Terror en casa de culto: un ataque que cuestiona protocolos y responsabilidades

Víctima de ataque en sinagoga probablemente alcanzada por disparos de la policía

Un ataque durante la celebración de Yom Kippur en la sinagoga Heaton Park de Manchester dejó al menos dos personas muertas y varias heridas. Autoridades británicas admiten que uno de los fallecidos podría haber sido alcanzado por disparos policiales, en un episodio trágico que desata críticas sobre los protocolos antiterroristas y el uso de la fuerza en una operación de alta presión.
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EPA / A D A M V A U G H A N

El jueves 2 de octubre de 2025, mientras la comunidad judía celebraba Yom Kippur, el día más sagrado del calendario hebreo, un hombre irrumpió con un automóvil frente a la sinagoga Heaton Park, en el norte de Manchester, atropellando a transeúntes, y luego atacó con un cuchillo. El agresor fue identificado posteriormente como Jihad al-Shamie, un ciudadano británico de origen sirio de 35 años. 

La policía armada respondió en menos de siete minutos, abatió al atacante, que llevaba un chaleco que simulaba contener explosivos, y declaró el incidente como acto terrorista. Hasta ahora, se reportan dos víctimas fatales y varios heridos, entre ellos un guardia de seguridad.

Pero en los días posteriores emergió un escenario aún más complejo: autoridades británicas reconocen que uno de los dos muertos fue aparentemente alcanzado por disparos policiales, no por el atacante. Un herido adicional también podría haber sido víctima de fuego cruzado de agentes armados. Las primeras autopsias realizadas por el forense del Ministerio del Interior constatan que una de las víctimas presenta una herida compatible con disparo.

El jefe de la Policía del Gran Manchester, Sir Stephen Watson, ha señalado que, de confirmarse, esas muertes podrían haber sido una “consecuencia trágica e imprevista de la acción urgentemente requerida de mis oficiales para poner fin al ataque”. También se puntualiza que el sospechoso no portaba arma de fuego

Este episodio plantea interrogantes delicados para las fuerzas de seguridad y autoridades:

  • Exceso de fuerza o falla de coordinación: ¿fue necesario el uso letal de armas de fuego en un entorno con civiles refugiados detrás de puertas? La simultaneidad del ataque y el fuego policial podría indicar que el margen para decisiones rápidas se volvió crítico.

  • Procedimientos en espacios cerrados: El agresor intentó penetrar en la sinagoga. Los fieles y el personal de seguridad actuaron rápido para contenerlo detrás de la puerta, lo que introdujo un escenario de proximidad entre víctimas y agresor. 

  • Control judicial y transparencia: El episodio se encuentra bajo investigación forense y criminal. La policía declara que el caso se dirige en conjunto con la unidad antiterrorista. 

  • Comunicación institucional en crisis: El reconocimiento público de un disparo policial que pudo matar a un civil no es habitual. Esa admisión anticipa presiones políticas y sociales ampliadas.

El Reino Unido activó el protocolo Operación Plato, utilizado en emergencias nacionales, para coordinar respuesta policial, ministerial y de servicios. Asimismo, el primer ministro Keir Starmer regresó de una gira internacional para presidir reuniones de crisis y reforzar seguridad en comunidades judías en todo el país.

El ataque generó ondas de conmoción política y social. El primer ministro Starmer declaró que el Reino Unido debe derrotar el antisemitismo. Israel y líderes judíos internacionales condenaron el ataque e instaron a reforzar la lucha contra el odio antijudío. Algunos criticaron la gestión británica, señalando que “la debilidad ante el terrorismo” favorece nuevos atentados. 

Organizaciones judías británicas, como el Community Security Trust, alertaban ya desde el conflicto de Gaza del aumento de incidentes antisemitas y la necesidad de mejoras en vigilancia comunitaria. 

Algunos analistas advierten que esta crisis puede profundizar la polarización social en el Reino Unido. La aceptación de responsabilidad policial podría abrir demandas legales y disputas políticas sobre el uso de fuerza en operaciones antiterroristas.

Este ataque muestra que, en escenarios de terrorismo, la línea entre defensa y tragedia puede tornarse borrosa. La decisión de disparar en un entorno civilizado, con víctimas a resguardo, implica riesgos elevados. Reconocer errores —o al menos admitir la posibilidad de ellos— puede fortalecer la rendición de cuentas, pero también genera polémica en momentos de gran tensión social.

Para las autoridades británicas y las fuerzas que diseñan protocolos antiterroristas, esta tragedia subraya que los procedimientos deben anticipar escenarios de proximidad civil, salvaguardia, y minimizar daño colateral incluso bajo presión extrema. Y fortificar el equilibrio entre eficacia y prudencia no es solo un ejercicio técnico: es una responsabilidad democrática frente a quienes pierden la vida en medio del fuego que se quiso detener.

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