Vivienda

Mapa de Europa: un piso de 1 habitación devora más de 1/3 del sueldo; la peor capital no es España

Europa en un mapa: alquilar un piso de una habitación se come más de un tercio del sueldo en casi todas las capitales
vivienda
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En la mayor parte de Europa, vivir solo en la capital se ha convertido en un lujo. El mapa elaborado por la cuenta de geodatos Geozofija, a partir de cifras de Numbeo para 2025, compara el alquiler medio de un apartamento de un dormitorio con el salario neto medio en decenas de ciudades europeas. El resultado es un mosaico de círculos bicolor: rojo para la parte del sueldo que se va en alquiler y verde para lo que queda disponible.

A simple vista hay una constante: casi ningún círculo tiene menos de un tercio en rojo. Es decir, en prácticamente todas las ciudades analizadas, un trabajador que cobre el salario medio y viva solo destina al menos un 30-35 % de su sueldo al alquiler. En varias capitales, el rojo ocupa más de la mitad del círculo, lo que sugiere esfuerzos superiores al 50 % del ingreso mensual.

Lisboa, Madrid, Londres o Dublín: el sur y el oeste se encarecen

En la fachada atlántica y mediterránea destacan Lisboa, Madrid, Londres, París y Dublín con porciones rojas muy superiores a la mitad del gráfico. Visualmente, alquilar un piso de una habitación en estas ciudades implica dedicar alrededor de la mitad —o más— del salario medio neto.

El contexto ayuda a entenderlo. Desde 2010, los alquileres en la UE han subido alrededor de un 22-25 %, mientras que el precio de la vivienda en propiedad lo ha hecho en torno al 50 %, según datos de Eurostat citados por los propios alcaldes europeos en su campaña por una política común de vivienda. La presión turística, el auge del alquiler de corta estancia y años de salarios estancados han tensado especialmente las ciudades del sur.

Geozofija
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El Este: salarios bajos, esfuerzo desproporcionado

El mapa también deja una fotografía incómoda en el este de Europa. Kiev, Moscú, Ankara, Tirana o Skopie muestran círculos donde el rojo domina casi por completo. No es que sus alquileres sean comparables en precio absoluto con los de París o Ámsterdam; es que los salarios son mucho más bajos, de modo que un piso “pequeño” puede tragarse dos tercios del sueldo o incluso más.

La última radiografía europea de exclusión residencial confirma esa tendencia: en países como Grecia, Bulgaria, Alemania o Dinamarca, más del 15 % de los hogares está “sobreendeudado” por la vivienda, es decir, destina más del 40 % de sus ingresos disponibles al pago de alquiler o hipoteca y suministros. La media de la UE se sitúa en torno al 8-9 %.

La aparente excepción centroeuropea

Frente a esos extremos, ciudades como Viena, Berlín, Praga, Bruselas o Luxemburgo presentan círculos donde el rojo parece quedarse algo por debajo de la mitad. Eso no significa alquileres baratos, sino políticas y sueldos que, de momento, amortiguan mejor el choque.

Viena, por ejemplo, combina un mercado privado tensionado con un gran parque de vivienda social y cooperativa, que actúa como freno a los precios. Berlín ha intentado incluso imponer techos de alquiler, aunque con fuerte contestación judicial y política. Aun así, la tendencia general es clara: Eurostat calcula que el hogar medio europeo destina ya alrededor de un 20 % de su renta disponible a costes de vivienda, cifra que sube con fuerza en las grandes ciudades.

La respuesta política: de Barcelona a Bruselas

La sensación de que la vivienda se ha convertido en una “nueva pandemia” recorre las instituciones. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha liderado un frente de grandes ciudades que reclama a la UE un fondo masivo para vivienda asequible, alertando de que la expulsión de residentes de sus barrios está alimentando la desigualdad y el descontento político.

Bruselas ha reaccionado con su primer gran plan europeo de vivienda, centrado en dar a los ayuntamientos más herramientas para regular los alquileres de corta estancia, flexibilizar ayudas públicas y vigilar la especulación inmobiliaria. No es una revolución, pero supone un giro en un ámbito que hasta ahora se consideraba casi exclusivamente nacional.

Lo que el mapa no cuenta (y por qué importa)

El trabajo de Geozofija se basa en promedios: salario medio neto frente a alquiler medio de un piso de una habitación, mezclando centro y periferia urbana. Eso deja fuera varios matices clave:

  • Desigualdad interna: los jóvenes, los trabajadores precarios o los migrantes suelen cobrar por debajo del salario medio, así que su esfuerzo real es mayor que el que muestra el gráfico.

  • Estrategias de supervivencia: compartir piso, volver a casa de los padres o mudarse a la periferia son formas de reducir el porcentaje de renta destinado a la vivienda… a cambio de peores condiciones o más tiempo de transporte.

  • Otros costes urbanos: el mapa no incorpora transporte, energía o alimentación, que se encarecen precisamente en los mismos lugares donde el alquiler ya es asfixiante.

Aun con esas limitaciones, la imagen condensa una verdad incómoda: en la Europa de 2025, para una persona que quiera vivir sola en una capital, gastar un tercio del sueldo en el alquiler es casi la mejor de las opciones. En demasiadas ciudades, la proporción se acerca ya a la mitad o incluso la supera.

La política comunitaria empieza a despertar, pero el tiempo corre en contra de quienes han hecho de los alquileres imposibles una nueva forma de exclusión social. El mapa de Geozofija no es solo una curiosidad estadística: es una radiografía de hasta qué punto el derecho a la ciudad se ha vuelto, literalmente, cuestión de números.

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