Evita que el teclado de tu Apple Macbook se llene de suciedad y brille como un desastre fatal
Al final he tenido que aceptarlo: cuidar mi teclado pasa por cuidar mis manos… y por hacer caso a los típicos consejos que ves en internet y normalmente ignoras.
Durante años asumí que el teclado brillante era “lo normal”: compras un Mac, te enamoras del acabado mate, y a los pocos meses la barra espaciadora parece recién barnizada. Le echaba la culpa solo a Apple y al plástico ABS, hasta que empecé a probar dos cosas a la vez: rutina básica de manos y limpieza más seria del teclado, siguiendo precisamente esas guías que ves en foros y blogs.
Lo primero es casi insultantemente simple:
lavarte las manos antes de sentarte a escribir y usar una crema ligera (no aceitosa) para que la piel no esté tan seca y áspera. La mayoría de artículos coinciden en que eso reduce bastante los aceites y la sal que dejas sobre las teclas. No es magia, pero en mi caso la diferencia entre mi portátil “viejo” y el nuevo, con esa rutina, se ve a simple vista.
Lo segundo es dejar de “limpiar a ojo” y hacerlo como recomiendan los manuales y las guías técnicas:
apagar el equipo, paño de microfibra ligeramente humedecido con un poco de alcohol isopropílico (70%) y repasar tecla por tecla, sin empapar nada. Para suciedad entre teclas, bastoncillo con una gota de alcohol y, de vez en cuando, aire comprimido o el cepillito de rigor. No hay glamour, pero el brillo grasiento tarda mucho más en aparecer.
Luego están los “extras” que Internet adora:
usar fundas de silicona para el teclado, tirar de teclado externo cuando trabajas en casa o directamente elegir PBT si usas un teclado mecánico, porque aguanta mucho mejor el paso del tiempo que el ABS clásico. Nada de eso cambia la realidad de los MacBook actuales, pero sí decide si tu teclado parece de cibercafé en seis meses… o en tres años.
La parte menos romántica de esta historia es que todos los expertos repiten lo mismo: con ABS el brillo es inevitable; el uso pule el plástico, aunque tengas las manos de anuncio de crema. Lo único que puedes hacer es retrasar ese momento. Y, después de probarlo, diría que combinar las manías de higiene (lavado, hidratante ligera) con los clásicos (microfibra + isopropílico de vez en cuando, nada de comer encima del portátil) es la versión realista de “evitar que tu teclado se convierta en un desastre brillante”.
También importante para evitar que las marcas se vayan a la plantalla, es clave el protector de microfibra cada vez que guardes tu mac.
¿Conclusión personal?
Internet, por una vez, no exageraba: no vas a salvar el material, pero sí puedes ganar mucho tiempo antes de que tu Mac de miles de euros tenga pinta de teclado de oficina castigado. Y si eso implica que en 2025 mi rutina de mantenimiento incluye Time Machine y crema de manos, pues oye, se sobrevive.
