Más de 800 figuras públicas, entre ellas políticos, científicos y celebridades, firman un manifiesto global para exigir una pausa en el desarrollo de la “superinteligencia” artificial.

Increíble pero real: Steve Bannon y Meghan Markle unen fuerzas para detener el avance de la inteligencia artificial

En un giro tan inesperado como simbólico, Steve Bannon, exestratega de Donald Trump, y Meghan Markle, duquesa de Sussex, se han unido —al menos ideológicamente— en una causa común: detener el avance sin control de la inteligencia artificial. Ambos forman parte de un grupo de más de 800 figuras internacionales que piden una moratoria urgente en la carrera hacia la llamada “superinteligencia”, el nivel de IA que podría superar las capacidades cognitivas del ser humano.

Steve Bannon y Meghan Markle contra la IA: la rara alianza para frenar la revolución de las máquinas

El manifiesto, firmado por científicos, políticos, artistas y activistas, busca alertar sobre los riesgos existenciales que plantea la creación de sistemas de inteligencia artificial capaces de operar y aprender de manera autónoma, sin supervisión humana. Entre los firmantes se encuentran pioneros del propio campo, como Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio, dos de los “padres” de la IA moderna, quienes ahora advierten que la tecnología que ayudaron a desarrollar podría volverse incontrolable.

Según el documento, “la humanidad se acerca peligrosamente a un punto de no retorno”, y las empresas tecnológicas están compitiendo “sin reglas claras ni límites éticos” por alcanzar la inteligencia artificial general (AGI), un sistema capaz de razonar, crear y tomar decisiones a nivel humano o superior.

 

Una coalición insólita: de Bannon a los Sussex
El texto ha sorprendido no solo por su tono alarmista, sino también por la diversidad ideológica de sus firmantes. Desde el ultraconservador Steve Bannon hasta la progresista Meghan Markle, ambos coinciden en que la falta de regulación puede convertir la IA en una amenaza global.

Fuentes cercanas a Markle aseguran que la duquesa ve en la superinteligencia “un riesgo para la dignidad humana y la igualdad social”, mientras que Bannon ha calificado la expansión de los modelos generativos de IA como “una forma moderna de dominación tecnológica al servicio de unas élites sin rostro”.

En declaraciones recogidas por The Guardian, un portavoz del grupo señaló: “Estamos ante un punto de inflexión histórico. Si no actuamos ahora, podríamos perder el control sobre las máquinas que ya toman decisiones críticas en la economía, la seguridad y la comunicación global”.

 

Los gigantes tecnológicos, en la mira
La petición llega en un momento clave para el sector. OpenAI, Google DeepMind, Meta y xAI (la empresa de Elon Musk) compiten por desarrollar la primera forma de inteligencia artificial general, con algoritmos que podrían autoentrenarse, escribir código, optimizar recursos energéticos o incluso diseñar nuevos modelos de IA sin intervención humana.

La carrera por la AGI ha desatado una explosión de inversión privada sin precedentes, pero también una creciente preocupación regulatoria. La Unión Europea, Estados Unidos y China avanzan con marcos legislativos para intentar controlar los riesgos de manipulación, pérdida de empleos y desinformación automatizada.

 

Una advertencia sobre el futuro inmediato
Los expertos advierten que no se trata solo de ciencia ficción. La IA ya controla redes eléctricas, diagnósticos médicos y operaciones bursátiles. “El problema no es el futuro distante, es lo que ocurre hoy sin que lo sepamos”, advirtió Bengio.

El manifiesto propone una pausa global de seis meses en el desarrollo de sistemas más potentes que GPT-5, junto con una agencia internacional que supervise los avances de IA avanzada, siguiendo un modelo similar al de la Agencia Internacional de Energía Atómica.

 

Lo que comenzó como una advertencia científica se ha convertido en una alianza mediática y política global, donde enemigos ideológicos coinciden por primera vez en un punto: la inteligencia artificial podría escapar de nuestro control. La pregunta que flota en el aire es si el mundo escuchará antes de que sea demasiado tarde.

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