Diplomacia entre sanciones y petróleo

Maduro habría ofrecido a Trump acceso al petróleo y al oro de Venezuela para aliviar las tensiones con EE. UU.

Según una investigación del New York Times, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ofreció a la administración de Donald Trump una participación significativa en los recursos petroleros y minerales del país a cambio de un acercamiento diplomático. La propuesta, que incluía revertir acuerdos con China, Rusia e Irán, fue finalmente rechazada por Washington, que rompió relaciones con Caracas la semana pasada.

Maduro se mantiene firme ante Trump: ¿por qué renunciar no es una opción?  - EPA/MIGUEL GUTIERREZ
Maduro may have offered US assets to avoid tensions - EPA/MIGUEL GUTIERREZ

El intento de Nicolás Maduro por tender un puente con Washington habría incluido una de las ofertas más ambiciosas de su gobierno desde el inicio del bloqueo económico estadounidense. De acuerdo con fuentes citadas por el New York Times, el mandatario venezolano propuso a la Casa Blanca abrir completamente el acceso de las empresas estadounidenses a los proyectos de petróleo y oro existentes y futuros en Venezuela, así como otorgarles contratos preferenciales en sectores estratégicos.

El plan, discutido durante varios meses entre asesores de Maduro y un alto funcionario estadounidense, buscaba reconfigurar el mapa energético de Caracas, revertir la dependencia de mercados orientales y reposicionar a Venezuela como socio de Estados Unidos en materia de energía y minería. Según la publicación, el gobierno venezolano incluso se comprometió a redirigir parte de sus exportaciones de petróleo desde China hacia Estados Unidos y a reducir su cooperación con empresas rusas, chinas e iraníes.

El gesto pretendía mostrar un cambio de rumbo en la política exterior venezolana, con el objetivo de aliviar sanciones, recuperar acceso a mercados financieros y normalizar relaciones comerciales. Sin embargo, las fuentes citadas aseguran que la propuesta fue rechazada tajantemente por Washington.

Pocos días después del colapso de las conversaciones, la administración Trump rompió relaciones diplomáticas con Caracas y calificó al gobierno de Maduro como un “cártel narcoterrorista”, endureciendo el discurso político y militar. El Departamento de Justicia estadounidense anunció entonces una serie de operaciones contra embarcaciones presuntamente vinculadas al tráfico de drogas procedentes de Venezuela, lo que consolidó un nuevo punto de tensión entre ambos países.

El ofrecimiento de Maduro refleja la magnitud de la presión económica que enfrenta su gobierno. La caída de la producción petrolera, el aislamiento internacional y la pérdida de aliados financieros han reducido la capacidad del Estado para sostener su aparato público. En ese contexto, un acuerdo con Estados Unidos —aunque políticamente impopular entre los sectores más duros del chavismo— habría significado un respiro financiero y la posibilidad de legitimar parcialmente al régimen ante la comunidad internacional.

Para Trump, en cambio, aceptar la propuesta habría supuesto un giro radical en su estrategia hacia Venezuela, marcada por las sanciones, el reconocimiento de la oposición y el respaldo a una transición política. La Casa Blanca optó por mantener la línea dura y reforzar la presión internacional contra Maduro, priorizando su narrativa de lucha contra el narcotráfico y la corrupción.

Este intento fallido de acercamiento ilustra el choque entre pragmatismo y política en las relaciones bilaterales. Mientras Caracas buscaba transformar recursos naturales en capital diplomático, Washington interpretó el gesto como un intento desesperado de supervivencia. El resultado ha sido un nuevo quiebre que aleja cualquier posibilidad de distensión a corto plazo y reafirma la posición de Venezuela como uno de los puntos más sensibles del tablero geopolítico latinoamericano.

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