India y Pakistán al borde de una nueva crisis tras dos atentados en 24 horas que dejan 20 muertos
Dos explosiones casi simultáneas en Nueva Delhi e Islamabad han reavivado la tensión entre India y Pakistán, que se acusan mutuamente de fomentar el terrorismo. Los ataques, ocurridos en menos de un día, han dejado al menos 20 muertos y decenas de heridos, y elevan el temor a una nueva escalada militar en la región.
La tensión entre India y Pakistán se disparó este miércoles tras una serie de ataques coordinados que golpearon las capitales de ambos países. En Nueva Delhi, un coche bomba explotó cerca del histórico Fuerte Rojo, uno de los lugares más emblemáticos de la capital india, mientras que en Islamabad, un atacante suicida se inmoló frente a un tribunal abarrotado, causando una escena de caos y destrucción.
Las autoridades confirmaron que al menos 20 personas perdieron la vida —nueve en Delhi y once en Islamabad— y que más de medio centenar resultaron heridas. Los servicios de emergencia permanecen desplegados en ambas ciudades ante el temor de nuevos incidentes.
El gobierno de Pakistán acusó directamente a India de estar detrás de los ataques, a los que calificó como actos de “terrorismo de Estado”. En una rueda de prensa, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores paquistaní declaró que Islamabad “posee indicios claros de la implicación india en la desestabilización de la región” y advirtió que “la comunidad internacional no puede seguir ignorando la agresión sistemática de Nueva Delhi”.
Por su parte, el Ejecutivo indio rechazó de plano las acusaciones, calificándolas de “infundadas y provocadoras”. El Ministerio de Interior de India señaló que los ataques “pretenden socavar la estabilidad regional y dañar la imagen de India en el escenario internacional”. Además, el primer ministro Narendra Modi afirmó que su país “responderá con firmeza” y convocó una reunión urgente del Consejo de Seguridad Nacional para evaluar la situación.
Los ataques ocurren en un contexto ya delicado. Las relaciones entre India y Pakistán se encuentran en su punto más bajo en años, marcadas por disputas territoriales en Cachemira, enfrentamientos fronterizos esporádicos y un aumento de la retórica hostil en ambos gobiernos. El atentado en Delhi, en particular, se produce pocos días después de que el ejército indio lanzara una operación antiterrorista en la Cachemira administrada por Pakistán, lo que Islamabad denunció como una “violación flagrante de su soberanía”.
Expertos en seguridad regional advierten del riesgo de que la crisis derive en una escalada militar. “Ambos países están en una fase de máxima desconfianza. Cualquier paso en falso podría desencadenar una respuesta desproporcionada”, explica el analista Ravi Menon, del Centro Asiático de Estudios Estratégicos.
Mientras tanto, la ONU y Estados Unidos han pedido “contención y diálogo” a las dos potencias nucleares del sur de Asia. Un portavoz del secretario general de la ONU, António Guterres, expresó “profunda preocupación por la pérdida de vidas inocentes” y subrayó que “la violencia no debe ser utilizada como medio de resolución política”.
En Islamabad, la policía ha reforzado la seguridad en edificios gubernamentales y embajadas, mientras que en Nueva Delhi se han desplegado más de 3.000 agentes adicionales en puntos estratégicos. Ambas capitales permanecen en alerta máxima, con las fuerzas armadas en estado de vigilancia.
La población vive con miedo a un nuevo enfrentamiento. “No sabemos quién está detrás, pero sentimos que estamos al borde de algo grave”, relató Anjali Sharma, vecina del casco antiguo de Delhi, donde aún se observan los restos carbonizados del vehículo que explotó.
El Consejo de Seguridad de la ONU podría celebrar una reunión de emergencia en las próximas horas para abordar la situación, a petición de varios miembros europeos preocupados por el riesgo de desestabilización regional.
Por ahora, la incertidumbre domina el panorama. India y Pakistán, dos países con armamento nuclear y una larga historia de conflictos fronterizos, vuelven a situarse en el centro de la atención internacional. Lo que ocurra en los próximos días será decisivo para saber si el subcontinente asiático se asoma a una nueva crisis o si, por el contrario, prevalece la diplomacia.