CNBC.

Aun así, las advertencias de organismos internacionales sobre una posible burbuja de la IA se acumulan. El Banco de Inglaterra y el Fondo Monetario Internacional alertaron esta semana sobre los riesgos de una corrección abrupta si las expectativas tecnológicas no se cumplen. “El sector ofrece una contribución positiva a la productividad, pero existe incertidumbre sobre la rentabilidad futura. Debemos estar muy atentos”, señaló el gobernador Andrew Bailey.

Según un informe de Goldman Sachs, una caída del 10 % al 20 % en los mercados bursátiles es “probable” en los próximos dos años. “No creemos que la IA sea una burbuja, pero sí que el mercado ha corrido demasiado rápido”, concluye el informe.

Incertidumbre política y social

El cierre del Gobierno estadounidense no solo impide la publicación de datos: también está afectando a la economía real. El secretario de Transporte, Sean Duffy, anunció que a partir del viernes se reducirán en un 10 % los vuelos en 40 aeropuertos, afectando entre 3.500 y 4.000 operaciones diarias. A la falta de controladores aéreos se suman retrasos en servicios públicos y tensiones políticas que paralizan la negociación presupuestaria.

Para los inversores, esta combinación de incertidumbre política, fragilidad económica y sobrevaloración bursátil recuerda a los momentos previos a anteriores correcciones. “Estamos viendo una tormenta perfecta”, advierte Lisa Han, analista de Morgan Stanley. “Datos débiles, falta de transparencia y expectativas poco realistas crean un entorno donde cualquier mala noticia se amplifica”.

El espejo de la historia

No es la primera vez que Wall Street vive una desconexión entre el optimismo tecnológico y la realidad económica. En 2000, el estallido de la burbuja punto com también coincidió con un contexto de desaceleración laboral y elevada concentración de capital en pocas compañías. Hoy, siete grandes tecnológicas —las llamadas Magnificent Seven— representan casi el 30 % del S&P 500.

Aunque los paralelismos son evidentes, muchos analistas insisten en que el contexto es distinto. A diferencia del año 2000, las grandes compañías tecnológicas actuales son rentables y generan flujo de caja. El problema, sin embargo, sigue siendo el mismo: las expectativas desmedidas.

“Las valoraciones actuales asumen un crecimiento casi perfecto en beneficios e inversión en IA. Cualquier señal de ralentización puede hacer saltar las alarmas, y eso es justo lo que está pasando”, explica Rob Ginsberg, analista de Wolfe Research.

El empleo como termómetro del miedo

Detrás de las gráficas y los porcentajes, lo que realmente preocupa a los inversores es la posibilidad de que el deterioro del empleo marque el inicio de un ciclo de desaceleración. En los últimos meses, varios gigantes estadounidenses —desde Amazon hasta Google— han anunciado despidos o congelación de contrataciones, justificándolos por la automatización y la eficiencia derivadas de la IA.

La paradoja es evidente: el avance tecnológico que prometía aumentar la productividad podría estar acelerando la pérdida de empleo. Si la confianza del consumidor cae y el desempleo sube, la espiral de consumo se resiente, golpeando las previsiones de beneficios empresariales.

¿Qué puede venir después?

Las próximas semanas serán decisivas. Si el Gobierno logra aprobar un acuerdo de financiación y reabrir la administración, volverán los datos oficiales y los mercados podrán medir con precisión el pulso económico. Pero si el cierre se prolonga y los indicadores privados siguen mostrando debilidad, la volatilidad podría aumentar.

Algunos analistas ven la corrección como un ajuste saludable tras meses de euforia. Otros temen que sea el inicio de un ciclo bajista más profundo. El consenso es que los inversores deberían prepararse para un escenario menos complaciente.

En palabras de Leah Bennett, “esta no es una crisis, pero sí un recordatorio de que los árboles no crecen hasta el cielo”.

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